capítulo 11

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Con el celular en la mano, Myriam reflexionó sobre lo que acababa de oír. Estaba consciente de que todos ahí eran personas diferentes, exceptuando a Milei, que realmente mostraban cariño hacia ella. Pudo confirmarlo al recibir el mensaje de Karina disculpándose en nombre de su hermano, y otro de Victoria intentando persuadirla para asistir a la quinta. Con el último suspiro escapando de sus labios, terminó aceptando la invitación de ambas mujeres y luego invitó a su amigo Nicolás.

Se tomó el tiempo libre para ir a su departamento y cambiar su atuendo acorde a la fecha. Tenía varias prendas que utilizaba en ocasiones formales, pero también contaba con vestidos que usaba de manera más casual, lo que la llevó a un pequeño debate interno. Después de considerar varias opciones, optó por una chaqueta de cuero negra, acompañada de una remera blanca, y decidió usar unos vaqueros en lugar de una calza negra, ya que el negro le resultaba suficiente. Completó su atuendo con unas botas que hacían juego con la chaqueta, se arregló el pelo y se maquilló ligeramente para evitar lucir pálida como un fantasma.

—Que fachera —dijo Victoria, encontrándose con ella frente a la quinta.

—Gracias, vos también estas linda —respondió, esbozando una sonrisa.

—¡Vicky, Myriam! —llamó Nicolas, acercándose a las mujeres—. Feliz cumpleaños. Hola Victoria, ¿llegaron hace rato?

—No, llegamos recién —respondió Victoria, abrazando a Nicolas—. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu hija?

—Mejor, ayer le agarró fiebre pero hoy amaneció energética —contó Nicolas, abrazando también a Myriam—. ¿Vos cómo estás, Myriam?

—Bien, por suerte —contestó, tratando de asimilar el buen trato entre Victoria y Nicolas.

Dentro de la quinta, más allá de maravillarse por su fascinante belleza, encontró el lugar demasiado grande para su imaginación. Sabía que la quinta era enorme, pero no se imaginaba que en persona lo fuera aún más. Tanto así que tuvieron que entrar en auto. Una vez dentro, fue recibida por el cálido abrazo de Karina, quien los invitó a pasar.

—Que lindo que vengas —confesó—, porque pensé que no venias después de lo que te dijo Javi.

—¿Qué le dijo? —intervino Victoria tratando de entrar en ambiente sacando una botella de vino.

—¿De dónde lo sacaste que no lo vi? —preguntó Nicolas riendo—, sos atrevida... Porque yo traje lo mismo.

Nicolas sacó otra botella de vino que yacía escondida dentro de su mochila, y ambos estallaron en carcajadas. Karina negó divertida y los condujo a la sala, donde fueron recibidos por el cálido ambiente del día y la encantadora decoración elaborada por la hermana Milei: flores hechas a mano y algunos listones colgando de las paredes.

—Que lindo —dijo Myriam.

Observó de reojo que Victoria y Nicolas charlaban como dos viejos amigos, y luego disimuló admirar el lugar mientras buscaba la presencia de Javier en algún rincón, pero no lo encontró. Él le había prometido no estar presente, y justo en ese momento, comenzó a sentir empatía hacia él sin motivo aparente.

—¿Donde está Javier? —preguntó Villarruel acercándose a Karina, dedicándole una sonrisa a Myriam—, dijo que iba a estar acá, no lo veo.

—Se fue —respondió Karina, entregándole una pequeña caja blanca a la cumpleañera—, para afuera. No me dijo porqué, habló con Myriam y después se fue con sus papeles y todo.

—¿Qué te dijo? —interrogó Victoria, mirando a Bregman con tenacidad—, ¿se pelearon devuelta?

—¿Estaban peleados? —interrumpió Karina—, ¿Otra vez?, ¿cuántas veces se pelearon y no me enteré?

Myriam, sorprendida por el grandioso regalo de Karina; un anillo, observó cómo las dos mujeres la interrogaban como si se tratara de un caso policial. Con los nervios a flor de piel, intentó responder a las preguntas, pero evitó contar la verdadera razón de su odio hacia Javier, ya que eso delataría que ellos no eran de ahí.

—Bueno, sea lo que sea —habló Nicolas, llamando la atención de todas—, lo van a resolver. ¿Nos tomamos el vino? Hay que festejar el cumpleaños de Myriam.

Desde ese momento, la celebración se transformó en un espectáculo encantador, tan asombroso que desafiaba los límites de la imaginación. Las risas resonaban en los salones opulentos mientras los oídos de Bregman se maravillaban con la inesperada conexión entre Nicolas del Caño y Victoria Villarruel, una amistad que parecía surgida de un sueño. A lo lejos, la voz de Karina entrelazada con la de Myriam evocaba décadas de complicidad, era como sumergirse en la complicidad de una amistad que perduraba desde los días de la secundaria. Cada encuentro, cada conversación, encajaba a la perfección en este rompecabezas imposible de armar, tejiendo una red de relaciones entrelazadas que desafiarían incluso al destino mismo.

—¿Querés torta, Nico? —preguntó Karina y Nicolas asintió—, ¿y vos Victoria?

—Sí, obvio —respondió—. Javi se comería la mitad de esta torta, ¿no? Que lástima, ¿por qué no lo hablan, Myriam? Son muy cercanos y verlos peleados es muy feo.

—Es imposible hablar con él, no me entiende y yo no puedo entenderlo —contó, sosteniendo el pedazo de torta que le correspondía—, y somos más lejanos de lo que creen.

—No sean garcas, hablen igual —pidió Victoria, casi suplicando—, llevale un pedazo de torta y hablen de lo que les molesta.

—Se lo voy a llevar pero hablar con él va a ser un quilombo —respondió Myriam, fijando su mirada a los ojos de karina—, sin ofender pero tu hermano es un boludo.

—No es un boludo —contestó Karina, cortando otro pedazo de torta para su hermano—, hay que bancarlo nada más. En público puede ser una persona peligrosa, pero sabes cómo es estando solo, hacele caso a Viky y hablenlo.

En el elegante salón, Karina extendió el plato con gracia hacia Victoria, asegurando que cada porción de torta reposara en él con delicadeza. Mientras tanto, Bregman, con manos seguras, sostenía el plato sin apartar la mirada de la escena. Por su parte, Myriam se hallaba ante un enigma envuelto en misterio; Javier. Descubrirlo era como enfrentarse a un cofre cerrado cuya llave yace perdida en la penumbra del desconocimiento. Sin embargo, Myriam no se rendiría; estaba decidida a emprender la búsqueda que le revelaría los secretos ocultos tras esa cerradura.

En esta no, pero en otra sí | Milei x Bregman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora