La mente de Utena

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Al fin había logrado pasar el día imposible de Azul. "Supongo que tendré que hacerle caso a Magenta y compensarlo después," pensó.

—Sabes, hasta ahora este es el reinicio más largo —comentó Lujuria materializándose a su lado.

—Tienes razón. Si seguimos así, tal vez podríamos pedirle a Venalita que nos enseñe técnicas de otras chicas mágicas, como dijo que haría —respondió Utena, pensando más en conocer a otras villanas y chicas mágicas que en solucionar su problema.

El día transcurrió relativamente normal, de hecho, todo salió demasiado bien. Utena casi no podía creerlo. Tal y como Lujuria había predicho, el evento a superar ese día fue revelarle su nombre a Sulfur, algo que Utena completó después de divertirse un poco con ella, repitiendo lo que hizo la primera vez gracias a Venalita.

Sin embargo, otro problema se avecinaba para Utena. Fue muy repentino. Había logrado salir discretamente de casa esa noche sin transformarse, pero el dolor de cabeza era insoportable.

"No puede estar saliendo todo tan bien. Debe haber algo raro. ¿Faltó algo por hacer hoy? Seguro olvidé algo. Seguro voy a despertar pronto otra vez en el inicio, ¿no?" Se repetía a sí misma, pese a que su celular marcaba que faltaba media hora para las doce.

—Ya deja de pensar en eso, Utena, me estás estresando a mí también —dijo Lujuria, tratando de no escuchar los pensamientos de Utena. Ambas habían llegado ya a la máquina, aunque no se veía a Cronos por ningún lado.

—Lo siento, es que no puedo creer que... —Utena no pudo terminar de hablar, sintiendo que algo le subía desde la boca del estómago. Se cubrió la boca y corrió hacia el barandal del puente para vomitar.

—Oye, oye, oye, ¿qué pasa? ¿Te sientes mal? —preguntó Lujuria, realmente preocupada.

Utena se sujetó la cabeza tratando de apaciguar el dolor. —Sí, solo me duele la cabeza —dijo al terminar de vomitar.

Lujuria observó mejor a Utena. Sus ojos parecían realmente cansados, con ojeras demasiado pronunciadas, y su cabello estaba demasiado enredado. Ni siquiera podían recordar la última vez que lo cepillaron.

—Nos vemos terribles —comentó Lujuria.

—No hay problema, la transformación lo arregla —dijo Utena limpiándose la boca y comprando al fin su lata de café.

Lujuria suspiró. —Creo que hemos estado muy estresadas. Hace rato estabas demasiado paranoica. Necesitamos un descanso —murmuró, viendo a Utena tomar su lata de café en silencio.

—No creo que podamos descansar en esta situación —respondió Utena, comprando otra lata y comenzando a caminar.

"Creo que me estoy volviendo adicta al café," pensó Utena, continuando su camino. El dolor de cabeza pulsaba con cada paso. Llegó a un parque cercano, el mismo de siempre, donde había peleado con Azul y Magenta.

Arrojó la lata vacía a un bote de basura y se sentó en un banco, con la otra lata de café en su mano aún sin abrir.

—Todo esto es... —comenzó Utena, pero las palabras se le escaparon. La ansiedad de no saber si el día se reiniciaría la estaba consumiendo.

—¿Recuerdas cuando solíamos preocuparnos por cosas simples como los exámenes? —dijo Lujuria, intentando aliviar la tensión.

Utena dejó escapar una risa amarga. —Sí, ahora daría lo que fuera por preocuparme solo por eso.

La mente de Utena divagó un segundo, una memoria apareció en su mente: ella y las chicas peleando contra Tres Magia. —Bueno, no solo por los exámenes —dijo sacando su teléfono. Eran las doce y poco de la noche.

—Bien —dijo un poco animada, aunque aún sonaba demasiado apagada. Alzó una mano en señal de victoria y después abrió la lata de café.

Lujuria se pellizcó el puente de la nariz con un suspiro antes de desaparecer.

En teoría, no tenían nada que hacer ese día. Incluso era fin de semana, así que su agenda estaba mayormente libre. Regresó a su casa, aunque no pudo dormir por la cafeína en su cuerpo.

Pasaron las horas y finalmente Venalita apareció. —Oye Utena, hay algo que quiero mostrar... —La base Natch —interrumpió Utena.

—Eh... sí, pero también hay alguien que quiero que... —Es Kiwi —interrumpió nuevamente Utena.

—Eh... sí, casi olvido que ya viviste esto —admitió Venalita.

—Sip, y conocí a Kiwi hace un par de días. Ella me buscó, le dijiste que era una viajera en el tiempo —dijo Utena apretando sus sienes.

Toc, toc, toc. —¿Utena? ¿Estás bien? —preguntó su mamá desde la puerta.

Eso sorprendió un poco a Utena, porque no recordaba que hubiera pasado, pero lo descartó rápidamente. —¡Sí, me siento un poco resfriada! —dijo, fingiendo un poco la voz.

—Oh, ¿quieres tomarte el día libre? Mantente caliente y duerme un poco —sugirió su mamá.

—¡Sí! —gritó Utena. "Ahora que lo pienso, desde que me convertí en Magia Baiser, parece que dejé de convivir con mamá," pensó para sí misma.

De pronto sintió que sus mejillas se empapaban. —¿Eh? ¿Por qué estoy llorando? —dijo con la voz quebrándose.

—¿Estás bien, Utena? —preguntó Venalita, un poco preocupada.

Utena se limpió los ojos, sin embargo, no dejaba de llorar. —Sí, estoy bien, no siento tristeza ni nada, no sé por qué estoy llorando —respondió.

—Utena, estamos demasiado estresadas. Puede que estemos pasando por un bloqueo emocional o algo así —dijo Lujuria desde su mente.

—Da igual, vayamos con Kiwi —dijo Utena aún llorando. Venalita y Utena atravesaron el portal.

—Aquí está, la grandiosa base Natch —anunció Venalita cuando cruzaron el portal.

Utena suspiró y se acercó a la puerta. Creía, no, tenía la esperanza de que ver a Kiwi podría calmar un poco su estrés.

—Nos volvemos a ver, Utena-chan —dijo Kiwi, abalanzándose hacia ella.

Ambas cayeron al suelo con un sonoro golpe. —También estoy feliz de verte, Kiwi-chan —respondió Utena, correspondiendo al abrazo.

—Bien, como ya se conocen, yo iré a hacer algunas cosas —dijo Venalita antes de irse volando, aunque realmente nadie la escuchó.

—Utena, no te ofendas, pero... realmente no tienes buen aspecto —dijo Kiwi incorporándose.

—Ya lo sé —respondió Utena, cortante.

—Pero no digo que sea malo. Ya sé, ¿qué tal si me cuentas cómo es todo eso del bucle? —trató de cambiar de tema Kiwi.

Utena suspiró. —Pues... —comenzó a relatar todo, desde la línea original hasta lo que había descubierto recientemente.

—Y es por eso que ahora tengo este horrible dolor de cabeza —concluyó Utena. Ambas estaban sentadas en uno de los bloques flotantes de la base Natch.

—Suena horrible. Tal vez deberías tomarte algunos reinicios para descansar, ya sabes, hacer algo que te guste o aprender algo nuevo —sugirió Kiwi.

—No, tengo que enfocarme en salir del bucle —dijo Utena, suspirando, aunque justo después un bostezo escapó de sus labios.

—Ven, acuéstate —ofreció Kiwi, señalando su regazo.

Utena aceptó, recostándose sobre los muslos de Kiwi. Inmediatamente sintió más sueño.

—Pobre Utena-chan, debes sentirte bastante sola. Si tan solo hubiera una forma de que llevaras a alguien contigo en algún reinicio —murmuró Kiwi, más como un pensamiento sin sentido que otra cosa.

—Sí... ojalá... —respondió Utena, cerrando los ojos... —Espera.

Se levantó rápidamente. —Kiwi, eres una genio.

Le dijo antes de levantarse y gritar. —¡VENALITA!

La rara historia de cuando Utena quedo atrapada en un bucle temporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora