Sueño #.7: Un Nuevo Amanecer.

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En un mundo donde los sueños tejen la realidad y las esperanzas dan forma al destino, vivía un elfo llamado Cevril. Tras perder su hogar en un incendio que asedio el bosque, él soñaba con un lugar a donde los elfos pudieran pertenecer nuevamente, un refugio donde la magia y la naturaleza convivieran en perfecta armonía. Un nuevo... hogar.
Fue así que entonces, junto a su amada esposa, Runa, una elfa de dorados cabellos que caían como cascada al atardecer y ojos tan profundos como el bosque, viajaron por mucho tiempo alrededor del mundo. En cada tierra que pisaban, su bondad y valentía dejaban una huella imborrable, y su música, una melodía que resonaba en el alma de todos los seres.
Ambos ayudaron a aquellos en necesidad, curaron heridas y muchas veces restauraron la paz donde la discordia había echado raíces. Con cada acto de generosidad, su leyenda crecía y más elfos y hadas se unían a su causa, inspirados por la visión de un hogar común.
Después de muchos años y aventuras, el grupo de viajeros encontró un bosque antiguo, místico y virgen. Era un lugar donde los árboles susurraban secretos milenarios y las aguas de sus ríos brillaban con el reflejo de las estrellas.
Con la ayuda de sus nuevos amigos y aliados, Cevril y Runa comenzaron la construcción de una ciudad. Los elfos aportaron su sabiduría en el arte de la arquitectura natural, mientras que las hadas tejieron encantamientos para proteger y embellecer cada rincón.
La ciudad, bautizada como Alfheim, surgió entre los árboles como una joya escondida, sus torres de cristal y madera alcanzaban el cielo, y sus calles estaban llenas de flores que nunca se marchitaban. Alfheim era un canto a la vida, un poema dedicado a la unidad y la esperanza.
Cevril y Runa, ahora lideres y coronados reyes de Alfheim, vieron su sueño hecho realidad. La ciudad se convirtió en un santuario para todos los elfos y hadas, un lugar donde la magia era tan común como el aire que respiraban y la felicidad tan abundante como las hojas en los árboles.
Y así, en el corazón del bosque, Alfheim se erigió como un testimonio del poder de los sueños y la fuerza del amor. Cevril y Runa, junto a su pueblo, vivieron días de alegría y noches de serenidad, sabiendo que habían encontrado, al fin, un hogar al cual pertenecer.

.Fin.

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