Sirviéndole a la reina -Davos Blackwood

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Saerys mira confundida a su madre, la ahora reina Rhaenyra Targaryen. Dudaba del porque no acabo con la vida del traidor de Otto y sus seguidores.

—¿Recuerdas lo que te conté sobre la Canción de Hielo y Fuego? —pregunta mientras están en frente del cráneo de Meraxes.

—Si, madre. Es un honor que hayas compartido eso conmigo al nombrarme tu heredera, pero no entiendo que tiene que ver con no acabar con la vida de esos traidores.

Los gemelos Cargyll vigilan a una distancia bastante prudente. Se dice que Sir Arryk Cargyll vio en la heredera de Rhaenyra lo que se esperaba de una reina comparado con el supuesto rey Aegon II que lo único que disfrutaba de su cargo era la atención y supuesto amor.

Saerys Targaryen, antiguamente Velaryon, era el fantasma de la difunta lady Laena Velaryon. Su mismo porte, los mismos rulos bien definidos en su cabello, esa piel morena tan suave y un cuerpo bien cuidado para ser una guerrera. La mezcla perfecta entre una Targaryen y un Velaryon, y según rumores la única mezcla pura del matrimonio.

—Muchos esperan que vayamos a la guerra, los hombres que están en mi consejo ansían poder derramar sangre, pero no por eso hay que hacerlo. Un Targaryen debe sentarse en el trono de hierro, uno que sepa de la profecía —posa sus manos de manera maternal en los hombros de su hija mayor —No podremos detener la amenaza si nos matamos entre nosotros. Y, debemos tener honor, sir Otto y su sequito venían como mensajeros.

—Entonces hay que esperar que acepten un compromiso entre Daeron y yo, y que eso detenga la guerra —murmura no muy convencida —Daemon no estará feliz con eso.

—Daemon no es el rey.

—Se hace llamar rey.

—Es su manera de... —Rhaenyra busca la palabra —defenderse a sí mismo de lo que está sucediendo, el cuestiona mucho mis maneras de llevar las cosas, pero no hay que hacer un baño de sangre. Prométeme que, si algo me llega a pasar, evitaras el derramamiento de sangre.

—Te lo consultaré, madre. Lo prometo.


***


La sala de la mesa pintada es donde el Conquistador planeo su conquista de los 7 reinos, una sala en la que el usurpador que lleva su nombre nunca ha puesto un pie y probablemente no recuerde su existencia al carecer de conocimientos valyrios.

—Para un hombre, no es algo fácil matar dragones, pero los dragones pueden matar a dragones. Ya lo han hecho —recuerda Daemon las historias de su propia casa —Y la princesa Saerys tiene a Cannibal, un dragón experto en matar a los de su propia especie, y más despiadado que Vaghar.

—Vaghar ha ido a la guerra, Cannibal no —habla la heredera —No quiero poner en riesgo innecesario a mi dragón.

—Tenemos más dragones que Aegon —continua Daemon —No te dejaremos enfrentarte sola a Vaghar.

Saerys a un lado de su madre notaba que la amenaza es Vaghar, ya que Aemond por más que sea un buen espadachín, varios de los Negros podrían hacerle frente. Dreamfyre no saldría a la guerra ya que Helaena apenas sale a volar con ella, y sería raro que los Verdes que niegan a una mujer el trono solo por su género manden a otra mujer a la guerra donde según ellos es solo terreno de hombres.

—Viserys habló a menudo de las historias valyrias. Los conozco bien. Cuando los dragones volaron a la guerra... todo ardió. No deseo gobernar un reino de cenizas y huesos.

—Considera los términos de los Hightower, majestad? —pregunta Lord Bartimos siendo poco alumbrado por las velas cálidas de la sala.

Eso es lo que Saerys haría cuando su madre recupere su trono, iluminar Rocadragón y que no sea tan oscuro.

One shots de ASOIAF (Pedidos abiertos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora