Capítulo 24: Motivos Ocultos

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El día había llegado y Kaithyn se despertó temprano, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Después de una ducha rápida y un desayuno ligero, se preparó para la visita de Jeireth. A pesar de los conflictos y los malentendidos que habían tenido, no podía negar que había algo en él que la atraía. ¿Era su apariencia, su actitud misteriosa, o tal vez algo más profundo que aún no podía definir?

Mientras tanto, Jeireth también estaba nervioso. Aunque su plan inicial había sido simplemente acercarse a Kaithyn para mejorar sus calificaciones, algo había cambiado en el proceso. Se encontró esperando con ansias pasar tiempo con ella, más allá de las lecciones.

Jeireth no podía negar que su intención principal al acordar estudiar con Kaithyn no era precisamente el repaso académico. Desde el primer momento que la vio en la escuela, había algo en ella que lo intrigaba y lo atraía. Estaba ansioso por pasar tiempo con ella, y usar los estudios como excusa era su mejor opción.

Llegó a la casa de Kaithyn en la tarde, cargando una mochila con algunos libros y un par de galletas caseras que su madre había preparado. Tocó el timbre, nervioso y emocionado a la vez. Kaithyn abrió la puerta, sonriéndole con una calidez que hizo que su corazón latiera más rápido.

—Hola, Jeireth. Pasa, ya tenemos todo listo en la sala —dijo ella, apartándose para dejarlo entrar.

—Gracias, Kaithyn. Estas galletas son para ti. Las hizo mi madre —dijo, entregándole la caja.

—¡Qué amable! Gracias, dile a tu madre que se ven deliciosas —respondió ella, llevándolo a la sala donde había dispuesto todo para estudiar.

Pasaron la tarde juntos, repasando algunos temas y haciendo ejercicios. Sin embargo, Jeireth no podía concentrarse completamente en los estudios. Sus ojos a menudo se desviaban hacia Kaithyn, observando cómo se concentraba y se mordía el labio cuando algo la confundía. Finalmente, decidió que era momento de hacer algo más divertido.

—Kaithyn, he estado pensando... —comenzó Jeireth, nervioso—. ¿Te gustaría ir al lago congelado a patinar? Creo que sería divertido y podríamos relajarnos un poco después de tanto estudio.

Kaithyn levantó la vista, sorprendida por la invitación. —¿Al lago congelado? Nunca he patinado antes, pero suena divertido. Déjame preguntarle a mi madre.

Se levantó y fue a la cocina, donde su madre estaba preparando la cena. —Mamá, Jeireth me ha invitado a ir al lago congelado a patinar. ¿Está bien si voy?

La madre de Kaithyn sonrió, encantada de ver a su hija tan entusiasmada. —Por supuesto, cariño. Si es con Jeireth, está bien. Solo asegúrate de abrigarte bien.

—Gracias, mamá —respondió Kaithyn, dándole un beso en la mejilla antes de regresar a la sala.

Kaithyn regresó a la sala, con una sonrisa en el rostro. —Mi mamá dice que está bien. Vamos.

Jeireth sonrió, sintiendo una oleada de alivio y emoción. —Genial, abrígate bien. Hace mucho frío allá afuera.

Kaithyn se puso una chaqueta gruesa, una bufanda y guantes, y ambos salieron hacia el lago congelado. Mientras caminaban, el aire frío les rosaba las mejillas, pero la compañía mutua hacía que el ambiente se sintiera cálido.

Llegaron al lago, que brillaba bajo la luz del atardecer. El hielo estaba perfecto para patinar, y había algunas parejas y familias disfrutando del día invernal.

—Aquí estamos —dijo Jeireth, ayudando a Kaithyn a ponerse los patines—. ¿Lista para la aventura?

Kaithyn rió, un poco nerviosa. —Sí, creo que sí. Solo no te rías si me caigo.

—Prometido —dijo Jeireth, tomando su mano mientras ambos se deslizaban sobre el hielo.

Al principio, Kaithyn era inestable, pero con la ayuda de Jeireth, pronto encontró su equilibrio. Patinaron juntos, riendo y disfrutando del momento. La torpeza inicial se desvaneció, reemplazada por una sensación de libertad y alegría.

—No está tan mal, ¿verdad? —dijo Jeireth, girando suavemente mientras mantenía a Kaithyn cerca.

—No, está genial —respondió Kaithyn, sonriendo ampliamente—. Gracias por invitarme.

—Gracias por venir —dijo Jeireth, mirándola a los ojos—. Sabes, Kaithyn, me alegra que nos hayamos conocido mejor. Eres una persona increíble.

Kaithyn sintió sus mejillas enrojecer, no solo por el frío. —Gracias, Jeireth. Tú también eres una gran persona... cuando no eres un chismoso.

Ambos rieron, el hielo debajo de ellos reflejando la luz de la luna que empezaba a asomarse. Patinaron hasta que sus cuerpos estuvieron agotados y el frío se volvió más intenso.

—Es hora de regresar —dijo Jeireth, ayudando a Kaithyn a quitarse los patines—. No quiero que te enfermes.

De regreso a casa, el silencio entre ellos no era incómodo, sino lleno de una comprensión y conexión creciente. Cuando llegaron a la puerta de Kaithyn, ella se volvió hacia él.

—Gracias por hoy, Jeireth. Me divertí mucho.

—Yo también, Kaithyn. Descansa bien. Nos vemos mañana —dijo Jeireth, sonriendo antes de dar media vuelta y dirigirse a su casa.

Kaithyn entró a su hogar, todavía sintiendo el calor de la tarde en su corazón. Al subir a su habitación, no pudo evitar sonreír mientras pensaba en el día que había pasado con Jeireth. Tal vez, solo tal vez, las cosas estaban cambiando de una manera que nunca había anticipado.

2 Corazones en conflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora