Capítulo 13

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La rubia no podía creer lo que acababa de leer. Replicó rápidamente, mordisqueándose el labio inferior:

<¿Es una broma, verdad?>

<No, yo iré el miércoles a San Blas; tú te irás el lunes. Voy a pagar tu boleto, solo tienes que llevar tu maleta. El hotel ya lo tengo reservado.>

La rubia intentó llamarla, pero la pelinegra colgó al instante.

<No llames, estoy en mi recámara. No quiero hacerle ruido a Sebastián.>

<Está bien, pero dime... ¿es cierto todo esto?>

De inmediato, Abbie le envió el link de su boleto de avión. La rubia miró la pantalla, aún en shock.

<Este es tu vuelo. Fíjate bien en la hora para que estés puntual.>

<Es una locura, Abbie.>

<¿Por qué crees que me parece emocionante? Prepara tu maleta, yo llegaré el miércoles.>

La rubia dejó su teléfono al lado de la cama y se dirigió al clóset para sacar varias maletas. Escogió también su ropa de playa y algunos tops. Se puso algo nerviosa al tener que hacerlo todo con cuidado, no quería que el magnate la siguiera o intentara buscarla.

Se quedó dormida preocupada por lo que haría si alguien lograba ubicarla o decirle a él dónde estaba. Sabía que, con el temperamento que tenía, era capaz de mandar a alguien a seguirla.

***


El lunes al amanecer, Karina salió de su apartamento con un nudo en el estómago, intentando concentrarse en el hecho de que debía alcanzar su vuelo. La preocupación por lo que la esperaba en el destino se mezclaba con la angustia de las últimas horas. Había estado tratando de desconectar y preparar su mente para el viaje, pero la sombra de la situación con Sebastián se cernía sobre ella, oscureciendo incluso el brillo de un nuevo comienzo.

Como era de esperarse, el magnate no tardó en insistir en llamarla. Las primeras veces, Karina ignoró las llamadas, tratando de mantener su determinación. Sin embargo, el número insistente en la pantalla del teléfono pronto se convirtió en una amenaza constante. La persistencia de Sebastián la estaba agotando, y cada llamada no respondida parecía aumentar su desesperación.

Finalmente, cuando la situación se volvió insoportable, Sebastián dejó un mensaje de voz en el que su tono era una mezcla de furia y desesperación. "Karina, contéstame. Si no lo haces, haré que pagues por ello." El mensaje la alarmó, el escalofrío que recorrió su espalda la hizo decidirse a contestar la próxima llamada.

Cuando Sebastián llamó nuevamente, Karina, con el corazón acelerado, contestó sin decir una palabra, manteniendo un silencio expectante. El silencio en la línea se alargó hasta que la voz de Sebastián rompió la tensión, cargada de un tono sombrío y emotivo.

"Karina, mi amor, no necesito que hables, solo escúchame. Lamento profundamente que todo esto con mi esposa te haya afectado de esta manera. No soy el mismo desde que llegaste a mi vida. La verdad es que mi esposa está siendo insoportable. No la quiero, y tú lo sabes bien, pero lo que más me duele es que te alejes de mí sabiendo que nos queremos. No me hagas esto, Karina. Si te vas, regresa a mí, pero no me abandones. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para tenerte conmigo, incluso si eso significa... eliminar a mi esposa."

El estremecimiento en la voz de Sebastián hizo que Karina se quedara sin aliento. "¡No digas tonterías!" intervino alarmada, su voz temblando con una mezcla de indignación y miedo. "Tu esposa no tiene por qué sufrir por esto. Cuando regrese, te daré una respuesta. ¿Está bien? Pero por ahora, por favor, quédate tranquilo y no hagas ninguna locura. Te lo suplico, no te desquites con ella."

La Amante de Mi MaridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora