¿Cambios de humor?

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Arianne no sabía cómo habían vuelto al inicio de su relación, cuando dejó a su esposa hace un rato después de la comida todo era excelente y Rhaenyra le trataba mejor, pero ahora se encontraba nuevamente bajo el disgusto de la princesa. ¿Por qué la madre Rhoyne le castigaba así?, ¿Qué había hecho ella para merecer tal castigo?, ¿Por qué se había molestado nuevamente con ella?, ¿Cómo esperaba que solucionaran sus problemas si no le decía las cosas de manera directa?, ¿Acaso era así por su embarazo?, ¿O era algo normal de los Targaryen ser iracundos en la menor oportunidad?

"Eres.." farfulló la Targaryen, con su rostro enrojeciendo de ira tratando de encontrar palabras.

Trato de no mostrar la molestia que estaba empezando a sentir y decidió poner su máscara política de presunción "¿La princesa regente de Dorne?, ¿La hija del Gran Maron Martell?, ¿Tu esposa?, ¿La madre del cachorro en tu vientre?" rodeó la silla, sus movimientos eran lentos y deliberados, y entrecerró los ojos cuando se encontraron con los de ella. "…¿Tu alfa?"

"¡Eres tan descarada!" Rápidamente la princesa Targaryen se irguió enojada, aunque no queriendo dar un espectáculo en la habitación que se encontraban llena de sirvientes Omegas que les observaban con absorta curiosidad.

En lugar de eso, levantó la mano haciendo una seña a su esposa para que se acercara, cuando lo hizo está le agarró por el cuello y atrajo a Arianne hacia ella con una fuerza lo que hizo que la alfa perdiera el equilibrio. Apenas logrando mantenerse en pie al agarrar los brazos de la omega, con aquella acción sus rostros ahora estaban a milímetros de distancia.

Los ojos de las dos se abrieron ante la proximidad. La Martell por primera vez se encontró nadando en la profundidad de los ojos purpuras que tenían destellos de azul, mientras que la Targaryen se encontró descubriendo que los ojos de Arianne eran de un tono tan profundo de negro como una noche sin estrellas y luna, pero no solo eso las espesas pestañas que los acompañaban le daban una mirada realmente fascinante.

Arianne para su sorpresa en este momento descubrió que podía oler las feromonas de su esposa, el aroma hizo cosas ridículas en sus piernas pues de un momento sintió que la fuerza en ellas se estaba perdiendo. Pero eso no fue todo de un momento a otro sus ojos se apartaron de los morados y se dirigieron a los labios delicados que estaban fruncidos y claramente gritándole algo, pero no escuchó nada, no cuando la sangre corría a sus oídos con furia y estaba tan embriagada con el olor de las feromonas de la Targaryen.

Sin ningún pudor dirigió su vista más abajo, algo que jamás había hecho por lo menos no con su esposa y se encontró con el pecho de la Omega quien mostraba una extensión de piel perfectamente palida con algunas pecas, ¡oh! Tenía muchas pecas; ¿Le permitiría contarlas todas?, ¿Sería posible que tuviese pecas en algún otro lugar de su cuerpo? Esperaba que si ya que ahora que las había descubierto le parecían absolutamente encantadoras. Eran tan sutiles; contrario a la personalidad de su esposa que le fascino.

Sintió que la molestia de hace unos momentos había desaparecido después de ver semejante paraíso. En su tranquilidad, sus ojos… por su propia voluntad y sin poder evitarlo, siguieron hacia abajo, contando cada peca en la que sus ojos se posaron, sus dedos de repente le picaron ansiando contar junto con sus ojos cada una de estas marcas. Estaba tan concentrada en sus pensamientos que ni siquiera se percató de que su mano y toco los pequeños puntos que habían aparecido en la curva de su cuello. 

“¡¿Estás escuchando?!” Siseó Rhaenyra, haciendo todo lo posible para mantener su voz fuera del alcance de los otros Omegas que miraban con deseo a Arianne en la habitación.

Mi sol y libertad [Rhaenyra Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora