Capítulo 16: Un Fin de Semana de Estudios

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El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando el teléfono de Kaithyn sonó, interrumpiendo su sueño profundo. A regañadientes, abrió los ojos y vio que era Jeireth quien la llamaba. Sin más remedio, contestó la llamada.

—¿Hola? —dijo con voz somnolienta, tratando de sonar más despierta de lo que realmente estaba.

—Kaithyn, ¿estabas durmiendo? —preguntó Jeireth, notando el tono adormilado en su voz.

—No, para nada —mintió Kaithyn, sentándose en la cama y frotándose los ojos para despejarse.

Jeireth se rió ligeramente, dándose cuenta de la mentira. —Claro, claro. Bueno, quería preguntarte si podemos quedar para estudiar esta tarde.

Kaithyn dudó por un momento, aún intentando sacudirse el sueño de encima. —Sí, claro. Pero tendría que ser en mi casa, no en la tuya.

—Perfecto, me parece bien —respondió Jeireth sin dudar.

—Entonces, ¿a las cuatro está bien? —preguntó Kaithyn, empezando a despertarse por completo.

—Sí, a las cuatro está bien. Nos vemos entonces —dijo Jeireth antes de colgar.

Kaithyn dejó el teléfono a un lado y se levantó de la cama. Tenía mucho que hacer antes de que Jeireth llegara. Se dirigió al baño para darse una ducha rápida, y luego se vistió con ropa cómoda pero presentable. Mientras se miraba en el espejo, no podía evitar preguntarse cómo iría la tarde. Su plan de venganza aún estaba en pie, pero a medida que pasaba más tiempo con Jeireth, sus sentimientos se volvían cada vez más confusos.

Después de desayunar, Kaithyn se dedicó a ordenar su habitación y el espacio donde estudiarían. Preparó algunos libros y cuadernos en la mesa del salón, asegurándose de que todo estuviera listo para la sesión de estudio.

Finalmente, a las cuatro en punto, el timbre de la puerta sonó. Kaithyn tomó un respiro profundo y fue a abrir. Jeireth estaba allí, con una mochila al hombro y una sonrisa tranquila en el rostro.

—Hola, pasa —dijo Kaithyn, haciéndose a un lado para dejarlo entrar.

—Gracias —respondió Jeireth, entrando y mirando a su alrededor.

Kaithyn lo condujo hasta el salón, donde ya estaba todo preparado. Se sentaron en la mesa y comenzaron a sacar sus libros y apuntes.

—¿Por dónde quieres empezar? —preguntó Kaithyn, tratando de mantener el tono profesional.

—Creo que con matemáticas. Es lo que más se me está complicando —admitió Jeireth, sacando su libro de matemáticas.

A medida que avanzaban en las lecciones, Kaithyn se sorprendió de lo bien que Jeireth parecía estar entendiendo todo. Se dio cuenta de que, a pesar de su actitud arrogante, era inteligente y capaz de aprender rápido.

Después de un par de horas, hicieron una pausa para descansar. Jeireth miró a Kaithyn con curiosidad.

—Sabes, Kaithyn, me alegra que hayas aceptado ser mi tutora. Eres muy buena explicando las cosas.

Kaithyn sonrió, sintiendo un leve rubor en sus mejillas. —Gracias, Jeireth. Me alegra poder ayudar.

Hubo un momento de silencio incómodo, pero luego Jeireth cambió de tema, preguntando sobre algo más trivial y relajado. La conversación se volvió más fluida y natural, y ambos comenzaron a reírse y a compartir anécdotas.

Con el pasar del tiempo, Kaithyn empezó a cuestionar su plan de venganza. Jeireth, a pesar de sus defectos, parecía estar haciendo un esfuerzo genuino por mejorar. Quizás había más en él de lo que ella había pensado inicialmente.

A medida que avanzaban en sus estudios, el ambiente se volvía más relajado y amigable. Kaithyn y Jeireth estaban tan concentrados en sus tareas que no notaron el tiempo pasar. Fue entonces cuando la madre de Kaithyn entró en el salón con una bandeja llena de aperitivos.

—Hola chicos, pensé que les vendría bien un descanso y algo de comer —dijo la madre de Kaithyn con una sonrisa, colocando la bandeja en la mesa.

Jeireth levantó la vista y sonrió educadamente. —Gracias, señora Moore. Esto se ve delicioso.

Kaithyn se sintió un poco avergonzada, pero agradeció la interrupción. —Gracias, mamá. De verdad nos viene bien un descanso.

—No hay de qué, cariño. Solo asegúrense de comer algo y descansar un poco. No es bueno estudiar sin pausas —dijo la señora Moore antes de salir del salón, dejándolos solos nuevamente.

Jeireth tomó un sándwich de la bandeja y le dio un mordisco. —Tu madre es muy amable.

Kaithyn asintió, tomando un trozo de fruta. —Sí, siempre se preocupa por nosotros. Espero que te guste la comida.

—Está muy buena, gracias —respondió Jeireth, mirando a Kaithyn con una expresión más suave de lo habitual.

Mientras comían, la conversación se volvió más ligera. Hablaron sobre música, películas y algunas historias graciosas de sus vidas. Kaithyn se sorprendió al descubrir que compartían algunos intereses similares.

Después de un rato, Jeireth se recostó en su silla, satisfecho. —Creo que necesitaba esto. A veces olvido lo importante que es tomarse un respiro.

Kaithyn asintió. —Sí, a veces es fácil perderse en el estrés de los estudios y las responsabilidades. Pero también es importante disfrutar de los pequeños momentos.

Jeireth la miró a los ojos, y por un momento, Kaithyn sintió que podía ver una parte más vulnerable de él. Sin la fachada de arrogancia, Jeireth parecía mucho más accesible y humano.

—Sabes, Kaithyn, me alegra que estemos haciendo esto. No solo por las clases, sino porque... no sé, siento que te estoy conociendo mejor —dijo Jeireth, con un tono sincero.

Kaithyn se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la honestidad de Jeireth. —Yo también, Jeireth. Quizás hay más en ti de lo que pensaba.

La tarde pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, el sol comenzaba a ponerse. Jeireth miró su reloj y se dio cuenta de que era hora de irse.

—Bueno, creo que es hora de irme. Gracias por todo, Kaithyn. Nos vemos el lunes en clase —dijo Jeireth, levantándose y recogiendo sus cosas.

—De nada, Jeireth. Nos vemos el lunes —respondió Kaithyn, acompañándolo hasta la puerta.

Cuando Jeireth se fue, Kaithyn se quedó un momento en los asientos del jardín , pensando en todo lo que había ocurrido. Sentía que las barreras entre ellos comenzaban a desmoronarse, y aunque todavía tenía sus dudas sobre él, no podía negar que algo estaba cambiando.

Cerró la puerta y se dirigió a su habitación, sintiéndose más confundida que nunca sobre sus sentimientos hacia Jeireth. Pero una cosa era segura: la guerra que había planeado se estaba convirtiendo en algo mucho más complicado y, tal vez, en una oportunidad para algo nuevo.

2 Corazones en conflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora