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"....Sáname, por favor. Quiero perdonar completamente. Quiero dejar atrás todo el rencor, el dolor, la tristeza..."

No hay absolutamente nada imposible para él. 


Las clases continuaron, pero no podía evitar notar las miradas en el salón. Cada vez que levantaba la vista, veía a mis compañeros murmurando entre ellos y lanzando risitas disimuladas. Parecía que todos tenían algo que decir sobre mí, y no era nada bueno. Me sentía como si estuviera bajo un microscopio, examinada y juzgada constantemente.

Finalmente, el timbre anunció el fin del día escolar y me dirigí a casa con una sensación de alivio y cansancio. Al entrar, encontré a mi hermana Raven en la cocina, comiendo un sándwich. Me sonrió y me senté junto a ella, intentando ignorar el nudo en mi estómago.

—Hola, ¿Cómo te fue hoy? —preguntó Raven, masticando lentamente.

—Más o menos —respondí, suspirando. Le conté un poco sobre lo que había pasado en la escuela, omitiendo algunos detalles dolorosos.

Hablamos un rato más sobre cosas triviales, intentando mantener la conversación ligera. Sabíamos que esta noche íbamos a ver a mamá al hospital, así que ambos intentábamos evitar el tema hasta que fuera inevitable.

Me fui a bañar, dejando que el agua caliente aliviara la tensión en mis músculos. Después, me senté en mi escritorio e hice algunos adelantos del proyecto de fin de año. Violett y yo íbamos a defenderlo juntas, ya que Amber y Zara se habían cambiado de grupo hace días. Trabajar en el proyecto me ayudaba a distraerme, aunque cada vez que pensaba en Amber y Zara, sentía una mezcla de ira y tristeza.

Finalmente, terminé mis tareas y me recosté en la cama. Miraba por la ventana, viendo cómo el cielo se oscurecía. Con lágrimas en los ojos, comencé a hablar en voz baja, como si alguien pudiera escucharme.

—Dios, ahora que te busco y que te estoy comenzando a conocer, se burlan de mí. ¿Por qué tiene que ser tan difícil? —susurré, sintiendo cómo las lágrimas corrían por mis mejillas. —Siento que no encajo en ningún lado. En la escuela, me miran como si fuera un bicho raro.  Mamá está enferma y papá está tan preocupado... No sé qué hacer. Necesito tu ayuda para ser fuerte, para no dejarme derrumbar por todo esto.

Intento ser fuerte, intento no dejarme ganar por el dolor que muchas veces intenta apoderarse de mí. Pero no sé si pueda hacerlo. Hay momentos en los que siento que todo es demasiado, que la carga es más pesada de lo que puedo soportar. Las palabras hirientes de personas que he querido tanto,  la enfermedad de mamá, los problemas familiares, todo se acumula y a veces siento que me ahogo.

—Sáname, por favor. Quiero perdonar completamente. Quiero dejar atrás todo el rencor, el dolor, la tristeza —sollozaba, apretando los ojos con fuerza. —Quiero encontrar paz en medio de este caos, pero no sé cómo. Ayúdame a ser fuerte para Raven, para papá, para mamá. Ayúdame a ser la hija, la hermana y la amiga que ellos necesitan.

El silencio de mi habitación me rodeaba, pero en ese momento, decidí que no dejaría que las burlas de los demás me definieran. Si creer en algo más grande que yo me daba fuerza, entonces eso era lo que haría. Con cada palabra, sentía que un poco del peso se aligeraba, aunque solo fuera un poco.

Cerré los ojos y respiré hondo, dejando que la tranquilidad de la noche me envolviera. Tal vez no tenía todas las respuestas, pero sabía que no podía rendirme. Con esa determinación, me levanté y me preparé para la visita al hospital, lista para enfrentar lo que viniera. Quería ser un apoyo para mi familia, una fuente de fortaleza en estos tiempos difíciles. Aunque dudaba de mis propias fuerzas, estaba dispuesta a seguir adelante, un paso a la vez.

Justo a tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora