II

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Después de hablar con Elrond -algo muy terapéutico- Dahlia se arregló y salió a pasear a que le tocara un poco el aire. Mientras paseaba observó la puesta de sol y se dirigió a un balcón donde, por casualidad, se encontró al hobbit que acompañaba a la Compañía.

—Buenas tardes, señor... —Le saludó la elfa al hobbit. Este se giró y le respondió.

—Bolsón, Bilbo Bolsón pero llameme solo Bilbo señorita...

—Dagger, Dahlia Dagger. Llameme como quiera menos señorita y/o con mi apellido. —El hobbit sonrió. —¿Puedo unirme a usted en esta puesta de sol?

—Faltaría más, debería ser yo quién lo preguntara.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Pues claro.

—¿Por qué se ha unido a acompañar a esos enanos? Si no es mucha indiscreción preguntar.

—No pasa nada por preguntar algo así señori... Dahlia. —Dahlia sonrió— La verdad es que no estoy seguro. Algo me empujó a hacerlo pero no sé el que. Al principio, cuando me ofrecieron unirme no quería. Pero a la maña siguiente me uní a ellos. Fue un canvio de opinión repentino. De la noche a la mañana, literalmente.

Hubo un momento de silencio pero no era incómodo, era apacible y ambos miraban como se ponía el sol.

—Por cierto, —Bilbo rompió el silencio-¿cómo se encuentra? Esas heridas no tenían buena pinta.

—Eran graves, sí, pero se han podido curar y ahora estoy aquí como nueva. —Hubo otro minuto de silencio. —Bilbo, pronto serviran la cena. Ve todo recto hacia allí y cuando veas unos lirios del valle rosas y azules gira a la derecha. Luego llegaré yo pero quiero estar un poco más en la calma.

Cuando Bilbo ya se iba, Dahlia lo llamó y este volteó a ver.

—Encantada de conocerte.

—Lo mismo digo Dahlia.

Dicho esto Bilbo marchó hacia el lugar donde se serviría la cena. Dahlia se quedó un rato más en la soledad. La verdad es que la vista era un deleito para la vista. Cascadas que caían desde una gran altura, pasto increíblemente verde, tan bien cuidado que parecía terciopelo. Y todo eso con una gran capa de luz dorada.

Pasados unos minutos, Dahlia se dirigió hacia donde se serviría la cena.

Dahlia llegó donde ya estaban todos con un vestido rojo con detalles y motivos negros y dorados. Se sentó junto a su tío, Gandalf y Thorin. Mientras cenaban, Elrond comentaba y explicaba el origen de unas espadas que supuestamente habíam encontrado en una cueva de trolls.

Cuando terminaron, Dahlia se dirigió a su alcoba y siguió estudiando unos papeles que llevaba años tratando de descifrar. Tenía que encontrar una joya celeste que le perteneció a su madre. Se ve que le legó un cuaderno con garabatos y textos. Algunos los llegó a descifrar. Otros no. Así pues, tenía que ir a la biblioteca de inmediato.

Cogió su cuaderno y corriendo fue a la biblioteca. Una vez allí empezó a buscar un libro en concreto, para poder descifrar aquello que no supo. Después de casi siete minutos buscando, lo encontró. Lo dejó en una mesa, lo abrió y empezó a buscar las páginas con las que pudo descifrar aquellos textos.

Un alma puede ser encerrada
En una flor o una roca
Algo grande o pqueño
De color blanco o negro
De la misma manera que un alma
             puede ser encerrada, también puede ser liberada
Pero solo en el mismo lugar donde fue confinada

Después de leer esto, Dahlia pensó que quizás alguien estaba encerrado en esa joya celeste dibujada en el cuaderno de su madre. Quizás su madre iba a liberarla pero antes de que pudiera la mataron. Era una teoría que Dahlia se había planteado. Dicho esto, la elfa empezó a buscar otro libro. Después de algo más de un cuarto de hora lo encontró.

La portada del libro era de terciopelo azul oscuro con la ilustración de piedras preciosas y flores de diferentes colores en el centro. Alrededor del margen, había una decoración dorada de una linía curva con flores también doradas. Encima de oa ilustración, estaba el título del libro también en dorado.

Almas confinadas

La Dama de Rojo empezó a buscar por los páginas hasta que encontró lo que buscaba.

Almas confinadas en piedras preciosas

A todo esto, la elfa empezó a leer ese capítulo del libro. Pero antes de que pudiera terminar su tío Elrond y Gandalf entraron. Dahlia, al darse cuenta, dobló la esquina de la página y escindió el libro y el cuaderno detrás suyi, después de cerrarlis.

—Por fin te encontramos Dahlia—le dijo Elrond—¿puedes acompañarnos, por favor?

—Pues claro, ahora os alcanzo.

—Vamos al balcón redondo, donde tú y tu prima Arwen soliais jugar a juegos de mesa o simplemente a pasar el rato.

—Vale, hasta ahora.

Cuando se aseguró de que Gandalf y Elrond se habían ido, volvió a dejar el cuaderno y eo libro en la mesa. No quería que su tío se enterara de que estaba investigando aquello. Volvió a la página donde se había quedado. Arrancó las tres páginas que hablaba sobre liberar almas de una piedra y también la de encerrar, por si a caso. Guardó las siete páginas en su cuaderno, dejó el libro donde lo había encontrado y marchó hacia donde le había dicho Elrond, después de dejar su cuaderno en un cajón de su habitación


 Guardó las siete páginas en su cuaderno, dejó el libro donde lo había encontrado y marchó hacia donde le había dicho Elrond, después de dejar su cuaderno en un cajón de su habitación

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La Dama de Rojo//Legolas Hojaverde (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora