Capítulo 30 ( Yo siendo no tan yo )

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Al amanecer, los primeros rayos de sol se filtraban a través de las cortinas de la cabaña, iluminando suavemente la nieve que cubría el paisaje exterior. Kaithyn despertó despacio, todavía medio adormilada, recordando que no estaba en su habitación habitual, sino en la cabaña familiar. Al girarse hacia la ventana, vio los árboles cubiertos de nieve y sonrió, recordando lo mucho que amaba ese lugar.

De repente, se le vino a la mente la noche anterior. Estaba compartiendo el mismo techo que Jeireth. Aún no podía creer lo extraño que resultaba todo; hacía unos meses apenas podía soportar su presencia, y ahora, estaban durmiendo bajo el mismo techo, en habitaciones separadas pero cercanas. Kaithyn: ¿Qué pensará él? -se preguntaba mientras estiraba los brazos.

Al otro lado del pasillo, en otra de las habitaciones de la cabaña, Jeireth también comenzaba a despertarse. Todavía sentía el cansancio de la noche anterior por no haber dormido bien, pero lo primero que le vino a la mente fue Kaithyn. Se sentó en la cama, mirando a su alrededor. Sabía que ella estaba allí, solo unos pasos más allá en otra habitación. La cabaña no era muy grande, pero el hecho de estar tan cerca de ella le producía una sensación extraña. Jeireth: ¿Cómo es posible que haya terminado así? -pensó, todavía medio aturdido.

Bengy, por su parte, estaba profundamente dormido, y sus ronquidos seguían resonando en la cabaña. Jeireth soltó una risa suave al escucharlo, aunque seguía molesto por la noche que había pasado sin dormir. Decidió levantarse y salir al exterior para despejarse un poco. Se puso un suéter grueso, se calzó las botas, y salió a caminar en el frío aire matutino. La nieve crujía bajo sus pies mientras respiraba profundamente, intentando ordenar sus pensamientos.

Mientras tanto, Kaithyn decidió bajar a la cocina. El aroma a café recién hecho ya impregnaba el ambiente, probablemente su madre, Lis, estaba preparando el desayuno. Al bajar las escaleras, se encontró con su madre y Maily, la madre de Jeireth, charlando animadamente.

-¡Buenos días, Kaithyn! -saludó Lis con una sonrisa cálida-. ¿Dormiste bien?

Kaithyn forzó una sonrisa, intentando disimular el cansancio y la confusión que sentía-. Sí, más o menos... Aunque Bengy podría competir con un oso por sus ronquidos -bromeó, mientras se servía una taza de café caliente.

-¡Esos chicos! -respondió Maily, riendo-. Jeireth también se quejaba de lo mismo ayer por la noche.

Al escuchar el nombre de Jeireth, Kaithyn sintió un ligero sobresalto, pero disimuló bien. Kaithyn: Es solo un nombre, tranquila, se dijo a sí misma, mientras daba un sorbo de café.

Jeireth, que había salido a caminar para despejarse, regresó poco después, las mejillas ligeramente sonrojadas por el frío. Al entrar, vio a Kaithyn en la cocina, y por un momento, se quedó mirándola sin que ella se diera cuenta. Se veía tranquila, natural, con una sonrisa en los labios mientras charlaba con su madre y la suya. Algo en esa imagen le hizo sentir una calidez inesperada.

-Buenos días -saludó, rompiendo el momento.

Kaithyn levantó la vista y lo vio entrar, sacudiéndose la nieve de las botas. Por alguna razón, sentir su presencia allí, en la misma cabaña, la ponía nerviosa, pero trató de actuar con normalidad.

-Buenos días, Jeireth. ¿Dormiste bien? -preguntó, aunque ambos sabían la respuesta por las quejas de los ronquidos de Bengy.

-Digamos que sobreviví -respondió él con una sonrisa torcida, lo que provocó que ella sonriera también.

Las madres siguieron charlando mientras Kaithyn y Jeireth intercambiaban miradas fugaces. Aunque ninguno lo decía en voz alta, ambos estaban conscientes de que algo había cambiado entre ellos, pero ninguno de los dos sabía exactamente cómo lidiar con ello.

2 Corazones en conflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora