Capítulo 6

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Jennie llegó a su casa bastante adolorida. Conducir un auto definitivamente no es buena idea cuándo has recibido tantos golpes en el abdomen, los brazos, la espalda, las piernas, la cara... En fin: Todo el cuerpo.

Cada minúscula parte de su anatomía le dolía como mil infiernos. Cada vez que intentaba mover un solo músculo un sentimiento de quemazón la invadía y le hacía soltar gritos de dolor, seguido de unas cuántas lágrimas y un montón de insultos hacía sí misma dentro de su cabeza.

Subió a su habitación, gritando con cada paso que daba y llorando, no a causa del dolor, sino del odio que sentía hacía sí misma. Un baño de agua fría fue lo primero que necesito para relajar su cuerpo adolorido. Cuando supo que ya era suficiente, que la sangre se le había despegado del cuerpo y se sentía solo un poco mejor, salió de allí y comenzó a mirarse en el espejo.

Se espantó al ver su reflejo. Definitivamente, jamás había estado peor. Una lágrima amenazó con salirse de sus ojos mientras escuchaba a su mente decirle "Estúpida, lesbiana. Esto es lo que te mereces". Se estremeció. La voz de su mente sonaba exactamente como la voz de Jimin.

Lentamente, comenzó a detallarse. Su labio estaba roto.

[...]

En cuánto Jennie se volteó a mirar a Jimin y Félix, su corazón se paralizó al igual que su cuerpo. No había nada que hacer. No tenía dónde huir.

—¡No te quedes allí sentada! —Jimin le ordenó mientras le sujetaba el cabello y la lanzaba contra el suelo, haciéndola gemir de dolor.

—Jamás olvidarás este día, Jennie Kim, lo prometo —juró Félix.

Jimin volvió a sujetarla del Kim y la levantó. Ella se mordía el labio, intentando reprimir sus gritos de dolor. Tenía que ser fuerte. Tenía que resistir.

—¡Suéltala, estúpido! —se escuchó el grito de Jisoo.

—No, preciosa, él no la perderá de nuevo —le respondió Félix.

Y así fue como Félix comenzó a golpear a Jisoo, no sin que esta se defendiera lo suficientemente bien como para que este recibiera unos cuántos golpes de vez en cuando.

Rosé intentó ayudar, pero un solo puñetazo de Félix la hizo caer al suelo, inconsciente.

Jimin, sonriendo como siempre, obligó a Jennie a arrodillarse frente a él y gritó delante de toda la cafetería:

—¡SEÑORAS Y SEÑORES, CON USTEDES: JENNIE GAYKIM!

Todos los de la cafetería rieron y gritaron en ese mismo instante, mientras las mejillas de Jennie se llenaban de lágrimas silenciosas y su cabeza de insultos.

No todos en la cafetería eran malos. En realidad, muchos no aprobaban la conducta de Jimin y Félix, pero tenían miedo de enfrentárseles, pues sabían cómo terminaría todo.

—Puedes golpearme todo lo que quieras, Jimin. Pero eso no te hará más hombre —Jennie susurró. Si él iba a herirla, ella lo golpearía donde más le dolía: su ego.

Fue entonces cuando el puño de Jimin aterrizó sobre su rostro, haciéndola probar su propia sangre.

[...]

Tenía también una herida en la ceja y otra en el puente de la nariz.

[...]

—¿Eso es todo lo que tienes, pequeñín? —preguntó Jennie mientras escupía toda la sangre que se había acumulado en su boca.

—¡CÁLLATE, IDIOTA! ¡CÁLLATE! —le gritó, depositando en su rostro la más horrible expresión que Jennie jamás vio en su vida.

Y así fue como a su rostro fue a parar, de nuevo y con más fuerza, el puño de Park Jimin. El cuerpo de Jennie cayó directamente sobre el suelo.

La Chica De La Ventana | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora