Capítulo 1: la curiosidad mató al gato.

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Encendía las velas cuando lo escuchó: el sonido suave pero inconfundible que produce la madera cuando se roza contra si misma. Sascha frunció los labios, alisó una arruga del mantel de lino blanco que solo usaban en ocasiones especiales, y aguzó los oídos.

Otro golpe resonó, más fuerte esta vez. Ladeó la cabeza, pensativa, y clavó su mirada esmeralda en el techo, como si pudiera ver a través de la madera. El ruido venía de la buhardilla de la cabaña que compartía con su marido, James.

Su rostro se arrugó en una expresión de confusión. ¿Llegó temprano? Este pensamiento la alarmó; su plan solo funcionaría si James no llegaba antes de las seis.

Como el patriarca del Clan Conrfield, James no estaba directamente involucrado en las labores agrícolas de la finca, ya que esas tareas recaían en los demás hombres de la familia. En cambio, la labor de James consistía en la gestión administrativa de la finca y la comercialización de sus productos en la ciudad.

A esas horas del día, la cabaña debería estar desierta y en silencio. El hecho de que ella estuviera presente se debía a su obstinada determinación, eficiencia y el deseo de reconciliarse con James. La realidad era que su matrimonio no iba bien, no lo había hecho durante un buen tiempo, pero Sascha era obstinada y estaba dispuesta a comprometerse. Incluso estaría dispuesta a reducir sus horas de trabajo en la Botica si fuera necesario, ya que, como asistente del Boticario del pueblo, solía regresar a casa bastante tarde en la noche.

Evaluó con ojo crítico su obra. El mantel blanco de lino, las rosas rojas en el centro, la losa de porcelana. Incluso había preparado todos los platillos preferidos de James. El toque final habían sido las dos altas velas de cera blanca. La mesa estaba bellamente preparada para una noche de reconciliación.

"Perfecto." Asintió, satisfecha, y dio un paso atrás. "Ahora solo queda..."

El sonido se repitió, interrumpiéndola. Sascha, tan curiosa e inquisitiva como un gato, no pudo resistirse a investigar. Casi había subido los últimos peldaños de la escalera cuando lo escuchó:

El eco de un fuerte gemido de placer.

Al instante se quedó helada.

...La curiosidad mató al gato... La voz de su maestro escogió ese preciso instante para infiltrarse en sus pensamientos petrificados.

"Más, dame más. Más fuerte. No te contengas, cariño". Consternada, reconoció la voz. Era Brigitte, la viuda de su cuñado.

Como si fuera un sueño, Sascha salvó el último peldaño de la escalera y se enfrentó a la puerta del dormitorio. Por alguna razón, su corazón latía descontroladamente, dificultándole respirar. Respiró hondo y frunció el ceño al instante. El olor la incomodaba.

Empujó la puerta entreabierta con un dedo y luego deseó no haberlo hecho.

La imagen quemó sus ojos sorprendidos. La impresión inmovilizó por un minuto sus pensamientos y emociones. Congelada, observó la escena ante ella: el vigoroso cuerpo de James penetrando a Brigitte. Los músculos tensos por el movimiento, la piel sudorosa y resbaladiza, el cabello rubio oscurecido por la humedad. Respiración jadeante y gruñidos de placer.

"¿...Pero...el bebé?" La voz de James la trajo de vuelta.

"Nuestro hijo estará bien, te lo prometo", respondió la mujer.

...¿Nuestro? ¿No era Víctor el padre?...

Sus pensamientos se tambalearon, el tiempo se ralentizó y Sascha escuchó con claridad el sonido de algo rompiéndose. ¿Su corazón? ¿Sus sueños de una familia feliz? ¿Sus emociones? ¿O todo lo anterior? Un dolor punzante se clavó entre sus costillas, Sascha se agarró el pecho, su expresión era la de alguien profundamente herido. Antiguos sentimientos de traición, soledad y abandono la arrollaron. Sus rodillas temblaron y se tambaleó hacia atrás bajo el peso de sus emociones. Se aferró al vano de la puerta y de alguna manera se mantuvo erguida.

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