Capítulo 9

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"No podemos tapar el sol con un dedo" -lpl.

Tres de la mañana, y ya estaba en el avión, camino a Italia. Dejé a Bruno con el señor Argent y mi familia. Me enfrentaré a Lorenzo. Y le exigiré y demostraré que se equivoca conmigo. Las palabras del señor Argent rebobinan en mi cabeza.

¿Cómo Lorenzo se atrevió a golpear a su padre de esa forma?

Una relación puede estar rota. Y no por ello, significa que debas golpear a tu padre de esa manera. El cielo oscuro es lo único que logro visualizar. No logré conseguir el sueño. Las imágenes vivas siguen. Acechando, susurrando. Escudriñando mi mente. El cuerpo sin vida de Mónica. Los golpes de Bruno. El desprecio de mis hermanas. Se junta todo, convirtiéndose en una bomba.

Aterrizamos en Italia. La temporada de lluvias era presente. Los días grises no eran temporales. Cada día llovía más que al anterior. O simplemente se quedaban así. Lúgubre. Fríos. La camioneta me lleva a la FEECN. A mitad del camino me coloco la venda. Es mejor llevarse bien con las adversidades. Escanearlas, estudiarlas, te dan tiempo de analizar. El movimiento se detiene, retiro la venda de mi cara para salir.

Llegué

El torrente me cubre y no me molesto en avanzar rápido. Tomo mi tiempo para entrar. Al hacerlo, la agencia se encuentra con algún que otro personal. Los soldados están durmiendo. Sólo se encuentran en pie, los técnicos. Los expertos en computadoras. Rastreadores. Jefes y líderes. Visualizo una cabeza naranja a unos metros de mi posición y no tardo en ir por él.

-Lorenzo... ¿Dónde está?.

Jacob me mira y luego al resto. Sus ojos me recorren entera, sus cejas se unen y su mueca de disgusto me indica que está preocupado, molesto, confuso.

-¿Qué demonios?.

-Exijo ver al jefe Toriccelli... Es de vida o muerte.

-¿Estás bien? -se acerca a mí-. Estás empapada.. ¿Sucedió algo?.

-Estoy bien, solo es algo de familia.

La decepción se refleja en sus ojos y se detiene. No estoy para estás estupideces ahorita. Veré a ese maldito cara de culo y me va a escuchar. No importa si me manda a correr todo el puto día. Me harté de que quieran hacerme ver débil. Me harté de todo.

-¿Bien? ¿Me dirás?.

-Vaya a sus aposentos, recluta -dicta viril-. En unas horas será llevada al campo de tiros, seguido del combate mano a mano, para luego ingresarla al circuito.

-Cómo ordene -subo mi mano a mí cien con una sonrisa burlona-. Señor.

Me retiro de ahí para ir a los baños y cambiarme. La campana comienza a sonar, indicando que el día empieza. Ato mi cabello en una trenza de lado. La franelilla negra ajustada, el mono del mismo tono, holgado. Las botas gruesas. Vendo mis manos para dirigirme al campo de tiros. Mis compañeros me observan para susurrar entre ellos. Jacob aparece con su semblante serio. Firme. Observamos con cautela sus pasos. Veo el cielo, y hoy también lloverá.

-¿Lindo día no creen? -recita con ironía-. Hoy entrenarán la puntería, en las mesas detrás de ustedes, podrán observar diversos modelos de armas ligeras. Desde una ametralladora de largo alcance, hasta una insignificante granada.

Giramos para ver las mesas repletas de cartuchos. Armas. Granadas de todo tamaño. Avanzamos hasta ellas, quedando frente a frente. El chico de cabello rubio me mira para lanzarme un beso.

-Su prueba inicia ahora -informa fuerte-. Tendrán diez minutos para probar todas las armas , con el fin de dar sólo a la cabeza de los muñecos de pruebas.

Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora