Capitulo 11

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Durante los siguientes dos días Jennie no fue a la escuela, alegando que sus heridas eran muy graves y no sanarían correctamente si volvían a golpearla, aunque la verdadera razón por la cual se quedaba en casa era para poder pasar su tiempo con la chica de la ventana. El contacto entre ellas era mínimo. Algunas veces, Lisa entrelazaba sus meñiques. Otras, simplemente, sus hombros se tocaban. Algunas veces Jennie jugaba con su cabello, y otras Lisa lo hacía con el de ella. Pero sus encuentros casi siempre se limitaban a Jennie haciendo tareas atrasadas mientras Lisa hacía crucigramas sobre su cama o daba vueltas en su patineta alrededor de la estrecha habitación. Casi fueron descubiertas un par de veces, pero no resultó ser nada serio.

A veces, Lisa ayudaba a Jennie con alguna tarea que no entendía, pues era bastante lista. Otras, Jennie ayudaba a Lisa a reorganizar su habitación. A veces, Lisa le pedía a Jennie posar para dibujarla y ella accedía con mucho gusto. Los resultados eran increíbles. Jennie pensaba que Lisa era la mejor artista del mundo. Los peores momentos eran cuando debían separarse para que Lisa asistiera a una de sus citas, y el mejor era cuándo regresaba y simplemente se asomaba a la ventana. En esos momentos Jennie veía a Lisa apoyando su mano derecha sobre el vidrio y mirándola hasta que alguna de las dos se atrevía a tomar un marcador y escribir como el primer día en el que se conocieron.

El sábado estuvieron todo el día en la habitación de Lisa, riendo y hablando sobre cosas sin importancia. El domingo sucedió casi lo mismo, pero a la hora del almuerzo Lisa le preguntó a Jennie si quería almorzar con ella, y esta no se negó. Le pregunto a Jennie cual era su comida favorita, y esta no negó en decir pizza. Fue entonces cuando la chica de la ventana le dijo a su madre que quería almorzar pizza, y esta no se lo negó.

Media hora después llegó el repartidor, y Lisa entró a su habitación con la caja de pizza entre las manos. Jennie le había dicho a su madre que estaría estudiando en la biblioteca y que comería algo en el camino. Su mamá solo le deseo un feliz día. ¿Qué madre puede esperar que su hija en realidad esté comiendo pizza con la vecina?

Jennie le demostró a Lisa que podía comer más de lo que parecía poder, y le mostró sus mejores eructos, aunque los de Lisa eran inigualables. Cuándo terminaron de almorzar, Jennie recibió una llamada de Rosé.

—¿Hola? —contestó.

—¡Jen! ¡¿Estás bien?! —era Rosé.

—Mejor que nunca —contestó sonriendo mientras miraba a la chica de ojos claros, la cual estaba jugando un juego de preguntas con su celular.

—Jen, Jisoo quiere saber si te gustaría salir con nosotras dentro de una hora. Iremos al cine a ver Bajo la Misma Estrella, por si te interesa.

Jennie se mordió el labio inferior. Bajo la Misma Estrella era la película que tenía meses esperando por ver. Aquel libro era su favorito. Debía de haberlo leído unas diez veces, y cada vez que lo releía lloraba y reía mucho más que la vez anterior. Quería ir. En serio quería ir...

Pero entonces vio a la chica de ojos claros, la cual estaba concentrada en sus juegos, respondiendo preguntas sin dudar ni un solo segundo en cual era la correcta. Fijándose bien, Jennie vio en la mejilla de la chica de la ventana un rastro de salsa que la pizza había dejado. Con su pulgar lo limpio dulcemente, y cuándo la chica la miró Jennie se llevó el dedo a la boca, sonriendo, sintiendo que su corazón salía cuando Lisa también lo hizo.

—Me encantaría ir, Rosie, pero tal vez otro día. Ahora mismo estoy justo donde quiero estar.

Los ojos de Lisa se iluminaron, y Jennie sintió a todo su ser derretirse con esta acción.

—¿De nuevo ella, Jen? —preguntó. Todos los días en los cuales Rosé la había llamado, Jennie estaba con la chica de la ventana.

—Siempre es ella —comentó, y finalmente colgó su celular sin decir adiós.

La Chica De La Ventana | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora