Capítulo 8

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El anochecer se filtraba suavemente a través de las cortinas del apartamento donde Karina y Abbie refugiaban la complicidad de su deseo. El ambiente era acogedor, y empezaba a sentirse como un verdadero refugio.

Abbie se detuvo un momento para observar a Karina. A pesar de la calidez que parecía irradiar en la habitación, notaba que la rubia estaba pensativa, con una mirada distante mientras reacomodaba la almohada en la que estaba recostada. Decidió que era el momento perfecto para una conversación que había estado posponiendo. Se acercó a Karina con una sonrisa cálida.

—¿Todo bien? Pareces un poco distraída —dijo Abbie, abrazándose a ella.

Karina se giró lentamente para enfrentarla, su expresión era una mezcla de nostalgia y determinación.

—Sí, estoy bien. Solo... estaba pensando en cómo llegamos hasta aquí —admitió Karina, dejando escapar un suspiro. —Hay algo que creo que debería contarte. Es algo importante para mí y creo que es el momento adecuado.

Abbie asintió, curiosa con la seriedad de la situación. Karina se acomodó para estar de frente, y Abbie la siguió. Se tomó un momento antes de comenzar, como si estuviera buscando las palabras correctas.

—Verás...Vengo de otra ciudad. Me mudé aquí para empezar de nuevo, para probar suerte en un lugar diferente —empezó Karina, su voz temblando ligeramente. —Mis padres murieron cuando era casi una niña. Fue un golpe devastador, sobre todo porque tenía apenas diez años. Después de eso, mi tía se hizo cargo de mí, no fue difícil adaptarme a su forma de vida, ya que convivíamos mucho, pero cada día que pasaba los extrañaba mucho, y ella no podía hacer nada al respecto.

Abbie escuchaba atentamente, su corazón se apretaba al imaginar la pérdida y el dolor que Karina había atravesado. Karina continuó, su mirada fija en un punto de la cama.

—No fue fácil. Mi tía hizo lo mejor que pudo, pero no era lo mismo. Crecer sin mis padres me dejó una marca profunda. Luego, con el tiempo, empecé a enfrentar otros desafíos. El ser intersexual fue un desafío desde que nací, y eso hizo que mi vida amorosa fuera aún más complicada. La gente a menudo no entendía o no quería comprender, y eso me hizo sentirme diferente.

Abbie se inclinó hacia adelante, tomando la mano de Karina en un gesto de apoyo. Karina la miró con gratitud antes de seguir.

—Al principio, traté de encontrar el amor y tener relaciones, pero la verdad es que la mayoría de las veces no funcionaba. Mi condición hacía que las cosas fueran más complicadas de lo que deberían haber sido. Con el tiempo, simplemente dejé de darle importancia. Me centré en mi vida y en la forma de vivir mejor.

Abbie apretó la mano de Karina con suavidad, mostrándole que estaba allí para ella. La confesión de Karina la conmovía profundamente, y sentía una mezcla de admiración y tristeza por lo que había pasado.

—Gracias por confiar en mí con esto —dijo Abbie con sinceridad. —. No sabía nada de tu pasado, y ahora que lo sé, me duele saber cuánto has tenido que soportar. Pero quiero que sepas que, para mí, eres increíble tal como eres.

Karina esbozó una ligera sonrisa, sus ojos brillando con emoción y alivio. Se acercó a Abbie, y la abrazó con fuerza.

—No te lo había contado antes porque de por sí ya tenías una mala impresión de mí—aclaró riendo con ella levemente—,pero me alegra que te lo haya dicho. Este lugar es importante para las dos, y siento que debía ser honesta contigo.

—Lo que más me impresiona es que, cuanto más te conozco, descubro en ti no solo una amante excepcional, sino también una confidente irremplazable. Me tranquiliza saber que solo has estado con una mujer en tu vida, y esa mujer soy yo...

La Amante de Mi MaridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora