Capítulo 26

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Sus manos empezaron a sudar mientras observaba detenidamente las hojas perfectamente alineadas en la carpeta, pero leía sin lograr comprender; solo veía letras, ya que los nervios la estaban consumiendo. Podía sentir la penetrante mirada del ojiceleste sobre ella, mientras su silencio la transportaba de vuelta al momento en que decidieron besarse, y una vez más sintió que toda esa sensación era completamente irreal.

Lo que sentía podría deberse significativamente a sus nervios o al hecho de que, literalmente, estaba siendo presa de la intensa mirada del hombre sentado frente a ella. Mientras desayunaba con despreocupación, como si el evento que acababa de ocurrir no le hubiera afectado en lo más mínimo, ella carecía de la comprensión necesaria para darse cuenta de que, inconscientemente, el mandatario se perdía en sus ojos, hipnotizado por el beso que aún parecía cautivarlo, sintiendo la presión como si aún estuvieran besándose.

Con discreción, inhaló profundamente y reunió el coraje necesario para apartar la mirada de los papeles, que hasta ese momento habían sido un escudo invisible para ocultar sus nervios, y en su lugar, fijó sus ojos en los de Javier. En el instante en que lo hizo, recibió una sonrisa tan inocente que dejaba ver sus dientes mientras él cerraba los ojos, y sin darse cuenta, sintió que su corazón se derretía de puro amor. Ella adoraba esa sonrisa, amaba verla, pero solo tenía la oportunidad de apreciarla en raras ocasiones, generalmente cuando lo entrevistaban. La mostraba cuando estaba cansado o simplemente rebosante de alegría; era su sonrisa milagrosa.

Myriam bajó la mirada de regresó a los papeles, aborta en sus pensamientos que desde la sonrisa se convirtieron en un desastre. Su cabeza era un completo lío, pero su recuerdo trabajó muy duro para guardar esa imagen por el resto de su vida, segura de que esa sonrisa se convertiría en su nueva obsesión. Murmuró cosas inaudibles por unos segundos antes de regañarse mentalmente por no prestar atención a los papeles que claramente se volvería un problema grande. A pesar de sus intentos, fue como un caso imposible teniendo la presencia de Milei ante ella.

-¿A qué hora te vas? -Se animó a preguntar, evitando por completo la mirada del mandatario.

-¿Ya te incomodé? -interrogó, apartando la mirada a la hora en su celular-. En unas horas, es muy temprano.

-No, no, no me estás incomodando -respondió, claramente ocultando la verdad-, ¿No te molesta que te deje solo? Necesito hacer otra cosa, voy y vuelvo.

-Bueno -contestó alegré; sin llegar a expresarlo por completo.

Myriam se puso de pie y abrazó la carpeta que contenía toda la información relevante sobre esa ley fundamental. Observó por un momento la postura vulnerable del mandatario, consciente de que pronto todo cambiaría. Antes de retirarse, reunió coraje desde lo más profundo de su ser para rodear la mesa con su mirada fija en ella, y se acercó con una determinación innegable antes de depositar un beso en su frente. Sintió la mano de Javier en su espalda y, cuando intentó alejarse, fue detenida por ambas manos antes de verlo retroceder con la silla y, con suavidad, colocarla entre sus piernas.

El momento para reaccionar nunca llegó, ya que una de las manos de Javier sostuvo su rostro antes de cubrirlo con besos apasionados. La devoraba con avidez, como si estuviera ansioso por saciar su hambre con ella, anhelando encontrar su sustento en sus labios. Ambos respondieron al compás de sus cuerpos y se dejaron llevar por la atmósfera, mientras Myriam sentía las manos nerviosas de Milei, intentando evitar tocarla más allá de su rostro o espalda. Entre besos, la mujer sonrió y se apartó repentinamente, provocando otro pequeño sonido. Admiró los ojos celestes rebosantes de brillo y guardó en su mente la imagen de sus mejillas rosadas que cambiaban brevemente a un tono de rojo, como si fuera un camaleón. Conteniendo la risa, acarició su rostro para animarlo a cerrar los ojos, plantó varios besos por toda su cara antes de detenerse por unos segundos en sus labios. Luego regresó a su frente para depositar otro último beso allí y finalmente se levantó para marcharse.

Estaba extasiado, perdido en el aire con los besos de Myriam aún marcados en su rostro y sus labios como un grato recuerdo. Acomodó su silla junto a la mesa y se concentró en terminar su café antes de que se enfriara, pero mientras lo bebía, su mente divagaba en la agradable sensación que ella le había transmitido. Sus ojos celestes, casi opacados por la dilatación de las pupilas, lo obligaron a cerrarlos no solo para disfrutar el aroma del café, sino también la mezcla de olores y sensaciones que Bregman había dejado impregnadas en él. Su perfume aún flotaba en el ambiente, y las caricias de sus manos le habían dejado una placentera sensación en el rostro; algo que no quería olvidar, al igual que su corazón palpitante de emoción.

Iba a quedarse suspendido en el aire, con solo el eco de los besos en su mente, pero el zumbido de su celular lo obligó a reaccionar. Encendió el dispositivo sin llegar a tomarlo, y revisó la notificación que provenía de su hermana. Finalmente, lo sostuvo entre sus manos y desbloqueó la pantalla para ingresar a la aplicación y leer el mensaje. El tenue brillo del teléfono no fue suficiente para apartarlo de sus recuerdos; salvajemente se sumergía en su propia mente, alejándose de la realidad para revivir las sensaciones una vez más. Sin embargo, otro mensaje llegó y sintió la obligación de leerlo: "¿Cómo va todo? ¿Qué te hizo primero, te agarró de los pelos? Te dije que fueras amable, Myriam tiene un carácter fuerte".

Sonrió de manera cómplice ante el divertido mensaje y le contestó rápidamente, compartiéndole en pocas palabras lo ocurrido durante esa hora de desayuno e incluso antes de desayunar. Se animó a confesarle que aún se hallaba inmerso en las sensaciones vividas, y recibió unos agradables emojis que lo hicieron sentir en confianza; su hermana realmente comprendía y agradecía ese gesto. Al finalizar la conversación, se sumergió en otra plataforma para distraerse con las noticias, revisó los mensajes destacados y rió en silencio con los divertidos memes que sus seguidores publicaban. Sin embargo, nada fue suficiente para devolverlo a la realidad, pues su corazón todavía latía con emoción y sus labios ansiaban volver a probarla, casi como si intuyeran que ella se convertiría en una adicción para él.

En esta no, pero en otra sí | Milei x Bregman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora