—Sé que ella está aquí. No puedes impedirme verla.
Sascha enterró la cabeza bajo la almohada en un intento vano por bloquear las voces del exterior. Tenía el cuerpo dolorido en lugares que no quería pensar y saciado de maneras en las que tampoco quería pensar.
—Baja la voz, mocoso— El sonido de la voz enojada de Sheamus le llegó amortiguada, pero aun así con prístina claridad. Al Viejo nunca le había gustado su ex-marido y nunca había tenido razón para ocultarlo. —No olvides con quien hablas.
Sus sienes latieron dolorosamente y una molesta punzada se instaló tras sus párpados cerrados.
—Sascha— El maldito traidor de su ex gritó, ignorando por completo la advertencia del Viejo. —Sé que estás aquí, Sascha. Sal de una maldita vez, mujer.
No se sorprendió cuando el sonido amortiguado de un cuerpo impactando contra algo llegó hasta sus oídos.
Sascha suspiró con resignación. Infeliz y adolorida arrastró su cuerpo fuera del cálido confort de la cama y se tambaleó hasta la puerta. No había dado dos pasos cuando su estómago se retorció molesto y una desagradable sensación ascendió por su garganta.
"¿Qué demonios?"
Apretó los dientes y abriendo la puerta con un violento tirón, Sascha corrió, precipitándose al interior del cuarto de baño, tomando por sorpresa e interrumpiendo la disputa de los dos hombres. Por el rabillo del ojo, vio al Viejo soltar su agarre sobre James y alejarse. Llegó con el tiempo justo para escupir su estómago en la jofaina de hierro fundido del baño.
Escucho el murmullo de voces ensalzadas en una discusión. Les ignoró, estremeciéndose con fuerza, su cuerpo sacudido por las arcadas, ahogándose con el desagradable sabor a bilis subiendo por su garganta.
Levemente fue consciente de las manos torpes y amables del anciano, sujetando su cabello revuelto y dando palmaditas en su espalda. Para cuando el paroxismo de arcadas terminó, su piel estaba pálida con una capa de sudor humedeciendo sus sienes.
—¿Mejor?— un paño húmedo y frío limpió su rostro y cuello.
—Gracias—. Tomó el paño de las manos del Viejo y limpió su boca con él—. Comer de madrugada debe haberme sentado mal.
Eso, o el monstruo la había contagiado con algún virus, ¿podían siquiera contraer enfermedades los monstruos? El pensamiento no la hizo feliz, por lo que inteligentemente lo apartó de su mente. Tenía suficientes problemas entre manos como para también considerar la posibilidad de haber contraído alguna enfermedad mágica.
El anciano se puso en pie y con un brazo entorno a sus delgados hombros la ayudó sostenerse sobre sus piernas temblorosas.
—¿Y James?— preguntó, percibiendo el silencio del otro lado.
Sheamus hizo una mueca despectiva.
—Se fue— le respondió con acritud—. En cuanto te vio enfermar salió huyendo como el maldito inútil que es. Sin embargo, no me sorprendería verlo regresar más tarde.
—Él volverá— estuvo de acuerdo.
Cuatro horas más tarde su predicción se cumplió con escrupulosa exactitud.
Sascha estaba sentada ante su buró de trabajo en la trastienda. Sus manos atareadas y su mente concentrada mientras hacía la clasificación de plantas medicinales y los raros brotes mágicos en el stock de la tienda. Antes de su llegada, el inventario de la Botica era un desastre, el Viejo no tenía ni el tiempo ni los deseos de mantener los recursos de la tienda debidamente organizados.
Esa fue una de sus primeras tareas, así como la de aprender los nombres, usos y apariencia de cada hierba medicinal en general. Ahora, los gabinetes del almacén estaban debidamente etiquetados, las plantas organizadas según sus categorías taxonómicas.
Metió un par de hojas de albahaca en una bolsa de fieltro. La bolsa –como todo cuanto usaban para almacenar- tenía un sigilo de preservación tejido en su superficie. Apretó el cordón y activó el sigilo, alimentando el núcleo mágico artificial del tamaño de un grano de arroz con su maná. Dentro de tres días sería necesario reabastecer el núcleo, pero por el momento mantendría fresca y preservada la planta en su interior.
Hizo una nueva entrada en el libro de Control y tomó el próximo grupo a clasificar.
Entonces, la campanilla de la Botica sonó.
—Ya voy, espere un segundo, por favor—. Alzó la voz, sabiendo que sería escuchada. Corrió la silla con prisa y saltó sobre sus pies, el mundo escogió ese preciso instante para inclinarse peligrosamente y el escueto desayuno que tomó esa mañana quiso volver a salir. Sorprendida, sujetó con firmeza los bordes del buró hasta que la sensación de vértigo y náuseas pasaron, cosa que no demoró en suceder.
Con el ceño ligeramente fruncido caminó hasta la tienda, ¿de verdad se contagió con un bicho mágico? Maldito monstruo. Sascha maldijo al lobo en su cabeza y una vez comenzó no pudo parar, aun así, cuando salió al exterior su rostro no revelaba su turbación interna.
Eso cambió cuando vio a la persona en pie en el centro de la tienda. Alto, de hombros anchos y robustos, cintura estrecha, delgadas caderas y piernas largas, James era un hombre de apariencia masculina y vigorosa. Llevaba su cabello rubio oscuro corto y pulcramente peinado. Esa mañana usaba una camisa blanca dentro de pantalones oscuros de buen corte y un par de botas de cuero recién lustradas –era evidente que ni un solo día de su maldita vida había pasado trabajo- los ojos castaños del hombre cayeron sobre ella y un sentimiento posesivo brilló en ellos.
Ella suspiro internamente y apretó el agarre sobre sus emociones. La hora del Show había llegado.
—Felicitaciones.—Le dijo incluso antes de que lograra acercara a ella.
—¿Felicitaciones?— El semblante de James se arrugo con confusión. La alegría torciendo sus labios muriendo al instante. El hombre se detuvo antes de continuar. —No te entiendo. En vez de eso, ¿por qué no me aviste que te quedarías a trabajar anoche? No pude pegar ojo enfermo por la preocupación.
"¿Preocupación?"
Sascha recordó con claridad como el bastardo de su ex-marido debía de haber pasado en realidad la noche. Una risa amarga intentó escapar de su pecho, con fuerzas la empujó hacia abajo. No le daría la satisfacción. Él nunca sabría cuánto la había herido encontrarlo en la cama de ambos con su amante.
—Por el bebé— Respondió ella, escogiendo ignorar cualquier pensamiento sobre la famosa preocupación de James. Era eso o perder el control y Sascha no pensaba perder el control.
Tal y como esperaba James se quedó helado, los ojos bien abiertos como los de un ciervo sorprendido por un cazador. Un sabor amargo llenó el paladar de Sascha, al parecer una pequeña parte de ella había esperado, había deseado no haber sido traicionada de esa manera también.
"Que estúpida." Se burló de ella misma.
—Puedo explicarlo— El maldito traidor le suplicó interrumpiendo los pensamientos de Sascha.
—Seguro que si puedes, ¿pero sabes qué? No quiero saber— Dijo Sascha fríamente. —Vete, simplemente vete.
James camino en su dirección. —Por favor, amor. Tienes que escucharme.
Sin embargo, Sascha volvió a negarse.
—No tuve opción, amor— James le suplicó.
Sascha negó nuevamente, la imagen de él follando a su amante en la misma cama que compartían firmemente grabada en sus retinas. —Soy la cabeza del clan, conoces mis obligaciones...
—Cállate, James— Sascha cubrió sus oídos. No quería oír. No quería oír.
—Yo te amo, Sascha, pero aun así tengo que darle un heredero a la familia.— Ella se quedó helada.
Heredero.
Sascha odiaba esa maldita palabra con la pasión de nueves infiernos. Fue gracias a esa maldita palabra que la habían sacado del Templo apenas cumplió los doce años. La familia Cornfield era la familia más poderosa de la aldea y como tal la había codiciado, ¿o debería decir que codician el poder corriendo sus venas? ellos habían querido un heredero con maná poderoso corriendo por sus venas. Esta fue la única razón por la que casaron a su querido próximo cabeza de clan con una niña sin familia del Templo. Sin embargo, las cosas no resultaron como ellos esperaban y Sascha había pagado los platos rotos.
—Que te calles.— Le gritó ella, perdiendo momentáneamente el control. Su voz estallo como un látigo, una ráfaga de escapo a su control, haciendo que ramas crecieran desde el mostrador y las paredes. Ambos se sobresaltaron; James dio un paso atrás,tomando distancia de ella. Una expresión de temor nubló por unos segundos su rostro.
Esta era una de las razones por las que Sascha nunca tenía arrebatos, ella nunca perdía el control o alzaba la voz, porque cuando lo hacía su maná se salía de control.
Con un suspiro, Sascha reabsorvio el maná liberado, las ramas secándose al instante y deshaciéndose en un rastro de polvo.
Un silencio cargado de tensión y pesadez cayó sobre ellos. Los segundos se estiraron como melaza hasta que Sascha rompió el silencio.
—¿Cuánto?— contra su mejor juicio le preguntó. Maldita fuese su naturaleza inquisitiva. Ella odiaba muchas cosas en esta vida, sin embargo, nada odiaba más que no saber.
—¿Cuánto que?— James levantó la cabeza.
—¿Hace cuánto te revuelcas con Brigette?
El traidor guardó silencio. Su voz era renuente cuando respondió. —Desde la muerte de Víctor.
¿Ocho malditos meses? Se habría reído de haber podido.
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EPDMHEUM
Storie d'amoreTitulo y sinopsis original en el apartado de información. Espero de todo corazón que tengas momentos agradables y divertidos con mi historia.