Epílogo

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Después de cuatro meses de intensos y exhaustivos procedimientos judiciales, la vida de Sebastián llegó a un abrupto y devastador punto de quiebre. La sentencia fue el resultado de una serie de cargos graves que se habían acumulado contra él, cada uno contribuyendo al peso de su condena. El primer cargo, el más destacado y escandaloso, era la agresión contra su secretaria, mujer valiente que denunció el ataque al día siguiente de ocurrido. La evidencia presentada fue aplastante: fotografías de las lesiones, grabaciones captadas por las cámaras de seguridad de la empresa, y testimonios irrefutables de empleados que corroboraron el abuso. El caso era tan sólido que el tribunal no tuvo más opción que dictar una sentencia dura.

Pero la condena de Sebastián no se detuvo ahí. La exsecretaria, quien además de haber sido agredida físicamente también había sido víctima de abuso sexual, presentó un segundo caso que resultó aún más devastador para el magnate. Las pruebas presentadas fueron tan contundentes que el tribunal no solo validó sus acusaciones, sino que también destacó la gravedad de los crímenes cometidos por Sebastián. La combinación de estos elementos resultó en una segunda condena, que selló su destino.

Paralelamente, Abbie, exesposa de Sebastián, también tomó medidas legales para asegurarse de que el fraude cometido por su exmarido no quedara impune. Durante la auditoría de su empresa, Abbie descubrió que Sebastián había desviado una considerable suma de dinero. Determinada a obtener justicia, presentó una demanda que buscaba recuperar esos fondos y asegurar que Sebastián pagara por el fraude que había perpetrado. La lucha legal de Abbie no solo era un acto de venganza, sino un paso crucial para reparar el daño financiero causado por su exmarido.

Un mes después del final de su tormentoso matrimonio, Abbie decidió dar un nuevo rumbo a su vida. Se trasladó a Toronto con una misión clara: concretar un acuerdo con un conocido que, en realidad, era el arquitecto que había contratado para ayudarla a establecer su propia empresa. Este movimiento no era solo una reubicación física, sino una reestructuración de su vida personal y profesional. Mientras el arquitecto trabajaba en el diseño y la planificación de su nueva empresa, Abbie se encargaba de los aspectos legales para registrar la compañía formalmente. Esta nueva empresa representaba un comienzo fresco, una oportunidad para reconstruir su vida lejos del pasado que ahora deseaba olvidar.

La creación de esta nueva empresa no solo era un cambio de dirección profesional, sino también un paso estratégico en su planificación para el futuro. Abbie ya había anticipado la posibilidad de un divorcio y, consciente de los desafíos financieros que podrían surgir, se preparó meticulosamente para proteger su patrimonio. Su habilidad para manejar el dinero y controlar los gastos le permitió crear una nueva empresa desde cero, una empresa que simbolizaba su independencia y resiliencia. Este nuevo proyecto era su forma de dejar atrás un pasado doloroso y construir un futuro sólido, basado en su propio esfuerzo y determinación.

A medida que Abbie se asentaba en Toronto y avanzaba con el establecimiento de su nueva empresa, sentía un profundo sentido de liberación. Cada paso que daba era un recordatorio de su capacidad para superar la adversidad y construir algo positivo a partir de la tormenta que había enfrentado. La vida que había conocido antes del juicio y del divorcio era ahora parte de un capítulo cerrado, y Abbie estaba lista para escribir su próximo capítulo, uno que prometía ser tan prometedor como desafiante.

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Después de dos años de arduo trabajo y dedicación, la empresa de Abbie había florecido con una rapidez sorprendente. Había logrado establecer una sólida reputación en su industria, generando ingresos constantes y permitiéndole alcanzar un éxito que había soñado durante mucho tiempo. Este éxito financiero no solo le permitió mantener un estilo de vida cómodo, sino que también le ofreció la oportunidad de adquirir una mansión aún más lujosa y elegante que la que había compartido con Sebastián. La nueva residencia era un símbolo de su triunfo personal y profesional, un espacio que reflejaba su independencia y el nuevo capítulo de su vida.

La Amante de Mi MaridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora