28.- Fogata

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Capítulo 28— Fogata —

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Capítulo 28
— Fogata —

[...]


La brisa acaricia su piel mientras los rayos del sol iluminan las ventanas del departamento. T/n observa a Yotsuba luchar por respirar, con su rostro sonrojado y su temperatura elevada. Con delicadeza, T/n le palpa la frente a Yotsuba; está ardiendo en fiebre.

— ¿Por qué no nos dijiste que te sentías mal? — pregunta Itsuki, preocupada. Yotsuba le sonríe débilmente.

— No quería preocupar a mamá — responde Yotsuba con un tono apagado.

Itsuki suspira; sabe que Yotsuba siempre ha sido alguien alegre y dispuesta a ayudar a los demás.

— No vuelvas a hacerlo; si te sientes mal, avísanos. No eres una molestia ni una carga, Yotsuba — insiste Itsuki.

Itsuki abre el cajón del ropero y busca en el fondo un fajo de billetes, suficiente para comprar medicina.

<¿Cuánto costará la consulta médica?> se pregunta Itsuki, recordando de repente que no hay un médico cercano a donde viven.

<Puta madre> maldice T/n.

Yotsuba está enferma y no hay suficiente dinero para un médico; además, no hay un médico cerca que pueda atenderla. La casa está vacía; nadie más está en casa, solo ellos dos. La única solución que se le ocurre es cargar a Yotsuba entre sus brazos y, con un último vistazo a la casa, salir de allí. El camino es largo, lleva a Yotsuba sobre su espalda. Camina hasta Kioto, incapaz de pagar por un autobús que los lleve.

Finalmente, llegan al consultorio de un doctor peculiar: Marou Nakano. Itsuki toca la puerta y Marou la abre, encontrándose con las dos hermanas exhaustas.

— Por favor, atiende a mi hermana y te compensaré en el futuro — ruega Itsuki.

[...]

<Descansa, Itsuki.> Pensó Yotsuba. Beso la frente de su hermana quien dormía en la cama de enfermería. Con el impacto de su abdomen contra el árbol quedó inconsciente cuando percibió el dolor. Para su fortuna había médicos que atendían en las montañas; aquello le salvó de un imprevisto retiró del campamento. Yotsuba sonrió con amargura; había pensando en hacer de este el mejor viaje para su hermana. Se sentó en la silla de al lado de la cama. Observó el rostro pacífico de su hermana durmiendo.

<Siempre me cuidaste. Pero no solo a mi.> Pensó Yotsuba. Recordó las veces en que ella cuido del resto; dando consejos, haciendo tareas del hogar, ser como una madre para ellas. Ella siempre estuvo ahí cuando había dolor. Jamás se alejo de ellas, aunque no fuera alguien presente, siempre estuvo con ellas.

Reencarne En Itsuki NakanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora