Un par de horas después, Sascha disfrutó de una cena temprana en compañía de su mentor. Muy impropio de ambos, estaban sentados a la mesa en lugar de comer en cualquier otro rincón del apartamento o la Botica.
Desde donde estaban, el paisaje rústico y campestre de Arden podía ser apreciado en todo su esplendor. La aldea iluminada por los tonos dorados y rojizos del atardecer cuando el sol comenzaba a ocultarse por el oeste. Dentro de muy poco, las sombras se alargarían y cubrirían al mundo con su manto de oscuridad.
Ella tenía una panorámica casi perfecta del pueblo, así que cuando la columna de humo ascendió en vertical al cielo, Sascha no demoro en descubrirla.
—¿Es eso fuego?— saltó fuera de su lugar y se apoyó, casi sacando el torso por la ventana abierta. Una brisa fría fluyó a su alrededor y con ella un intenso olor a humo. Movió fuera de sus ojos varios mechones rebeldes de cabello que con el viento, habían escapado de su asimiento.
Un raspar de silla delató los movimientos de su Maestro cuando el anciano boticario imitó su conducta y se acercó al ventanal.
—Eso creo, iré a investigar que pasó y ¿Sascha?— se volvió, mirando a Sheamus bajar las escaleras. —Recuerda no abandonar la Botica.
—Lo sé. Ve tranquilo— Ella gesticuló, restándole importancia.
El anciano gruñó algo por lo bajo y a la carrera descendió por las escaleras. Para ser un anciano era bastante enérgico. Sascha resopló con diversión y regresó su atención en dirección a la columna de humo.
Se volvió y desde su atalaya observó a las personas correr en dirección al humo. Donde había esa cantidad de humo, había una igual cantidad de fuego y nadie en el pueblo quería que una chispa volara y quemara la mitad de la aldea y sus cosechas. En otra época, Sascha habría salido a ayudar, ahora se limitó a colgar precariamente desde la ventana del segundo piso de la botica.
Mientras miraba, un mal presentimiento anudó su estómago en tensos nudos. No habían tenido sequías ese año, el verano fue fresco y lluvioso como siempre. Con el invierno a la vuelta de la esquina, El clima empezaba a tornarse más fresco. Así que no había razón para que un repentino incendio apareciera de la nada.
El mal presentimiento solo empeoró cuando advirtió la dirección desde la que crecía la columna de humo. La finca Conrfield. Cuando media hora más tarde Sheamus regresó con un gruñido en su voz y una maldición entre sus labios, ella lo supo, simplemente lo supo.
—Quemó mis cosas, ¿verdad?
—Lo siento— el anciano sacudió sus manos tiznadas por hollín. —El muy bastardo enloqueció, te digo. Hizo una pira en la parte de atrás y para cuando fue descubierto todo ardía en llamas.
—No te disculpes. No fue tu culpa— apoyada contra los bastidores abiertos, controló el impulso de llorar y falló miserablemente. Solo eran objetos, pero eran sus objetos. Sus atuendos, sus libros, instrumental de trabajo y accesorios. Todo era suyo y ahora se había perdido. —Tenías razón, no debí haberla provocado.
—Ah. No. No. No llores, ¿de acuerdo? Que no soy nada bueno consolando— El anciano palmeó su espalda torpemente y un refunfuño en su voz.
—No lo hago— sorbió las lagrimas que no dejaban de caer.
—¿En serio? Debe ser cosa de la edad, entonces. Debo de estar perdiendo la vista y tener los oídos tapados.
Contra su voluntad una renuente sonrisa tiró de sus labios con el comentario irónico del anciano. Entonces un objeto fue depositado en sus manos.
—Esto fue lo único que conseguí salvar.
Sascha abrió las palmas cerradas y durante un segundo no identificó la pulsera en sus manos. Eslabones de plata fina con un engarce de platino, un cristal de maná con su nombre tallado en el colgaba de la pulsera.
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EPDMHEUM
RomanceTitulo y sinopsis original en el apartado de información. Espero de todo corazón que tengas momentos agradables y divertidos con mi historia.