Sueño #.16: Las Montañas de Aincrad.

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En un mundo donde la magia aún susurra en el viento y las criaturas míticas caminan entre los bosques, había un elfo llamado Eärendil, cuyo corazón latía con el deseo de aventura. Sus pies lo llevaron a través de valles esmeralda y desiertos olvidados, siempre en busca de la próxima maravilla. Un día, mientras cruzaba un antiguo puente de piedra, Eärendil escuchó un rugido que sacudió los cimientos del mundo. Temeroso pero fascinado, siguió el sonido hasta encontrar a un dragón de escamas azules como el océano y ojos brillantes como estrellas. El dragón, llamado Saphirion, no era una bestia de leyendas temibles, sino un guardián sabio de los secretos de la tierra.
Saphirion llevó a Eärendil a un páramo oculto en lo alto de una montaña, un lugar de belleza inimaginable donde el cielo besaba la tierra. Allí, Eärendil decidió establecer su hogar, hechizado por la paz que reinaba en aquel rincón del mundo. No pasó mucho tiempo antes de que una figura alada se cruzara en su camino. Era una arpía, pero no como las que cantaban los cuentos oscuros. Esta arpía, llamada Liriel, tenía la gracia de los vientos y una voz que podía calmar la tormenta más feroz. Eärendil y Liriel se convirtieron en inseparables, explorando juntos los secretos del páramo. El amor floreció entre ellos como las flores silvestres, y pronto se unieron en matrimonio bajo la mirada de Saphirion y las estrellas. Con el tiempo, su familia creció, y sus hijos jugaron entre nubes y piedras, aprendiendo de la naturaleza y la magia que los rodeaba.
La noticia del hermoso páramo se extendió, y otros seres mágicos llegaron, atraídos por la promesa de un hogar donde la armonía reinaba. Juntos, construyeron una ciudad resplandeciente en la cima de la montaña, un lugar donde elfos, dragones, arpías y todas las criaturas podían compartir sus historias y sueños. Y así, lo que comenzó como el viaje solitario de un elfo se convirtió en una comunidad próspera, un testimonio de la amistad y el amor que puede florecer en los lugares más inesperados. La ciudad en la montaña brillaba como una joya bajo la luna, un faro de esperanza para todos los que buscaban un lugar al que llamar hogar.

.Fin.

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