Capítulo 44. A la sombra de un camino de ruda.

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Sosteniéndole desde las raíces, Sascha tiró de la mala hierba con ira controlada. Era importante extraerlas por completo de la tierra o de lo contrario toda su ardua labor sería en vano. Las malas hierbas al igual que los humanos solo necesitaban una mínima fracción oportunidad y volverían a pulular como hormigas sobre una hogaza de pan.

Limpio el sudor con la manga de su camisa. Esa mañana llevaba pantalones y una camisa cómoda de trabajo, ropa práctica en comparación a los vestidos que solía preferir.

También era muy fresca y ligera.

Sascha echo un vistazo al huerto de ruda. La temperatura estaba por encima de los treinta grados y el clima era propio del mediterráneo. Sus pies descalzos se hundían en el suelo arenoso y suelto preferido por esta planta; Debido a la temprana hora y el sistema de riego, la tierra se encontraba fría y húmeda. Sin embargo, esto pronto cambiaría, razón por la que cuidar de ellas era mejor a estas horas.

El huerto de la Bruja estaba surtido con especímenes de todas partes del mundo, por lo que Melida no había dudado a la hora de recrear biomas artificiales en cada parcela para cuidar de sus adoradas plantas.

—¿Estas molesta?

Desviando la mirada de su próxima víctima, echo un vistazo a su nueva guardiana. En algún momento mientras dormía –cosa que hacia demasiado últimamente- alguien decidió que necesitaba una chaperona, la cual sorprendentemente terminó siendo la pequeña pixie de alas verdes.

Apretó los dientes, ¿por qué todos parecían creer que necesitaba supervisión permanente? Ella no era la que se enfrentaba a esclavistas, criminales y sabría el Grande que más.

Entonces, ¿por qué tenía que estar constantemente protegida?

—No, no lo estoy— Resopló y sacó otra mala hierba.

La sensación de la tierra oscura, húmeda y rica en nutrientes minerales más la luz del sol estaban consiguiendo disminuir su enojo. De todas sus labores como herborista cuidar del jardín de hierbas siempre fue su preferida.

Supuso que era un instinto legado a ella por algunos de sus padres. Por otra parte, y si los pixies tenían razón sobre quien era su 'posible' Ancestra –ella todavía estaba a favor de la negación plausible- entonces el instinto no era tan descabellado, ¿verdad?

Sin embargo, Sascha no quería ser apaciguada, por alguna razón últimamente su estado de ánimo era particularmente belicoso. ¿Estaba siendo influenciada por sus bebés o era solo su propio temperamento haciendo gala de presencia?

Antes era fácil ocultar sus malas pulgas tras una fachada de fría y estudiada indiferencia, desgraciadamente descubrió que desde que su comenzó embarazo, esto se volvía cada vez más difícil... casi imposible, si era sincera.

—Si, sí que lo estas— Jade revoloteo en el aire. —Mira, incluso los estas asustando a ellos.

Desvió su atención de las malas hierbas, y contempló al coro de pixies a un par de metros de ellas. Las criaturas habían formado un definido y claro anillo con ella como su núcleo.

Antenas se estremecieron y alas temblaron cuando se centró en ellos. Desvió la mirada al instante, aun no estaba convencida de perdonar o no a los pixies y con excepción de Jade no quería a ninguno de ellos a su alrededor.

Dejo escapar un suspiro, siempre había sido mala para dejar escapar los rencores, fueran viejos o nuevos.

—Melida no tenía que echarme de la tienda— Después de una última mirada se quejó.

Una brisa sopló casi arrancándole el sombrero de ala ancha de paja de la cabeza. Lo sostuvo con una mano, mientras con la otra limpiaba el sudor de su nariz. Sin saberlo, una mancha oscura tiño la punta de esta.

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