Sueño #.5: La Busqueda.

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Durante mucho tiempo, fue siempre hermosa y pacífica la tierra de los elfos, el viento susurraba historias antiguas y las estrellas guíaban a los viajeros. Pero... un día fatídico, la rosa comenzó a perder su fulgor, sus pétalos de luz se marchitaron y una sombra se cernió sobre Alfheim. El príncipe Animus, hijo amado de la diosa, partió en una misión desesperada para encontrar una cura que devolviera la vitalidad a la rosa. Sin embargo, en su búsqueda, el príncipe desapareció en un misterioso abismo, y su rastro se perdió en la oscuridad.
El mundo de los elfos se sumió en un crepúsculo sin fin, y la diosa Eilífðir, abatida por la desaparición de su hijo y el marchitar de su rosa, se llenó de una tristeza insondable. Su llanto resonaba en el silencio del bosque, y su dolor era tan grande que la misma luna se ocultaba para no ver su sufrimiento.
Fue entonces cuando una hermosa elfa, con cabellos como rayos de sol y de corazón puro, llamada Ljósbrot, se acercó a la diosa. Con su lira en mano, comenzó a cantar una melodía suave y reconfortante, una canción de esperanza y promesas de días más brillantes. La música de Ljósbrot era tan dulce que las lágrimas de la diosa se detuvieron y su respiración se calmó hasta que, finalmente, se sumió en un sueño tranquilo y profundo.
En la penumbra del crepúsculo, un valiente grupo de elfos entonces se reunió en el corazón del bosque. Guiados por el elfo Brotnátt, de sabiduría antigua y ojos que reflejaban el mapa de las estrellas, partieron en una misión sagrada para buscar al príncipe perdido.
Mientras tanto, junto a la diosa que descansaba, la dulce Ljósbrot velaba por ella. Con su lira de cuerdas de arcoíris y su voz más suave que el murmullo de las hojas, Ljósbrot cantaba una nana celestial. Sus melodías eran bálsamos para el alma afligida de la diosa, y cada nota llevaba consigo promesas de reencuentros y días de luz.
La canción de Ljósbrot se entrelazaba con el viento y viajaba a lo largo del reino, llevando consigo mensajes de amor y coraje. Los elfos que partieron, aunque lejos, sentían la calidez de la música en sus corazones, y sabían que no estaban solos en su búsqueda. Pues la música llenaba a quién la escuchase de una infinita esperanza por un nuevo amanecer.

.Fin.

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