"¿Aclaración?"

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Han pasado unos cuantos días desde que fuimos a la playa y ha ido a nadar unas cuantas veces. Parece aún procesar la idea de que esto es una historia y hace alguna que otra pregunta. Sin embargo ninguna de ellas es tan importante.
Tambien ha bajado al pueblo para trabajar, de carpintero. Le irrita la idea de que la gente crea que es mi hermano pero lo deja pasar. Lo he visto asesinar con la mirada a Faber unas cuantas veces. Ya lo he regañado, por supuesto, pero no ha servido de nada.

Terminando mi turno en la atención del mercado, voy a buscar a Ace para almorzar. Lo veo llevando tablas al dueño y ubicándolas. Ha sido una batalla que usara remera pero debía ocultar la gran cicatriz que sobresalía demasiado.

—Gracias hijo. Puedes irte. Tu hermana ha venido por ti.

Me busca por el lugar hasta que me ve. Se acerca a mi llevándose el borde de la remera a la cara para secarse el sudor.

Le pego la mano

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Le pego la mano.

—¡Hey! ¡Dejas a la vista tu cicatriz!

—Ugh. A este punto creeré que realmente eres mi hermana.

—Tienes que ser más cuidadoso.

—Sólo estás tú enfrente mío. —gira el torso para atrás —Nos vemos señor.

El señor lo despide con la mano y entra a la casa.

—Me vendría bien mi sombrero. —dice limpiandose la mano por sus shorts.

—Ni se te ocurra.

—Estoy bromeando. Hey, estás muy nerviosa.

—Olvídalo. ¿Vamos a almorzar?

Asiente.  —¿En la cabaña?

—¡Aloise!

—Ay no puedo creerlo. —dice volteando al lado contrario.  —No se te separa cinco minutos. —murmura y me río.

—¡Faber! ¿Cómo estás?

—Bien, de maravilla. Hola Alec, qué gusto verte.

Me llevo los labios dentro de la boca aguantando la risa al ver cómo su rostro se arruga ligeramente ante el nombre. Sólo porque lo conozco sé que su sonrisa es forzada. —Hola.

No podía llamarlo Ace frente a otras personas ¿verdad? Bueno un nombre falso es necesario.

¡Qué nombre de mierda! Había dicho él pero a mi me parecía bonito. Mi nombre es común. No era por eso, muchas características suyas ya eran demasiado evidentes.

Le miro el rostro en ángulos y él me mira con el ceño fruncido. —¿Qué haces?

—Faber, ¿no crees que el rubio le quedaría bien?

Abre los ojos como platos evidentemente conmocionado.

—Mmm, pues no le quedaría mal creo yo. ¿Quieres teñirlo?

Cambiaré tu destino - Portgas D. AceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora