Capítulo 58

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Lisa se sentía realmente bien en su vieja habitación, sobre su vieja y cómoda cama, mirando sus viejas cosas. Su madre lo había mantenido todo tal y como lo había dejado, y estaba realmente muy agradecida por esto.

—Es extraño volver —Lisa susurró sentándose sobre la cama, Chiquita colocándose a su lado y Jake recostándose sobre el suelo como si se tratase del lugar más cómodo del mundo.

—También es extraño tenerte de vuelta —dijo su hermana.

—Por supuesto que sí —Jake asintió.— Ya casi había convencido a mamá de que me diera tu habitación. Lo habría conseguido de no ser por ti. Te odio Perry el Ornitorrinco...

—No soy Perry, Jake —Lisa se burló riendo sonoramente, su hermana imitándola.

—Lo sé, Lisa... Pero siempre quise decir eso.

—Eres un idiota.

—Gracias.

—Eres odioso, Jake —Chiquita giró los ojos.

—Lo se —aceptó encogiéndose en hombros.

—¿Qué vamos a hacer contigo? —Lisa rió.

—Amarme, eso es obvio —Jake respondió en modo de burla.

—Jake, hermano —Chiquita lo llamó— si no te golpeo ahora mismo con una silla es solo por respeto a la silla.

Fue cuándo los tres rieron.

A Lisa le gustaba reír. La hacía sentir bien... Antes de conocer a Jennie apenas lo hacía... Ella no solo la había enamorado. Jennie la había cambiado...

—¿Lisa? —Chiquita dijo seriamente luego de unos minutos, sujetando sus manos entre las suyas, el ambiente de felicidad siendo reemplazado por una total seriedad— ¿Cuándo planeas decírselo?

Lisa suspiró audiblemente y miró el suelo fijamente. Por supuesto Chiquita iba a preguntarle aquello.

—Yo... yo no lo sé —admitió.

—Es tiempo, Lisa —su hermano aseguró sentándose frente a ella, intentando mirarla.

—Tengo miedo —confesó.

—Lisa, todos tenemos miedo alguna vez. Y está bien. Pero no siempre estarás aquí, Lisa... No puedes dejar que el miedo te venza toda su vida, o deshacerte de él cuando sea demasiado tarde.

—Pero.. ¿Qué pasará si...?

—Jennie te ama, Lisa. Es lo único que diré —Jake la calmó.

Lisa suspiró. Era cierto.

—El jueves, luego de mi cita con el cardiólogo —la chica decidió, sus dedos comenzando a chasquear levemente. No había tenido un ataque en meses, pero la costumbre de chasquear sus dedos en situaciones como aquellas no se marchaba— Simplemente, no dejen que me de un ataque antes de hablar.

 No había tenido un ataque en meses, pero la costumbre de chasquear sus dedos en situaciones como aquellas no se marchaba— Simplemente, no dejen que me de un ataque antes de hablar

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La Chica De La Ventana | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora