el sacrificio de una chica mágica

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Utena, Azul, Magenta y Leopard volaban nuevamente por los pasillos, decididas a alcanzar la sala donde Vatz las esperaba. Habían perdido demasiado tiempo huyendo, escapando de las copias y esquivando trampas. Sin embargo, una idea inquietante surgió en el aire, como una chispa que comenzaba a encender una preocupación más grande.

-Oigan, ¿qué hacemos si Lujuria no vino sola? -preguntó Magenta, sin notar el peso que sus palabras traían consigo-. Escuché que estaba trabajando con Enormeeta ahora.

El comentario quedó suspendido en el aire mientras avanzaban. Todas estaban agotadas, heridas y con la tensión acumulada de los combates anteriores, pero a pesar de ello continuaron, esperando que fuera solo un rumor. Solo Utena parecía estar recuperando algo de energía, aunque incluso ella sentía el cansancio agazapado en cada músculo. Sin embargo, si Lujuria tenía aliados, sabían que sus fuerzas no serían suficientes para lo que enfrentaban.

El eco de sus pasos se desvaneció cuando alcanzaron la puerta rota de la sala. Al entrar, una visión aterradora se desplegó ante ellas, congelándolas en el lugar. En un trono negro decorado con grabados oscuros, estaba Lujuria, sentada con una pose despreocupada y poderosa, como si todo el entorno estuviera bajo su control absoluto. Su atuendo había cambiado, dejando atrás el estilo tradicional de magia Baiser; ahora era aún más revelador, diseñado para atraer todas las miradas y proyectar una energía sofocante que impregnaba la sala entera.

Frente a Lujuria, en una pequeña mesa de aspecto siniestro, descansaba un tablero de ajedrez, cada pieza colocada de manera meticulosa. Sobre el tablero, amarrada y flotando a escasos centímetros del suelo, estaba Vatz. Sus manos y pies estaban atados con cuerdas mágicas que emitían una luz tenue, como una cadena invisible que restringía su movilidad. Su expresión, impenetrable y distante, revelaba una mezcla de concentración y resignación, como si comprendiera que estaba atrapada en un juego mucho más complejo de lo que las piezas de ajedrez indicaban.

Detrás de Lujuria, cinco figuras formaban una guardia intimidante. Al verlas, las chicas sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos.

A la izquierda, ligeramente adelantadas junto a la mesa, estaban Loco Música y Leaberblume, ambas con miradas calculadoras y una confianza perturbadora. Más atrás, flanqueando el trono, se encontraban las imponentes figuras de Lord Enorme y Sister Giganta, irradiando una presencia abrumadora que parecía absorber toda la luz de la sala, haciendo que el espacio se sintiera más pequeño y asfixiante.

Pero lo que realmente hizo que Utena palideciera fue la figura sentada en el reposabrazos del trono de Lujuria: la mismísima magia Sulfur. Su apariencia había cambiado drásticamente. En lugar de su típico traje de chica mágica o el kimono de su forma Verita, ahora llevaba un ajustado vestido rojo que terminaba apenas sobre sus muslos, destacando cada contorno de su figura. Un corazón en el escote acentuaba el área de su pecho, como una perversa burla de dulzura que contrastaba con la tensión del momento. Sobre su rostro, un antifaz rojo ocultaba parte de su expresión, pero sus ojos brillaban con una mezcla de malicia y un control absoluto sobre sí misma.

Una serie de cinturones rojos cruzaban su cuerpo de manera aparentemente caótica, sosteniendo docenas de cuchillos rojos. Cada uno colgaba listo para ser usado en un instante, como una promesa silenciosa de violencia. En su cuello, Sulfur llevaba un collar con picos, al igual que las demás figuras tras Lujuria. No era un simple adorno; en el centro del collar, una estrella de cuatro puntas, el símbolo de Enormeeta, brillaba con una ominosa luz dorada. Era una marca de sumisión, una prueba tangible de que aquellas figuras, incluso con su poder, se habían doblegado a la voluntad de Lujuria.

El significado del símbolo no pasó desapercibido para las chicas, y la idea de que figuras tan poderosas estuvieran sometidas bajo la voluntad de otra les heló la sangre. Esa estrella, símbolo de control y sumisión, resonaba con una amenaza oscura: si Lujuria podía doblegar a seres tan temibles, ¿qué esperanza les quedaba a ellas?

La rara historia de cuando Utena quedo atrapada en un bucle temporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora