Sueño #.9: El Árbol de Lífstré.

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Era un hermoso día en la ciudad de Alfheim, debido a la importancia tanto sentimental como simbólica de aquella ocasión, miles de elfos y hadas se habían reunido en el centro de la ciudad solo para contemplar el broche de oro que inaguraba oficialmente su gran obra. Los nombrados guardianes, Brotnátt y Ljósablóm, escogieron el centro de la ciudad para plantar una hermosa flor, la cuál ya habían contado que era el alma de su diosa y que a pesar de su descanso era seguro que su bendición estaría con ellos. Una vez que la hermosa flor estuvo sembrada la regaron con el agua más pura y cristalina, llevada allí entre todos los elfos y finalmente para honrar a la diosa y a la valiente Ljósbrot que alguna vez le cuidó, la pequeña Ljósablóm comenzó a tocar su pequeña lira y a cantar una hermosa canción elfica. Los demás no tardaron en seguirle y sus voces se escucharon resonar por toda la ciudad. Lo que nadie esperaba era que fuese un momento tan hermoso que en el interior de la rosa, la diosa se sintió conmovida y como si quisiera decirle a todos sus queridos elfos y hadas que aún existía esperanza, la rosa comenzó a crecer y a crecer y a crecer. Sus petalos se calleron todos y el tallo comenzó a engrosar, todos los elfos y las hadas tuvieron que retroceder mientras contemplaban aquel acontecimiento. De las puntas del tallo comenzaron a brotar ramas y hojas y de estas flores y pequeños frutos mientras se formaba un inmenso árbol. Luego de algunos minutos pudieron contemplar como en efecto, la pequeña flor se había convertido en un hermoso y majestuoso árbol gigante, cuyas ramas parecían acariciar el cielo. El tronco brillaba con un fulgor dorado, y las hojas despedían destellos de esmeralda y zafiro. El árbol no solo era hermoso, sino que también era un milagro de la vida. De él brotaban pequeñas criaturas mágicas que nunca antes se habían visto, mariposas con alas de cristal, pájaros que cantaban melodías que curaban el alma, y flores que florecían con cada palabra de amor pronunciada cerca.
La tierra alrededor del árbol se volvió fértil, y comenzó a brotar agua de sus raíces hasta formar un pozo de agua tan pura que incluso se le podía ver brillar. Los cultivos de los elfos prosperaron, y la abundancia se extendió por todo el bosque. Debido a que ahora representaba tanto su pasado como su futuro, haciendoles vagar sin rumbo desde lo horrible hasta lo hermoso, nombraron al gran árbol Lífstré. Este se convirtió en un símbolo de esperanza y renacimiento. Se decía que aquellos que descansaban bajo su sombra encontraban paz y que sus frutos otorgaban sabiduría eterna.
Así, el valle de los elfos se convirtió en un paraíso terrenal, un testimonio del poder de la vida y la magia que reside en todas las cosas. Y el árbol, con su eterna belleza, recordaba a todos que incluso la más pequeña de las semillas puede dar origen a los milagros más grandes.

.Fin.

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