Capítulo 22

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Fue repentino, pero ambos se habían sumergido en una burbuja de risas, sentados de lado a lado mientras reían incontables veces por cosas absurdas. Myriam había roto la pared invisible desde el comienzo, pero fue Javier quien alivió el ambiente con algunos dichos graciosos. Ella no podía evitar reírse y él no deseaba que su risa cesara, le encantaba verla reír.

—Basta —pidió entre risas a coro con las de Javier—, que me duele la panza.

—Te digo la verdad —continuó, retirando su mirada al suelo sin quitar su sonrisa—. Pero sí... Fue inolvidable.

—No te conocía así, eh —soltó Bregman, callando inmediatamente al recordarlo todo—. Nunca te conocí así, Javi... Milei.

—Mundo nuevo, acordate —le recordó, capturando su atención—, no estamos en contra, nos tocó trabajar juntos y miramos acá... Tratando de entender por qué no estás gritando dentro y fuera del congreso, o en las calles.

—Que rencoroso. —Myriam le sacó la lengua y luego estalló a risas—. Bueno contame, ¿Qué ibas a hacer, sacar una nueva ley bases?

—Sí, mañana a la mañana se van a dar los votos —contó sin preocupación—, se aprueba y con esto ganamos. Argentina se va a recuperar.

—¿Mañana no vas a estar por acá, no? —interrogó, mirándolo fijamente—, no llegué a leer nada y admito que me atrasé un poco... Mañana aprovecho el tiempo para estar al día, después me paso al congreso.

—No, tengo reuniones fuera del país —respondió, acomodándose en su lugar—, y tengo todo en una carpeta, antes de irme te lo mando para que estés al tanto.

—Dale... ¿Dónde está tu hermana? Que raro que no volvió —Myriam buscó a Karina por los alrededores, pero no la encontró.

—Seguro sigue en la cocina —respondió indiferente—, ¿Querés tomar algo? Si querés te traigo.

—Sí por favor, un jugo o algo —pidió amablemente—. Alcohol por ahora no, termino en el piso.

La risa de Javier no pasó desapercibida para ella, provocándole una sensación de orgullo por haber logrado arrancarle una sonrisa. Lo observó alejarse con paso tranquilo, y cuando ya no lo tuvo a la vista, esbozó lentamente una sonrisa propia. Buscó su celular en el bolsillo y lo desbloqueó de inmediato, buscando no solo distracción en el dispositivo, sino también información.

—¡¿Cómo estás, Javi?! —saludó Victoria tan pronto Javier ingresó a la cocina—, ¡feliz cumpleaños, anciano!

—¡Vicky! —saludó, sus brazos la recibieron con cariño y observó a Del Caño detrás—, ¿Cómo están? No los ví, ¿Llegaron recién?

—Nooo, hace una hora —contestó Del Caño, acercándose para abrazarlo—, felíz cumpleaños.

—¿Una hora? —Javier buscó a su hermana y a través de su mirada la interrogó en silencio.

—Te estabas riendo mucho con Myriam, les fui a abrir yo —contó risueña—, ni siquiera se dieron cuenta.

—Hasta ruido hicimos —intervino Victoria, bebiendo un líquido amarillento; sidra quizás—, Che, ¿todo en onda con ustedes? No me contaste nada que turro.

Esa conversación fue como revivir los momentos vividos en su hogar, en su Argentina. Estaba satisfecho con el trabajo de Victoria, pero echaba de menos su papel como vicepresidente, extrañaba su antigua rutina. Pronto recordó a todos sus amigos, resultó irónico que jamás hubiera pensado en ellos hasta ese momento.

—¿Viene más gente? —preguntó Javier, ignorando completamente la pregunta de Victoria.

—Sí, los chicos y también Manuel —respondió Karina—, ¿Por qué?

—Miralo a este, me re ignoró —susurró Victoria, indignada-. Le voy a preguntar a Myriam, de paso le llevo algo de tomar.

—Te acompaño —Nicolas llevó con él la botella mientras seguía los pasos de Victoria.

—No, pensé que venía más gente —confesó el mandatario, retornando sus pensamientos—. ¿En qué te ayudo? Vamos con ellos.

—Llevá la comida, yo llevo el resto y ojo con tirar algo —amenazó—, porque nunca más te cocino algo.

Los hermanos se reunieron con los demás, pero al llegar Javier posó sus ojos en el rostro de Myriam. Nunca la había visto tan alegre; al menos, no frente a él, todo por culpa de su rivalidad. Su corazón dió un vuelco cuando esos brillantes ojos lo miraron sin pestañear, atenta a sus movimientos mientras su sonrisa lo distraía de su realidad.

—Me está ignorando devuelta —dijo Victoria—. ¡Hola, Javier Milei! Te estaba preguntando, ¿Querés el regalo ahora o después?

—No era necesario el regalo —respondió, dejó la bandeja en la mesa del centro y continuó—, pero gracias igual.

—Después entonces —se respondió Victoria, causando las risas de los presentes.

Durante esos minutos, Victoria se animó a encender la música para crear el ambiente festivo. Los sonidos alegres y las canciones movidas provocaron diversión, y la personalidad de Victoria encajaba perfectamente para animar una fiesta que se presentaba aburrida. Poco a poco, las personas comenzaron a llegar. Primero llegó el vocero, Manuel Adorni, acompañado por su esposa. Luego apareció el joven Iñaki con su novia, y entre tantos conocidos se unieron bastantes amigos que formaban parte de "La Libertad Avanza (LLA)".

—¿Cómo estás, padrino? —saludó Iñaki, sorprendiendo al mandatario—. ¿El quinceañero la está pasando bien?

—Iñaki —Javier abrió sus brazos y ambos se abrazaron con energía—, la estoy pasando bien, no se cumplen quince todos los días.

Ambos rieron en privado mientras sostenían una conversación que Javier solía tener con él. Lo trataba como a un hijo y se esforzaba por mantenerse al tanto de sus temas de conversación; sin embargo, la forma hipnotizante en que Myriam bailaba al compás de Victoria capturó por completo su atención. Era una danza divertida, con movimientos impredecibles, pero a la vez, con elegancia y seducción.

—¿Todo bien entre ustedes? —interrogó Iñaki, atento a las facciones de Javier—. Me dijeron que estuvieron peleados.

—¡Veni a bailar, Javi! —llamó Victoria, acercándose a los dos—, vengan los dos.

Victoria tomó las manos de ambos hombres y los condujo al centro espacioso donde se desarrollaba la danza. Juntó a Iñaki con su novia, pero se encargó de que Javier se acercara a Myriam; así que unió la mano del mandatario con la de Bregman, mientras apenas contenían la risa. Los demás invitados el resto de las veces se unían, algunos charlaban mientras disfrutaban del sabor de la comida, pero a esa pareja no les importaba nada más que ellos.

En esta no, pero en otra sí | Milei x Bregman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora