Capítulo 22. ¿A dónde diablos había ido su sencilla vida?

49 12 7
                                    

En muy poco tiempo y a través de la claraboya semi-abierta, un destello de luz plateada se impulsó al interior. El pixie alas azules observo el progreso del recién llegado en silencio reverencial y respetuoso. Obviamente la recién llegada no era cualquiera.  
Cabellos de carmín trenzados con hilos dorados, el delgado cuerpo estaba vestido con una túnica cocida con los pétalos de las mejores rosas espirituales. Su piel tenía el color del rubor de una rosa. Sus alas, grandes y hermosas eran del color de la plata lustradas con bordes ribeteados en oro. Sus ojos de insectos eran límpidos y puros, magnéticos y hermosos. Una corona de espino dorado decoraba su frente clara.
Los ojos negros de la Reina barrieron levemente los confines simples y rústicos del espacio humano, una luz levemente desdeñosa brillo en sus ojos. A continuación, esta se concentró en el pulso de energía verde bajo ella. El pulso era tan atractivo e irresistible como la energía de la mejor flor espiritual. Alas de plata y oro batieron el aire y la Reina descendió con suavidad, levitando a unos veinte centímetros por encima de la humana.
Alas azules se inclinó profundamente ante su reina, con sus alas abiertas a ambos lados de su cuerpo, las puntas de estas rozaban suavemente el cabello de Sascha. Con ojos muy abiertos vio a su reina acercarse a la humana, y un rastro de preocupación se abrió paso en su corazón.
Su reina colocó una mano del tamaño de un grano de arroz sobre la frente de la joven durmiente, y luego cerró los ojos. El rostro de esta se aflojo al instante, brillando con una expresión de dicha mientras deleite iluminaba sus rasgos. Por alguna razón un suspiro de alivio escapó de alas azules.
¡Por los espíritus era ese sabor! Un sabor largamente perdido, pero nunca olvidado. Algo tenue y casi difícil de reconocer, aun así... ¡Era el sabor de esa persona! Pero... ¿por qué una mera niña humana tenia el sabor de la magia de esa persona? ¿Estaba equivocada? ¿O sería una simple coincidencia?
¡Solo existía una manera de comprobarlo!
La reina de los pixies abrió los ojos, y antes de que alas azules pudiese parpadear, un pulso de poder se acumuló entre las manos de esta. El sonido límpido y claro del tañido de una campanilla llenó el cobertizo, cuando esta cantó las notas de un Arcano mayor.
Maná carmín floreció entre sus palmas en forma de cuenco, acto seguido, un líquido iridiscente llenó sus manos. Una sutil y dulce fragancia se extendió, perfumando el cobertizo.
Alas azules respiró profundamente, y su boca se hizo agua al instante. El alimento de los pixies era el néctar de las flores, las gotas de roció y la salvia de las plantas. El pixie observo con hambre el néctar en manos de su reina, aunque su corazón estaba agitado y confuso.
¿Qué iba hacer su reina con el néctar de las flores del Árbol de la Vida? ¿Por qué había conjurado tal tesoro aquí?
Alas azules recibió su respuesta un segundo después cuando su reina se inclinó sobre los labios semi-abiertos de la humana.
¿Quería su reina matar a la humana? ¿Olvido su majestad que el néctar era veneno para las otras especies fuera de los hijos de Flora? ¡Tenía que detenerla! Alas azules no comprendía como sucedió, pero en menos de veinticuatro horas se había apegado muchísimo a esta humana.
Como si leyera los sentimientos agitados anidando en el corazón de Alas Azules, la reina lanzó una fría y punzante mirada en dirección de este.
—¿Te estas revelando contra mí? ¡Hmp, es mejor que estés listo para las consecuencias entonces!
¡Qué miedo! ¡Su reina era demasiado terrorífica! Alas azules se marchitó bajo el peso del poder de su reina. Con sentimientos complicados y una expresión agraviada comprimiendo sus labios, solo pudo ser testigo de los eventos. ¡La humana era especial! Él sentía esto desde lo más profundo de su corazón, pero... ¿cómo detener a su reina sin que parezca que se estaba amotinando? Él simplemente no lo sabía.
Al final, Sascha fue alimentada sin saberlo con una gota de néctar proveniente del árbol de la vida en floración. Alas azules y la Reina observaron atentamente a la humana.
¿La matará? El corazón de Alas azules latía desigualmente mientras esperaban.
Cuando el cuerpo de Sascha asimiló el maná en estado puro y espiritual, un estallido de poder corrió por las venas y meridianos de su cuerpo. Instantáneamente, los bichos mágicos ruyendo sus entrañas y meridianos quedaron en silencio, sus núcleos mágicos en formación se fueron a dormir satisfechos con la energía y los nutrientes por el momento. Mientras todo esto sucedía en el interior, el exterior también se vio afectado.
Y tanto Alas azules como su reina, quienes habían alzado el vuelo y levitaban por encima de Sascha, fueron testigos de un singular fenómeno, porque un segundo después de la humana beber el néctar, la apariencia de esta fluctuó durante un mero minuto.
La piel pálida enrojeció, con el mismo matiz exacto del rubor de una rosa. Sus cabellos originalmente azabaches se tornaron verdes oscuros, las puntas ligeramente enrojecidas. Sin embargo, esto solo duro por una mera fracción de tiempo, y como ola que lame abruptamente la costa y se va, la humana recuperó su apariencia habitual.
Una sonrisa tiró de las comisuras de la Reina pixie y el silencio se rompió gracias al concierto de sus carcajadas.
¿Qué estaba sucediendo? ¿Cómo se salvó la humana? Alas azules miró a su reina en busca de la iluminación. Mirada que la Reina pixie obviamente ignoró, esta instruyó severamente al pequeño pixie de alas azul añil y ribetes de plata, antes de abandonar el cobertizo como una exhalación.
La sonrisa tonta no había desaparecido de su cara. ¡Porque esa persona estaba devuelta! pero, ¿cómo había terminado en esta forma? ¿Había sido por culpa de algún enemigo? ¿Y desde cuando esa persona tenía enemigos? Era algo que la Reina pixie se propuso averiguar. Por ahora, su prioridad era la seguridad de esa persona y la de pasar la voz entre todos los niños de Flora.
Cuando Sascha despertó más tarde ese mismo día, se llevó la sorpresa de su vida. bueno, otra más, porque...
—¡Despertaste! ¡por fin despertaste!
podía entender las palabras del pixie de Alas azules.
—Tú...tú...— Sascha tartamudeó con los ojos muy abiertos por la conmoción. ¿Lo había imaginado? ¿verdad? ¡Si, ella era una simple humana con un poco más de magia de la usual, pero aun así era una simple humana! ¿Cómo podría ella, una mera mujer humana, entender el lenguaje de los pixies? ¡Era imposible después de todo! Sascha respiró secretamente en su corazón.
Gradualmente, el ritmo de sus latidos ralentizó, y para cuando ella comenzaba a calmarse la pequeña cosa zumbó más cerca de la nariz de Sascha.
—¿Qué pasa conmigo?— este volvió a hablar, y por su tono de voz parecía confundido.
¡No era un sueño! Sascha se asustó tanto que casi se cae de la cama. Por suerte, Alas azules estaba cerca de ella y en el último segundo, un puñado de la ropa de Sascha fue sujetada por la criatura. Dando lugar a una escena del todo surrealista donde una humana pendía sobre el vacío al borde del jergón y era sostenida por una mariposa de grandes alas azul añil.
—¿Que pasa contigo? ¿tanto te agrada resbalar?— Alas azules colocó con suavidad a la humana nuevamente en el jergón. —Es la segunda vez que casi caes al suelo desde que te conozco— Hizo una ligera pausa y le preguntó luciendo desconcertado. —¿Es alguna extraña costumbre humana?
Los ojos de Sascha se ampliaron, ¿alguna extraña costumbre humana? ¡No juegues! ¿A quién su sano juicio le gustaría caer sobre su trasero? Sin embargo, todo esto carecía de importancia ahora mismo, lo verdaderamente importante era...
—¿Cómo es que puedo entenderte?
Justamente esta cuestión, cuando se fue a dormir el sonido lírico y rico de las pixies era como campanillas plateadas mecidas por el viento, ¿Pero luego despertar podía entender su lengua? ¡Esto era definitivamente extraño! Sascha no pudo evitar darle al pixie una mirada sospechosa.
—¡No me mires como si fuera un ladrón!— Alas azules se quejó en voz alta, mientras batía el aire furiosamente con sus alas.
Luego de esto, paso a explicarle a la humana los eventos que conllevaron a la actual situación. Dejando sabiamente de lado, el hecho de que esa única gota de néctar podría haberla matado tanto a ella como a sus hijos. Aunque esto último era algo que ni él ni su reina sabían. Como tampoco podían imaginar quien era el padre de ambos niños. Si las cosas hubieran resultado diferentes y algo malo sucedido a los niños en crecimiento o a su madre, el pequeño reino de los pixies habría estado condenado a la extinción.
Sin saber la razón, alas azules se estremeció. Frotó sus brazos de arriba abajo, repentinamente sintió como si alguien hubiese caminado sobre su tumba.
—¿Por qué?— Sascha no pudo dejar de preguntar.
¿Qué pasaba con ella últimamente que era un imán para los seres del Bosque? Ella solo quería paz para ver nacer y crecer a sus hijos con seguridad. Últimamente tenía la sensación que cuanto más deseaba esto, más difícil se lo estaba poniendo el universo.
—Solo soy un pequeño pixie, ¿cómo podría saber porque mi reina actúa como lo hace?— él miró a Sascha como si pensará que ella estaba siendo irrazonablemente molesta.
Alas azules no era tonto, y su Reina había sido clara en sus órdenes. Tenía que mantenerse junto a la joven, -incluso consiguió un permiso especial para visitar el mundo humano- velar por su seguridad y mantener la boca cerrada.
Como decía ese viejo dicho humano... ¡En boca cerrada no entraban moscas! Así que no le quedó otra alternativa que fingir ser tonto.
Sascha sabía que el pixie estaba fingiendo ignorancia, ¿pero que otra podía hacer sino ceder?
—¿Tienes nombre?— Ella le preguntó dando un suspiro.
La criatura no parecía representar un peligro para ella y sus bichos mágicos, mientras así fuese Sascha realmente no tenía ningún inconveniente con su presencia. ¿Quién sabia si en el futuro no sería conveniente para ella? Naturalmente, Sascha no rechazaría este tipo de oportunidad.
Alas azules giró los ojos antes de decir.
—¿No lo tiene la bruja? ¿No lo tienes tú? Incluso el Fenrir tiene uno, ¿Cómo podría yo no tenerlo?
¿Conocía el pequeño pixie el nombre del lobo acosador? Las cejas de Sascha subieron con interés. Sin embargo, no preguntó. Preguntar degeneraría en demasiadas preguntas, preguntas que no estaba de humor para responder. Pero... incluso cuando no le quería cerca de su vida, aun así, debería de conocer el nombre del lobo, ¿verdad? ¡Él era el padre de sus bichos mágicos después de todo! 
—Mi nombre es Bell— El pixie terminó de decir, cruzando sus brazos con grandes aires de grandeza.
La mente de Sascha se sintió atraída por la apariencia de este, apartándola con eficacia de la nueva espina clavada en su costado.
El pixie se veía tan lindo que le daban ganas de pellizcar sus mejillas. ¡Ay! ¡fue una perdida que el chico fuese del tamaño de una mariposa! Sascha temía aplastarlo en un descuido. Por supuesto que su preocupación era infundada. Una criatura que tenía la fuerza para levantarla en vilo, ¿sería tan fácil de aplastar? Obvio que no.
—Yo...
¿Que quería decir? Ni ella misma lo supo al final, porque poco después la puerta del cobertizo se abrió de golpe, tomando por sorpresa tanto al pixie como a la humana.
En ese momento Melida entró sin ser invitada al interior. Luciendo un poco sin aliento y preocupada. Cuando vio que Sascha estaba despierta, suspiró para luego decir. Ç
—Estas despierta. Es un alivio, me arroja el trabajo de despertarte.
Las cejas de Sascha subieron, e inconscientemente lanzó una mirada a Bell. ¿Hiciste algo? Parecía decir sin palabras.
—Por supuesto que no— Bell respondió rodando los ojos. Sascha iba a quejarse por el tono usado por este, cuando el pequeño pixie aleteó más cerca de uno de sus ojos esmeraldas.
—Shh. No dejes que la bruja sepa que puedes entendernos.— Masculló llevándose un dedo a los labios, haciendo la seña universal de ‘guarda silencio.’
Bell sabía que Sascha quería refutar, por lo que rápidamente agregó. —Sería demasiado problemático si llegara a saberlo.
No explicó que sería problemático para las pixies y su reina en particular.
¿Cuál era la identidad Melida? Pues era la bruja de Cannan. Un dato que los humanos desconocían era este, Melida no era solo la bruja de Crimson sino que también era la bruja de Kannan, la Heredad en poder del Fenrir.
Con este tipo de identidad, la bruja estaba más que informada sobre los efectos adversos causados por el néctar del Árbol de Mundo. Bell se estremeció solo de pensar cual sería el castigo para los suyos si la bruja llegaba a conocer lo que habían hecho.
Sascha le dio una mirada cautelosa, pero no delató al pequeño pixie, esencialmente porque ella tampoco quería atraer demasiado la atención de la bruja.
Ingenuamente, Sascha ignoraba que este era un esfuerzo en vano por su parte, después de todo, ella no había echo otra cosa que llamar la atención sobre si misma desde el inicio.
Mientras Sascha era convencida por el pixie, Melida estudiaba el cobertizo, sus ojos púrpuras se desplazaba por encima de los objetos de este con la apariencia de quien busca algo en particular. Giró la cabeza, y encontró lo que buscaba justo después.
El manto de sombras escarlata estaba doblado sobre una esquina desocupada del escritorio. El escritorio era de madera oscura y estaba atestado por libros y materiales sin organizar. Lucía tan abandonado y desorganizado que daba pena mirar.
—No he tenido tiempo a acomodar— Sascha se paró ante este, demostrando que podía moverse rápido cuando así lo necesitaba.
Carmín brillante oscurecía las puntas de sus orejas, era tan obvio que estaba avergonzada que Melida se rió en secreto de ella.
—No te preocupes. Alcánzame tu manto, si eres amable— La anciana suspiró, alzando las manos y espero.
—¿Mi manto?— por alguna razón que no comprendía, Sascha se sentía reacia a entregarlo, ¡este había sido un regalo del lobo después de todo! La razón tras su renuencia era bastante obvia y, aun así, ella se las arregló para continuar en la ignorancia. —¿Para qué lo quieres?
Impaciente y divertida, Melida optó por la opción más rápida y chasqueó los dedos. Al instante el manto levitó a sus manos. Sin darle tiempo a protestar, la bruja colocó una mano sobre la tela y cantó un Arcano. Estática crujió en la atmósfera alrededor de ambas y Sascha sintió como escalofríos cubrían su piel.
—Ya está, he terminado. Todo tuyo— Melida le dijo.
Luego lanzó el manto de regreso a Sascha. Esta lo recibió pareciendo perpleja y confundida. ¿Al final que planeaba la bruja?
—¿Que fue todo esto?
Melida le dio una mirada perezosa antes de decir.
—Ábrelo y lo entenderás.
Las palabras de la bruja despertaron a la criatura curiosa dormitando en su interior. Con una sacudida Sascha abrió el manto. Los pliegues de tela escarlata se desplegaron y una serie de blasones púrpura quedaron a la vista. Sascha manipuló el manto para estudiarlos minuciosamente. Mientras tanto Melida siguió hablando, demasiado impaciente para esperar por ella.
—Estaré ausente durante unos días.
El blasón era una copia perfecta del caldero en el cartel de la tienda. Había dos, uno en un lateral delantero del manto y el segundo en la espalda. ¿Espera qué? Las palabras de la bruja por fin penetraron en su cabeza.
—¿Te vas?
Melida asintió con la cabeza, luego continuó —Algo sucedió y tengo que irme. No te preocupes serán solo un par de días. He archivado tu firma en el espejo y en el portal por lo que podrás continuar tu vida normal sin problemas.
Sascha le dio una mirada en blanco a la bruja.
—¿Espejo?
—Nunca has visto un espejo, ¿verdad?— Melida golpeó su cadera.
¿Era el espejo una herramienta mágica que los plebeyos y personas comunes pudiesen tener? Obviamente no. Sascha había leído sobre ellos, por supuesto. ¿Quién no lo había hecho? La aparición del nuevo artefacto dimensional había sacudido la sociedad varios años atrás. La posibilidad de tener un espacio propio, donde el propietario se convertía en dios y señor con el poder de torcer las leyes naturales, burlar la barrera de espacio-tiempo, despertó la codicia de todos. Lástima que solo los ricos, nobles y realeza pudiesen costear su uso y mantenimiento. Solamente la cantidad de núcleos artificiales necesario para su accionar llevaría a la quiebra a varias personas capaces.
—Ven. Te mostrare— Melida tomó a Sascha de la mano y la arrastró hasta el exterior.
¡Esto se estaba convirtiendo en una costumbre! Ella refunfuñó en la privacidad de su mente. Bell las siguió en silencio, dejando un tenue rastro plateado al volar.
Melida la llevó hasta la cabaña. Una vez adentro, ambas se pararon en el centro del salón despejado. Luego la bruja pateó el suelo tres veces en rápida sucesión.
—No estamos en Kansas, Toto— mascullo, atrayendo la atención perpleja de Sascha. ¿quien era Kansas y quien Toto?
La bruja sonrió en su dirección.
—Es la clave, recuerdala.
Sascha asintió sin saber que mas hacer y al segundo siguiente escucho un crujido, el suelo bajo sus pies se estremeció. Un momento después, el suelo bajo ella comenzó a hundirse. Un jadeó sobresaltado escapó de entre sus labios rojos.
—Tranquila, no pasa nada— Melida palmeó su mano con consuelo.
El corazón de Sascha se tranquilizó gradualmente. Al parecer, los dominios de la bruja tenían más secretos de los que a simple vista parecía. 
La plataforma circular de al menos dos metros cuadrados continuó su camino y las llevó a ambas al sótano. Con un estremecimiento esta se detuvo y la bruja conjuró varias esferas de maná púrpura. Las esferas volaron desde las manos de la bruja y la luz inundó el sótano.
Sascha siguió a la bruja cuando esta se internó más. El sótano estaba llenó con una gran variedad de objetos y trastos, la mesa de comedor y sus sillas entre ellos. Definitivamente las proporciones entre el piso superior y este estaban en desacuerdo.
Melida se detuvo al pie de un pilar de piedra en el centro del sótano. Colocado sobre este, una esfera de metal de al menos treinta centímetros de diámetros giraba incesantemente. Una misteriosa luz púrpura irradiaba de su interior.
—Este es el espejo. El corazón de mi reino y dominio privado.— Melida explicó en voz baja y Sascha observo con ojos bien abiertos mientras la bruja colocaba ambas manos sobre el artefacto y comenzó a alimentar el artefacto con su mana
Las venas y ojos de la bruja refulgieron en un morado fosforescente. Una brisa fantasmal hizo revolotear los alborotados cabellos blanquecino de la bruja. Era una escena del todo surrealista, y presintió que era solo la primera que atestiguaría.
El aumento de poder en la atmósfera cubrió de piel de gallina los brazos de Sascha y la sensación no desapareció hasta que la bruja corto el flujo de su mana, cinco minutos después.
Casi al unisono, ambas soltaron un suspiro de alivio.
Melida miro alrededor del trastero.
—Si hay algo que necesites usar, tómalo de aquí. Solo recuerda cuidarlo y colocarlo justo donde lo encontraste— Ofreció y advirtió a la vez, no porque temiera que la joven le robara o algo. Sino que con su memoria era mejor si todo estaba justo donde lo dejaba.
—Venga, volvamos— Juntas regresaron al piso superior. Una vez allí, la bruja enfrentó a la joven con apariencia ligeramente aturdida. —Cualquier cosa que necesites, pídeselas a mis familiares. Mientras no haya malas intenciones, ellos te obedecerán. Aunque si quieres cocinar y encargarte de los quehaceres tu misma también puedes hacerlo.
La bruja hizo una pausa para recobrar el aliento y por último preguntó. —¿Tienes alguna pregunta?
¿Que si tenía preguntas? ¡Claro que sí! Ahora la cuestión era si se atrevería a preguntar. La respuesta era obvia. Absolutamente no.  Sintiéndose un poco amarga por dentro, Sascha sacudió la cabeza en negación.
—Bien— La bruja asintió complacida. —Recuerda abrir la tienda y reponer el stock diariamente. El horario de la tarde es tuyo, úsalo como decidas.
Sascha siguió a la bruja al exterior. El sol comenzaba a descender y nubes rojizas, doradas y púrpuras se extendían en el firmamento. Apoyada en el umbral de la puerta, Sascha observo a la bruja perderse en lo profundo del Bosque y se estremeció.
Fenrir, brujas, pixies, portales mágicos y dimensiones espejo.
¿A dónde diablos había ido su sencilla vida? ¿Y como la obtenía de vuelta? 
                
         
             
      
 
   
       
        
                
  
             
              

EPDMHEUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora