Capitulo:29 Una noche pensando en ti

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La cena transcurría en medio de risas, conversaciones y el suave crepitar del fuego en la chimenea. La mesa estaba llena de platos tradicionales navideños, y las familias White y Kaithyn compartían historias y anécdotas de sus vidas, como si hubieran sido amigos de toda la vida. Jeireth estaba sentado junto a Kaithyn, tratando de mantenerse al margen de algunas conversaciones para evitar ser el centro de atención.

Sin embargo, esa paz no duró mucho.

Padre de Jeireth: ¿Saben? Cuando Jeireth era pequeño, tenía la costumbre más curiosa después de cada baño... ¡Corría desnudo por toda la casa, riendo a carcajadas! No podíamos detenerlo. Parecía que disfrutaba más correr que bañarse.

La declaración hizo que todos estallaran en carcajadas, incluso Bengy, que se reía a más no poder. Jeireth se sonrojó intensamente, llevándose las manos a la cara, claramente avergonzado.

Jeireth: ¡Papá! No puedes estar hablando en serio... —murmuró, mirando a su padre con incredulidad.

Padre de Kaithyn: No te preocupes, Jeireth. Todos pasamos por esa fase. —dijo entre risas, tratando de consolarlo.

Pero las risas no cesaron, y Jeireth simplemente suspiró, dándose cuenta de que no había manera de escapar de la historia. Kaithyn, quien intentaba contener la risa, le dio una pequeña palmada en el brazo.

Kaithyn: Bueno, al menos ahora sé que no solo eres reservado, también eras un pequeño travieso.

Jeireth la miró con los ojos entrecerrados, pero finalmente no pudo evitar sonreír levemente. Jeireth: Supongo que todos tenemos nuestras vergüenzas del pasado...

La conversación fluía con más anécdotas, y fue entonces cuando el padre de Kaithyn, recordando la charla que su hija le había mencionado a Jeireth sobre su infancia, decidió añadir una historia propia.

Padre de Kaithyn: Hablando de infancia... Kaithyn me hizo recordar su viejo compañero de aventuras, un perro llamado Max. Ese perro la seguía a todos lados. Lo más gracioso era que, un día, mientras estábamos en el Monte Frow, Max se metió en un lago congelado pensando que estaba persiguiendo un pájaro. ¡Tuvimos que sacarlo corriendo!

Kaithyn se sonrojó un poco al recordar ese momento, pero no pudo evitar sonreír. Kaithyn: Max era el mejor perro. Siempre estaba a mi lado, aunque a veces me metía en problemas... como ese día en el lago.

Maily: ¡Vaya! Parece que ambos tienen historias memorables con sus mascotas y travesuras de niños. —dijo mientras reía.

La cena continuó con más risas y recuerdos, pero entre Jeireth y Kaithyn, algo parecía haber cambiado. A pesar de la vergüenza de las historias, Jeireth se sentía un poco más relajado. Las risas y la compañía familiar ayudaron a suavizar las tensiones, y ambos jóvenes empezaban a sentirse más cómodos en la presencia del otro.

Más tarde esa noche, después de que todos se retiraron a sus habitaciones, Kaithyn y Jeireth se despidieron con un simple "buenas noches", pero la sonrisa en los rostros de ambos mostraba que las barreras que alguna vez existieron, poco a poco, se iban derrumbando.

Otra hora mas tarde esa noche, el silencio reinaba en la cabaña, interrumpido solo por el suave crujir de la madera al calentarse por la chimenea y los ronquidos profundos de Bengy. Jeireth, sin embargo, no podía dormir. Había intentado dar vueltas en la cama, cambiar de posición, incluso cubrirse la cabeza con la almohada para escapar del ruido de su hermano, pero era inútil. Su mente simplemente no se calmaba.

Miró el techo de la habitación, las sombras bailaban en las paredes por la luz de la luna que entraba suavemente por la ventana. Se descubrió a sí mismo sonriendo sin razón aparente. O, al menos, eso parecía. Pero sabía exactamente qué era lo que ocupaba sus pensamientos: Kaithyn.

Jeireth: ¿Qué me pasa con ella? —se preguntaba en silencio, recordando la tarde en el supermercado, las bromas y las conversaciones que habían compartido. Lo que al principio había sido una relación conflictiva y algo incómoda, se estaba convirtiendo en algo diferente. Algo que él no terminaba de entender, pero que empezaba a disfrutar.

Los ronquidos de Bengy volvieron a sacarlo de sus pensamientos. Jeireth: Este tipo podría competir con una sierra eléctrica... —murmuró, mientras soltaba una pequeña risa. Se levantó lentamente de la cama y fue hacia la ventana, donde podía ver el bosque nevado iluminado por la luz de la luna. La tranquilidad del paisaje contrastaba con la confusión de sus emociones.

Por otro lado, en una habitación cercana, Kaithyn también estaba despierta. Había intentado dormir desde que se acostó, pero su mente no paraba de darle vueltas. Se arropó mejor en su cama, mirando al techo, recordando las palabras de su madre más temprano ese día, cuando bromeó sobre Jeireth.

Kaithyn: Claro que no me gusta. Solo es... —no terminó la frase en voz alta, pero en su mente las imágenes de Jeireth seguían apareciendo. Su sonrisa burlona, la forma en que la miraba cuando creía que ella no se daba cuenta, y la calidez que a veces transmitía cuando dejaba caer su fachada de chico reservado. Incluso el recuerdo de la cena, cuando se avergonzó por las historias de su niñez, la hizo reír un poco.

Kaithyn: ¿Qué me pasa a mí también? —pensó, mientras se acomodaba entre las sábanas.

Trató de convencerse a sí misma de que lo único que la mantenía despierta era el café que había tomado después de la cena, pero en el fondo sabía que no era eso. No podía dejar de pensar en Jeireth, en cómo había sido ese día, en la extraña conexión que parecía estar formándose entre ellos. Sonrió para sí misma, un poco incrédula de lo que estaba sucediendo. No puede ser, se decía, pero la sonrisa no desaparecía de su rostro.

En la otra habitación, Jeireth, mirando el paisaje, se encontraba en una situación similar. Aunque lo negaba en su mente, su cuerpo reaccionaba de otra manera. Sentía una especie de nerviosismo, pero al mismo tiempo, una paz que no solía experimentar. Era como si algo dentro de él comenzara a encajar, pero no sabía exactamente cómo o por qué. Quizás no es tan mala, pensó. Quizás es más de lo que pensé.

Ambos jóvenes, en habitaciones separadas, con pensamientos parecidos, seguían intentando descifrar qué era lo que realmente sentían. Ninguno de los dos estaba dispuesto a admitirlo abiertamente, ni siquiera a sí mismos, pero algo estaba cambiando.

La noche avanzaba lentamente, y aunque ninguno de los dos podía dormir, sus sonrisas, tímidas y cómplices, reflejaban una realidad que aún no estaban listos para aceptar. Mientras Bengy seguía roncando sin descanso, Jeireth y Kaithyn se sumergían en sus pensamientos, sonriendo en secreto, conscientes de que algo nuevo estaba naciendo entre ellos.

2 Corazones en conflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora