IV

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Después de esa reunión, Dahlia volvió a su habitación. Tenía cosas en las que pensar.

Entre la piedra y el previo ataque de orcos más el hecho de que un grupo de trolls se dirigía hacia el sur... Quizás todo esté conectado.

La última vez que los trolls se dirigían hacia el sur, fue porqué había un mal mayor. Y el ataque de los orcos... me parece que estaban atacando a los enanos de Erebor por orden de alguien. Es mucha casualudad que los enanos vayan a recuperar su tierra y una manada de orcos los persiga...

Estos pensamientos cubrían la mente de Dagger. Pero también tenía que saber dónde encontrar la joya celeste y saber quién está dentro. En eso, alguien llamó a la puerta sacándola de sus pensamientos.

—Adelante

En eso, Galadriel entró.

—Hola, querida-la saludó mientras se sentaba al borde de la cama junto a su nieta.

—¿Va todo bien?

—Sí, pero me falta saber un par de cosas...

—Toma, esto me lo dió tu madre. Ella sabía que estudiarias su cuaderno y quiso que te diera esto cuando estuvieras cerca de descubrirlo todo sobre esa joya. —Galadriel le dió una caja pequeña de madera decorada a Dahlia.

La joven la abrió y se encontró con flores, minerales y una carta.

Mi niña, se que si tienes todo esto en tu poder y estás leyendo esto es porque estás cerca de encontrar la piedra. Para saber donde está debes llegar a donde el mal se cierne y enferma lo que toca. Acercate a lo más preciado de dicho lugar y sabrás a dónde has de llegar.

—Me gustan los acertijos pero tampoco hay que hacer de todo uno-le dijo Dahlia a su abuela

—Tu madre y tú pasabais tiempo resolviendo acertijos. Quizás así sea otra manera de mantenerla en la memoria.

—Quiero pensar eso, y seguro que es así. Siempre has sudo muy sabia, abuela.

Galadriel sonrió y le comentó que quizás sea buena idea acompañar un tramo a la Compañía de Escudo de Roble.

—Siempre que estés dispuesta a luchar con espada en mano.

Dahlia la escuchó atenta y la miraba a los ojos. Luego volvió a mirar a la caja. Había un rubí, un zafiro, una esmeralda, un citrino y un ojo de tigre. En cuanto a las ramitas de flores había de dahlias rojas y narcisos azules.

Dahlia entendió la referencia. Las dahlias la simbolizaban a ella y los narcisos a su madre, que su segundo nombre era Narcissa. El primer nombre era Vanna.

Dahlia volvió a mirar el contenido de la caja y se dió cuenta de que había algo más a parte de los minerales, las flores y la carta. Había un collar que bien conocía pues aún recuerda cuando su madre lo llevaba. Era azul celeste, como la piedea dibujada. Dahlia lo cogió y se levantó de la cama. Se quedó delante del espejo y se puso el collar. El objeto cambió de color. Pasó de ser azul a rojo y evidentemente, Dahlia se percató de ello. Volvió a guardar todo en la caja menos el collar y la guardó en el mismo cajón que el cuaderno.

Acto seguido, salió de la habitación a pasear por Rivendell.

Mientras caminaba, se topó con Gandal el Gris.

—¡Dahlia, querida! —la saludó con un tono alegre. —Oye, tengo una propuesta que hacerte.

Acto seguido, Dahlia abrazó a la mayor y esta le correspondió la acción. Entonces, Galadriel se levantó y cuando puso la mano en el pomo, se giró y le dijo a la castaña por la mente:

—No confíes en Sarumam si así lo prefieres. —Dicho esto, Galadriel salió de la habitación.

 —Dicho esto, Galadriel salió de la habitación

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La Dama de Rojo//Legolas Hojaverde (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora