Capítulo 21

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"Las mujeres también podemos jugar" -lpl.

Un año después

¿Qué ha sucedido este largo tiempo?

Muchas cosas

Me convertí en agente secreto de la FEECN. Soy tratada con el mismo respeto, que se usa con ellos. Me tratan como uno más. No cómo una dama. Ni un objeto. Un soldado más.
Gané la batalla en el primer campo. Gobierno en un terreno machista.

Mis clases de italiano...
¿Qué les puedo decir?...

Ahora poseo la nacionalidad italiana. Soy Toriccelli. La nieta de Bruno. La hermana de Lorenzo. El país me pertenece, así como a ellos. Roma no solo se convirtió en mi hogar. Sino mi ciudad.

Poseo más poder del que imaginé. El señor Argent ha mejorado también. Nuestra relación, digamos que no es amores y abrazos, pero sí, es mejor que, la que solíamos tener. Aprendí a manejar los laboratorios, a poder liderarlos sin tener que estar junto al señor Argent. También me despojaron de las vendas. No más secretos entre nosotros, por los momentos.

Sigo siendo una mentirosa. La muñeca que sigue órdenes.

Conduzco a la FEECN debido a un llamado por parte de mí hermano. Poseo un Ferrari. Uno hermoso y majestuoso. Personalizado. Acelero a fondo y el ruido del motor es magnífico.

Me siento poderosa, viva.

Veo los árboles y sonrio. Este camino me fue oculto por un año. Uno donde demostré ser leal. Fiel. Alguien quien puedas confiar y saber qué callará cómo una tumba. El camino es recto, la carretera parece sin fin. Hasta llegar a un desvío. Uno que dirige a lo más profundo del bosque.

La FEECN se encuentra oculta en el bosque, pero no se crean. No es una cabaña ni una estructura que se va a caer con el pasar de años. No. Está organización es todo lo opuesto. Sigo hasta llegar al camino de piedras y estoy cerca. Los pinos gigantes cubren el cielo. Solo es una mancha lo que se visualiza. Al llegar. Bajo y los guardias me reciben.

Y ahí estaba la FEECN

La entrada era una puerta enorme color negro. De acero. Una estructura recta hasta el cielo, color azul oscuro. Tan oscuro como las profundidades del océano. Ese oscuro que en vez de querer. Le temes. La entrada es una inmensa línea, una que daba al patio trasero, donde los camiones blindados salían. Incluso tanques. La puerta tiene una cámara. Una oculta. Era elegante. Sofisticada. Abren y entro.

Los pasillos claros. Largos. Iluminados por lámparas en forma de círculos, incrustadas en el orillo del techo. La sala principal, color blanca, con escritorios donde los computadores del personal responsable del papeleo y noticias, se encuentra. Sigo mi camino hasta pasar a la segunda parte.

La parte de los agentes y hackers

La habitación era más oscura. Llena de pantallas, las cuáles, mostraban absolutamente todas Italia, y el mundo entero. Radares. Localizaciones. Rutas. Barcos. Satélites. Ondas. De todo se encontraba en esta habitación. Algunos me saludan. Otros bajan la mirada. Unos me miran con deseo. Otros, simplemente respirando profundo para seguir en lo suyo.

Avanzo hasta llegar a la oficina de mi querido jefe. La puerta cerrada, como costumbre. Toco dos veces para escuchar su orden y entrar.

-Señor.

Está de brazos cruzados sobre su pecho. Marcando sus músculos. Tiene el cabello alborotado. Y esa mirada fría que te manda a la mierda. Admito que el ejercicio le ha sentado de maravilla. Ha cambiado, al igual que yo.

-Agente... Siéntese.

Asiento para sentarme sobre las silla. Uno mis manos sobre el escritorio, esperando que diga que tiene para el día de hoy. Me he hecho cargo de entrenamientos. De clases. De recibir a los nuevos. De enseñar. Sigo los pasos que el siguió una vez.

Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora