Sueño #.4: Hermoso Alfheim.

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Hermoso era el infinito reino de los elfos y las hadas, lleno de maravillas por doquier. Un lugar escondido entre las nubes de algodón y los arcoíris brillantes, un lugar donde las hadas danzaban y los elfos cantaban. Este lugar se llamaba Alfheim, un reino gobernado por el noble príncipe Animus y protegido por la diosa Eilífðir.
El príncipe Animus era un joven elfo de corazón valiente y ojos como esmeraldas, que brillaban con la luz de las estrellas. Su risa era tan contagiosa que incluso las flores se inclinaban para escucharla, y su bondad era tan grande que el sol parecía brillar solo para él. La diosa Eilífðir, protectora de Alfheim, era una figura etérea de belleza sin igual. Su cabello era como enredaderas de esmeralda y su piel irradiaba el suave resplandor de la luna. Ella cuidaba de todas las criaturas del reino, desde el más pequeño de los insectos hasta el más majestuoso de los dragones celestiales.
En este reino, las hadas con sus alas de mariposa pintaban los cielos con colores de ensueño, y los elfos, con sus melodías encantadas, llenaban el aire de una música que hacía bailar a las estrellas.
Un día, el príncipe Animus decidió organizar una gran fiesta para celebrar la armonía de su reino. Invitó a todas las criaturas mágicas, desde los grifos hasta los unicornios. La diosa Eilífðir bendijo la fiesta con su presencia, asegurando que la paz y la alegría reinasen durante la celebración.
La noche de la fiesta, Alfheim se iluminó con miles de luciérnagas que titilaban como pequeñas estrellas. Las hadas volaban en espirales, dejando tras de sí un rastro de polvo de estrellas, mientras que los elfos tocaban sus flautas y arpas, creando una sinfonía celestial.
El príncipe Animus y la diosa Eilífðir bailaron juntos en el centro del valle, y su danza era tan hermosa que el tiempo pareció detenerse. Todos los seres del reino se unieron en la danza, celebrando la magia y la belleza de su hogar.
Y así, noche tras noche, Alfheim resplandecía con la magia de sus habitantes, un recordatorio de que la bondad y la belleza siempre prevalecen en los corazones de aquellos que creen en la magia.

.Fin.

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