IX

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Ya había anochecido, más o menos habían tardado una jornada en llegar

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Ya había anochecido, más o menos habían tardado una jornada en llegar. Vieron como a lo lejos unos orcos se dirigian hacia una casa.

—Seguimos a los Orcos—musitó Dahlia—para poder llegar hasta los Enanos y luego los matamos. —Los dos elfos asintieron y empezaron a seguir a la manada desde lejos y sigilosos.

Pero de pronto notaron un temblor. La cuestión era ¿qué lo provocó?

—El dragón—dijo Legolas y los tres elfos miraron a la montaña—ha despertado.

—Los enanos han llegado a la montaña—siguió Dahlia. Esta volvió a dirigir la mirada a la Ciudad del Lago.

—Entonces, esos orcos...

—O bien aún hay algunos Enanos—Dahlia empezó a dsr opciones—o no saben que los Enanos han llegado a la Montaña.

—O ambas cosas.

—Si el dragón despierta, ¿no atacará esta ciudad? —musitó Tauriel.

—Es probable—contestó La Dama de Rojo—y si lo hace será por capricho. Seguramente ya habrá matado a la Compañía de Thorin Escudo de Roble. —un breve silencio

—Los orcos—Tauriel observó a la manada—han llegado a esa casa.

—Vamos.

Continuaron siguiendo a los Orcos y se fijaron que entraron en una casa, en la cual se empezaron a escuchar gritos. Así que veloz y rápidamente corrieron hacia ese hogar. Pero tan pronto se pusieron en marcha, hubo otro temblor, uno más fuertrñe.

—Parece que al dragón no le ha gustado que lo despertaran de su siesta—bromeó Dahlia.

Cuando un orco iba a atacar a Bofur, una flecha lo mató.

—Para que lo sepas, este Enano es mi amigo—le dijo al Orco, para luego entrar a la casa y aniquilar a los Orcos que habían y poder defender a quién estaba dentro. Los tres elfos consiguieron acabar con la mayoría de ellos después de una breve batalla.

—Han muerto todos—dijo un niño. Dahlia estaba ensimismada, notando como un poco de sangre fluiya de su costado mientras escuchaba alguien decir su nombre.

Mamá—pensó—está muy cerca—unió todos los puntos y se dio cuenta de que esa joya estaba allí mismo, en ese lago.

—Hay más—informó Legolas—Tauriel, Dahlia, vamos.

Dahlia se acercó a Legolas y le dijo:

—Debo quedarme—Legolas la miró confundido—estoy a esto de conseguir lo que te conté en la biblioteca.

—Lo entiendo—luego hizo contacto visual con Tauriel. Kili estaba en el suelo sufriendo y los Enanos no podían hacer nada. Uno de ellos le dijo a Tauriel que lo estaban perdiendo y eso fue suficiente para convencerla de que se quedara a ayudar al Enano que amaba.

Legolas se marchó pero Dahlia salió tras él.

—Legolas—el mencionado se giró—hagas lo que hagas, ve con cuidado—el elfo asintió con la cabeza y se marchó.





—Legolas—el mencionado se giró—hagas lo que hagas, ve con cuidado—el elfo asintió con la cabeza y se marchó

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La Dama de Rojo//Legolas Hojaverde (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora