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Desperté en mi habitación con el estruendoso sonido de la alarma marcando el inicio de otro día de preparatoria. Me restregué los ojos, luchando contra la confusión que todavía pesaba sobre mí. Me levanté con cuidado de la cama y arrastré mis pies hacia el baño, sintiendo cada paso como si fueran pequeños tropezones en mi cabeza nublada por la resaca.

Frente al espejo, mi reflejo me mostraba el desastre de la noche anterior. El rímel corría por mis mejillas, mi cabello era un nido de pájaros rebeldes y mi cara estaba hinchada y cansada. Abrí el grifo y dejé que el agua fría cayera sobre mi rostro, frotándolo con fuerza para intentar borrar cualquier rastro de la fiesta. Necesitaba desesperadamente una ducha. Me deshice de la ropa arrugada y con olor a humo del club y me sumergí bajo el chorro caliente. El agua revitalizó mi cuerpo, como si pudiera lavar toda la evidencia de mi falta de control de la noche anterior.

Después de un rato, me sentí un poco más humana. Salí, me sequé y elegí cuidadosamente mi atuendo para la escuela: unos jeans ajustados y un suéter cómodo. Cepillé mi cabello aún húmedo y lo dejé suelto. No tenía tiempo de secarlo por completo, pero no me importaba.

Salí de mi habitación y me encontré con mi hermana Raven en el pasillo. Ella siempre madrugaba más que yo.

—Buenos días, Thessa —dijo Raven con una sonrisa suave, aunque sus ojos delataban preocupación al ver mi aspecto cansado—. ¿Estás bien? Te ves fatal.

—Sí, estoy bien. Solo un poco cansada —respondí, bostezando ligeramente.

—¿Cansada de dormir? —preguntó sarcásticamente, arqueando una ceja.

—Bueno, también estuve estudiando bastante para un examen hoy —mentí rápidamente, tratando de cambiar de tema.

Raven asintió con comprensión, pero su mirada seguía cautelosa. Juntas nos dirigimos hacia la cocina, donde nos esperaba un desayuno rápido. Noté de inmediato que papá no estaba.

—¿Dónde está papá? —pregunté casualmente mientras me servía una taza de café.

Mi madre, que estaba preparando más café, frunció ligeramente el ceño antes de responder.

—Tu padre tuvo que salir temprano. Tiene mucho trabajo hoy —dijo con calma, ofreciéndome apenas una sonrisa.

La excusa resonó en mi mente como un eco familiar. Recordé todas las veces anteriores que había escuchado esa misma justificación. Hace dos años, descubrí de casualidad que "trabajando tarde" en realidad significaba estar con otra mujer. Recuerdo claramente la cafetería al otro lado de la calle y la plaza donde lo vi. Ella era más joven que mamá, con el cabello rubio acaramelado y una elegancia que me hizo dudar de todo lo que sabía sobre mi padre. Estaban tomados de la mano, besándose sin preocuparse por nada más. En ese momento, mi mundo se desmoronó y la imagen de "mi padre es el mejor de todos" se desvaneció por completo. Desde entonces, nunca lo he visto con los mismos ojos. No estaba segura si mamá sabía y decidía ignorarlo, o si simplemente era demasiado ingenua para darse cuenta. Pero decidí guardar silencio, incluso frente a mi hermana. Desde entonces, mi actitud hacia él cambió por completo.

Tomé mi desayuno rápidamente, sintiendo un nudo en el estómago, y me dirigí a la sala de estar. Mi madre intentó protestar, pero la interrumpí.

—Quiero estar sola, mamá —dije bruscamente. Era mi forma de protegerme, de mantener mi espacio.

 Desde aquel día, el ambiente en casa se volvió tenso. Las paredes parecían más frías y las charlas más escasas. Me refugié en la música y cualquier cosa que me permitiera escapar de una realidad que no quería enfrentar.

Observando a mis padres frente a personas importantes, actuando como la pareja perfecta, como si estuvieran profundamente enamorados, me preguntaba cómo podían mantener esa fachada. Se sonreían, se abrazaban y parecían salidos de un anuncio de felicidad familiar. Pero en casa, todo era diferente. Casi no se hablaban y a veces dormían en habitaciones separadas, aunque de vez en cuando, inexplicablemente, compartían la misma cama. No entendía sus contradicciones, la distancia entre la imagen pública y nuestra vida privada.

Justo a tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora