Capítulo 13: Una "calurosa" bienvenida.

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Luego de una última mirada, Sascha giró sobre sus talones y se puso en movimiento. Avanzó por un sendero claro y flanqueado por árboles altos de gruesos y oscuros troncos; sus ramas cargadas de hojas besadas por el otoño se estiraban por el aire, entretejiendo un hermoso dosel, convirtiendo al bosque en una mística catedral natural.

Cientos de pájaros a su alrededor mientras que ardillas correteaban de rama en rama, precipitando la caída de las hojas al espeso manto cubriendo la rica y oscura tierra del bosque.

Era un paisaje idílico y hermoso, no obstante no fue este el que la hizo congelar en su sitio. No. Fue el gato de lustroso pelaje blanco parado en el centro del sendero, actuando como si este le perteneciera, ¿o fueron sus ojos?

Brillantes y misteriosos orbes amatistas se clavaron en ella, y los músculos faciales de Sascha se entumecieron. Había algo tan fuera de este mundo en esos orbes, que a ella no le extrañaría que se tratara de alguna bestia mágica del Bosque.

El gato la miró y ella le devolvió la mirada. La parte analítica de ella que nunca se detenía tomo nota de la situación y los alrededores. El gato sopesó su mirada durante un segundo, la acción cargada con un notable peso de autoridad y Sascha se sintió evaluada.

Pasaron unos minutos de completa inmovilidad y luego el gato saltó sobre sus mullidas patas. Con pasos ligeros y silencioso se alejó de ella, pero Sascha no se movió hasta que el gato le dio una mirada impaciente.

—¿Quieres que te siga?— preguntó, aun sabiendo que no recibiría respuesta.

El gato azotó el rabo impaciente y la miró por encima de un hombro.

—Lo tomare como un sí— Sascha tragó saliva y siguió al gato por el sendero.

Un par de metros después, el sendero casi dejo de existir y el camino se volvió abrupto y escabrosos, bajando y subiendo pendientes escarpadas, llenó de zarzas y espinos.

Sintió que caminaron por horas y probablemente así fuera.

La noche llegó y cayó sobre el mundo, tomándola desprevenida. Oscuridad llenó el bosque y las sombras flanquearon los poco iluminados caminos del Bosque. Sin embargo, la penumbra no era absoluta y finos haces de luz se derramaron a través de la espesura. La luz plateada de luna se filtró entre las hojas y cayó sobre el pelaje blanco del gato, convirtiéndole en un faro de luz en medio de la negrura. Sascha apuró inconscientemente el paso. No quería quedarse atrás.

El animal la guió sin mirar atrás. Patas ligeras y silenciosas se movían sobre la espesa cubierta de hojas y agujas de pinos. En contraposición, ella se sentía tan torpe y tan sigilosa como un elefante en una cristalería.

Ojos brillantes destellaban en su dirección desde los árboles y Sascha tembló, el paisaje idílico que con anterioridad le había fascinado se había tornado frío y poco hospitalario antes sus ojos.

Un foco de luz apareció un par de metros por delante, Sascha se detuvo a recuperar el aliento, se sentía cansada y hambrienta. Sus bichos mágicos reclamaron sin perdón su comida.

"Pronto bebés, pronto." Les prometió en silencio y bizqueó en dirección a la luz. El gato le siseó con impaciencia y volvió a ponerse en marcha.

El bosque se abrió tan repentinamente que tardo todo un minuto en reaccionar. Desorientada se detuvo ante la desembocadura de un claro. El lugar era enorme e iluminado por lámparas de Maná colgantes.

Las esferas de cristal pendían desde las ramas inferiores de los árboles como alegres decoraciones de Festival. Jardines y huertos llenaban la superficie del claro con excepción del centro, donde una cabaña de aspecto antiguo se alzaba con las paredes cubiertas por hiedras.

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