El inicio de la guerra- Aegon II Targaryen

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Daena acaricia la cabeza de su esposo mientras este duerme recostado en su pecho desnudo y manteniendo una mano en su vientre hinchado debido a su nuevo embarazo. Esa mañana se sentía bastante nerviosa y no podía encontrar la razón cosa que se le hacía muy extraño.

La última cena familiar le había dejado un pequeño malestar debido a una discusión con su padre donde ella le recriminaba el haber nombrado a su hermano menor Aegon para opacar a su esposo. Su hermana Baela la trataba mucho menos desde que su abuela Rhaenys y el rey Viserys la comprometieron con el príncipe Aegon y la relación prácticamente se murió el día de su boda cuando la única familia que asistieron fueron sus dos abuelos y su hermana Rhaena.

Nota como su esposo se remueve un poco abrazándose más a su cuerpo para luego abrir los ojos algo asustado, suelta un suspiro al darse cuenta de que su esposa sigue a su lado. Lo que más miedo le daba al príncipe Aegon era que su esposa se fuera un día junto a los hijos que comparten.

—Buenos días, amor —ronronea ocultando su cara en su cuello donde deja un par de besos —¿Pudiste dormir?

—Un poco.

—Hoy podrás descansar más, le prometí a Jaehaerys que lo llevaría a ver la luna en Sunfyre.

—Lleva a Yndir contigo, esa dragona debe estar estresada de tanto tiempo sin que pueda volar con ella. Pero apenas de a luz llevaré al bebé a volar con ella tal como la abuela Alyssa hizo con nuestros padres.

La sonrisa en el rostro de Aegon no dura mucho debido a los golpes en la puerta y el llamado de las sirvientas.

—¡Vuelvan más tarde!

—Son ordenes de la reina madre, majestades —se excusa detrás de la puerta la sirvienta con un rastro de tristeza en su voz.

Ambos comparten una mirada entendiendo lo que, sucedida, Daena deja un beso sobre la frente de su esposo como una manera de reconfortarlo.

—Que pasen las sirvientas primero, que nos preparen las tinas y nos ayuden a elegir nuestras ropas —indica la ahora reina.

Las puertas son abiertas dejando pasar a dos de las sirvientas más leales de la reina Daena que la ayudan a levantarse de la cama para ir al apartado donde tienen el baño para vestirla. Aegon por su lado espera a sus sirvientes todavía recostado en la cama para luego ir al baño tras que su esposa terminara de asearse.

Daena es visitada por el maestre como todos los días para que revise su estado y le dé un té que agradecerá cuando llegue el momento de dar a luz al hacer todo mucho más rápido. La reina pregunta por su abuela pidiendo que la lleven a la sala para poder charlar con ella y lleven a sus mellizos, Jaehaerys y Jaehaera.

Aegon ve como se llevan a su esposa y como su madre llega ya lista con un vestido verde y negro.

—No estás usando el traje que te encargue —es lo primero que le dice al verle vestido con los colores de la casa Targaryen.

—Ahora soy el rey, ¿verdad? Usurparemos a Rhaenyra.

—El deseo de tu padre en el lecho de muerte fue que gobernaras tras su partida.

Aegon suelta una risa sin creérselo.

—Hago esto por mis hijos, mis hermanos y por ti, madre —aclara —He comprendido que Rhaenyra nunca se ha preocupado por nosotros ni lo haría si es que se sentaba en ese trono.

—Debes ser un rey justo y misericordioso—insiste Alicent, su madre, con una mirada firme y preocupada—. El reino necesita estabilidad, y eso solo lo lograrás ganándote el respeto de todos, incluso de aquellos que apoyan a Rhaenyra.

One shots de ASOIAF (Pedidos abiertos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora