55.- Sentimientos confusos

100 17 1
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Capítulo 55
— Sentimientos confusos —

Descendía por las escaleras que rechinaban con cada paso, aún cuando Itsuki era la más ligera de las hermanas, y el barandal de madera descolorido no podría sostenerla de caer. Debía caminar con cuidado, aunque tarda más, porqué uno nunca sabe cuándo puede morir. Al pasar unos segundos, digamos que justo los cuarenta, camino por el pasillo que le llevaría a la habitación de su abuelo. O el de Itsuki.

Las paredes de madera pintadas por capas de pintura blanca, se veían ya descoloridas, con la pintura corrida y manchas de lo que podría ser los toques a la pared. El lugar al completo estaba carcomido por el tiempo, que venían siendo ya treinta años, pero aún se sentía la escencia del trabajo duro y el aroma a madera por la posada. Itsuki había visito este sitio en un tiempo pasado que ya había olvidado. Era increíble como muchos de sus recuerdos iban y venían de forma involuntaria.

—Con permiso —había entrado a la habitación estilo japonés antiguo tapizado con pinturas antiguas. El abuelo de Itsuki estaba recostado en el futón acolchonado y calientito. Itsuki se acercó al abuelo y este se levantó un poco para hablar con su nieta.

—Itsuki, que bueno que vienes —dijo el abuelo. Itsuki asintió, poniéndose de cuclillas para verlo.

—¿Quería hablar conmigo abuelo? —pregunto Itsuki, curiosa. El abuelo asintió y de uno de los cajones cercanos saco una hoja.

—Toma, leelo —indico el abuelo e Itsuki le hizo caso. Fue una lectura breve pues la tipografía, bajo la experiencia de Itsuki, era Time New Roman del número 14. A mitad del documento, se detuvo y miro a su abuelo.

—Abuelo, ¿Por qué yo estoy aquí? —señalo uno de los tantos párrafos, dónde el nombre de Itsuki era visible.

—Es mi testamento —dijo el abuelo, sonriendo mientras ve a Itsuki.

—¿Qué? —Itsuki abrió los ojos.

[...]

A la mañana del siguiente día las nubes se habían ido y el cielo azul era más que visible, digno de una pintura. Futarou se veía a su mismo desde un segundo plano mientras rememora lo sucedido ayer. La chica con la que choco se había ido, le vio correr hacia alguna de las habitaciones de esta posado, pero no le había dicho su nombre. Ni siquiera le respondió si estaba bien o no. Eso seguía flotando por su mente surcando mareas y ríos. Llegó a pensar que se estaba volviendo loco de tanto pensarlo, así que salió de su habitación y vago por la posada hacia cualquier lugar que sus propios pies le llevarán. Llegó a la planta baja, lo que le sorprendió, y vio que no se veían ningún alma cerca.

—¿Acaso nadie viene aquí o que? —se pregunto Futarou, desconcertado. Siguió caminando y con cada paso había un eco que venía después. Cuando era pobre, y no tenía mucho, jamás había pensado en estar de viaje en uno de estos lugares. La posada era linda, aún siendo un poco vieja, pero tenía su toque nostálgico de la época antigua de jalón.

Los baños termales eran refrescantes y la comida era exquisita, aunque un poco familiar. Su familia parecía disfrutar de este ambiente nuevo, lleno de vida y comida, lo que más deseaban. En resumen, la vida iba viendo en popa para él, y todo había comenzado por Itsuki. Desde que ella entro a su vida junto con sus cuatro hermanas idiotas, pero muy buenas amigas, su vida se vio como una película, llena de giros y drama. Incluso se confesó a su amiga, Itsuki, pero había sido rechazado. Aún así, no sentía que fuera algo malo. En medio de su camino, se había cruzado con la entrada de las aguas termales. Decidió darse un buen baño para despejar su mente.

Ajeno a ello, Nino se veía confusa en la posada. Hacía un buen tiempo que no venía a este lugar, y viendo los grandes cambios que tuvo, se hallaba en una aventura por descubrir cada rincón de las aguas termales. Itsuki se había ido, y no tenía un guía para esta aventura, por lo que se venía perdiendo debes en cuando. A cada paso que daba sentía que iba a un lado que ya había cruzado, pero en cuanto vio la entrada de las aguas termales, se adentro en la primera puerta, sin ver el letrero de "hombres" descolorido y medio caído.

Adentro el humo se esparcía por su alrededor. A penas podía ver entre sombras, notando una sombra que se movía por el agua, supuso que no estaba sola.

—Buenas tardes —dijo Nino, lleno a el vestidor. Se desprendió de sus prendas de marca y de sus moños de mariposa que llevaba desde hace mucho. Por las aguas, y con un miedo creciente, se hallaba Futarou, con el sudor del calor que emanan las aguas bajando por su frente.

—¿Es Nino? —miro los moños de Nino moverse por la capa de humo hacia el vestidor—. ¿Por qué está aquí? Este el baño de hombres ¿No? —pensó Futarou, obligandose a si mismo a recordar el momento en el que cruzo la puerta. No sé había equivocado, estaba en el baño de hombres y Nino, está vez, se equivocó. Y lo debía ser una celebración por su victoria, se veía más como una escena de tensión cargada de miedo. Futarou escucho como la chica se metía en el agua, sumergiendo sus pies, ante esto, grito—. ¡Espera! —habia dicho Futarou. Nino se detuvo y ensanchó los ojos y poso su mirada al frente. Había de ver la sombra de lo que ahora, gracias a qué había escuchado su voz, era un hombre. Siendo alguien bien conocido.

—¡¿Futarou?! ¡¿Qué haces en el baño de mujeres?! ¡Pervertido! —iba a lanzarle la cubo de madera con agua fría dentro, pero Futarou hablo antes que eso sucediera.

—¡Este es el baño de hombres! Te equivocaste de baño —dijo Futarou. Nino se detuvo, tomo una toalla y su ropa. Antes de salir, miro la sombra de Futarou entre la neblina. Sus mejillas se volvían un rojo tenue de amor.

—Futarou, olvida que estuve aquí —dijo Nino.

—Ya está borrado —dijo Futarou. Nino salió del baño y un silencio incómodo se hizo presente. Futarou suspiro y vio arriba, con la niebla subiendo. Comenzó una serie de pensamientos volátiles llenos de sentimientos. Entre los que más se repetían era: ¿Amaba todavía a Itsuki? Encontró una respuestas rápida: Si. Y sin embargo, habían dos chicas que se veían por encima de sus pensamientos.

Futarou recordó la tarde que había pasado con Miku en el centro comercial. Se divirtió, no podía negarlo, incluso había pensando en lo bien que se veía Miku ese día. Con Nino era otro caso, había cambiado su forma de pensar sobre ella. Paso de ser la chica que lo odiaba a ser una posible amiga. Aún tenía que pensar en el tipo de relación que tenían. Justo ahora la había visto semidesnuda, pero no alcanzo a ver mucho pues la niebla era espesa y la bruma del momento lo obligó a curbirse los ojos para no verle el cuerpo al desnudo.

—Que difícil es esto —pensó mientras salia del agua con una toalla cubriendo su parte baja. Debía dejar de pensar en estás cosas de jóvenes enamorados.

Continuará...

Extra:

La noche había caído en Japón y la familia Uesugui, y el resto de los que habitan la posada, dormían tranquilos en sus futones. En medio de su sueño, despertó tras oír la puerta corrediza deslizarse lentamente, pero dando un sonido chocante al encontrarse con la otra puerta. Vio la luz entrar desde afuera del pasillo hasta dentro de su habitación, entre abrió los ojos, para ver la silueta de su amiga, Itsuki, recargada sobre el marco de la puerta.

Gracias por leer.

Espero les haya gustado el capítulo y recuerden deja su voto si les gustó. Nos vemos en el próximo capítulo...

Nota: creo que está vez me pase con las descripciones jajaja. Comenten si les molesta que haga eso para tomarlo en cuanta en futuros capítulos, porqué creo yo que parecen más cortos los capítulos con menos diálogo.

Reencarne En Itsuki NakanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora