Este ya era el límite de todo.
Me largo.
Vi a Zara sentada al fondo en la última clase del día y, sinceramente, no quería enfrentarme a ella. Me sentía terrible. La miré con rabia y ella solo bajó la mirada. No tenía ganas de hablar con ella; sabía que solo empeoraría las cosas y me dolería aún más... Al terminar la clase, recogí mis cosas rápidamente, me despedí de Violett y me dirigí apresuradamente hacia la parada del autobús. No había sabido nada de mi hermana en todo el día.
Al llegar a casa, me encontré con Alberth, mi hermano mayor, sentado junto a mi padre en la sala. No recordaba que estaría "pronto" en casa. ―Genial, ahora tendré que aguantar esto para completar mi día― pensé frustrada. Sin siquiera saludar, intenté esquivar el lugar, pero Alberth finalmente habló.
―Hola, pequeña hermanita. ¿Cómo va todo? Papá me ha contado varias cosas...―, dijo Alberth con su tono paternal.
Respondí con un tono neutral y rodé los ojos, tratando de no mostrar mi incomodidad. ―Claro, todo genial―, contesté, evitando la mirada de papá, quien estaba justo al lado de Alberth, observándome con esa mirada que conozco demasiado bien.
En ese momento, desde el otro extremo de la sala, vi cómo Andrés, el hijo de Alberth, corría hacia mí gritando, ―¡Tía!―
Me sorprendí al verlo tan emocionado y lo abracé con cariño. ―¡Hola, Andrés!― dije con una sonrisa. Andrés, lleno de energía, empezó a contarme sobre su día en la escuela y las travesuras que había hecho, lo cual me hizo relajarme un poco en medio de toda esta tensión familiar.
Alberth observaba nuestra interacción con una mezcla de ternura y preocupación en sus ojos. Era reconfortante verlo así, aunque en el fondo sabía que nuestra relación estaba lejos de ser perfecta. Quizás su expresión era fingida.
****
Después de que Andrés se fue con mamá, Alberth insistió en seguir hablando conmigo mientras subía las escaleras hacia mi habitación.
— Thessa, necesitamos hablar —dijo Alberth, su tono firme pero con un deje de preocupación.
— No tengo ganas de hablar, ¿vale? —respondí cortante, sin detenerme.
Su ceño se frunció, visiblemente molesto, pero optó por no decir nada más. Cerré la puerta de mi habitación con más fuerza de lo necesario y me dirigí al baño, dejando que el agua caliente de la ducha calmara mis nervios mientras las lágrimas se mezclaban con el agua que caía.
Era inexplicable cómo me sentía; las personas que pensé que eran mis amigas me habían apuñalado por la espalda. Aunque, al menos, me quedaban Violett y Blake, ¿no? A menos que también resultaran ser otros traidores.
En ese momento, Raven entró en la habitación y trató de hablar conmigo, pero le dejé claro que no quería hablar con nadie. Me sentía traicionada y herida, incapaz de comprender cómo todo había llegado a este punto entre nosotros.
Poco después, papá nos llamó para bajar a cenar. Respiré profundamente, sabiendo que tendría que enfrentar la farsa de la "perfecta familia reunida en la mesa". Intenté ignorarlo, pero papá insistió en que bajáramos todos juntos.
Finalmente, cedí y bajé lentamente las escaleras hacia la mesa. La cena transcurrió en un incómodo silencio, interrumpido solo por los intentos forzados de conversación de papá y las miradas incómodas entre nosotros.
Permanecí callada, existiendo solo en el momento, mientras Raven notaba mi intención de hablar, tomé su mano por debajo de la mesa, un gesto silencioso para tranquilizarla. Ella me miró pero no se detuvo respirando hondo antes de levantarse de su silla con una determinación que no dejaba lugar a dudas.
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Justo a tiempo
Spiritual¿Alguna vez te has sentido como si el mundo entero estuviera en tu contra? Como si cada paso que das... ¿te aleja más de lo que realmente eres?. Así es como me sentía yo, Thessa Frost, de 17 años y con el corazón hecho pedazos. Mi vida solía ser com...