Un año después de que Demetrius se marchara, mi vida había dado un giro que jamás habría imaginado. Ahora me encontraba sentada en mi cafetería favorita, un lugar acogedor y tranquilo, mientras observaba la lluvia caer sobre la ciudad. Me gustaba venir aquí para reflexionar y organizar mis pensamientos, especialmente en días como este, cuando el sonido de la lluvia me brindaba una paz especial.
Émile entró en la cafetería justo a tiempo. Era mi amigo de toda la vida, y aunque él había estudiado administración en la universidad, nos conocíamos desde que teníamos seis años y asistíamos al colegio Edén. A lo largo de los años, nuestras vidas habían tomado caminos diferentes, pero nuestra amistad siempre había perdurado.
"¡Becky! Justo a tiempo para nuestro café semanal", exclamó con su característico entusiasmo, acercándose a nuestra mesa habitual cerca de la ventana.
"¡Émile! Me alegra verte", le respondí con una sonrisa, levantándome para abrazarlo. Su presencia siempre era un recordatorio de la constancia y la amistad genuina en mi vida.
Nos sentamos y, después de un rato de charla trivial, Émile notó mi expresión pensativa. "¿En qué estás pensando?", me preguntó con curiosidad.
"Estaba recordando cómo solíamos soñar con nuestras futuras carreras en el colegio", le dije con una sonrisa nostálgica. "Aunque nuestras vidas tomaron caminos diferentes, esos sueños nunca desaparecieron del todo."
Émile asintió, su mirada llena de comprensión. "Sí, siempre tuviste ese fuego dentro de ti. Aunque tu vida ha tomado otro rumbo, eso no significa que esos sueños estén fuera de tu alcance. De hecho, estuve pensando en algo que podría interesarte."
"¿Ah sí? ¿De qué se trata?", le pregunté, intrigada.
"En la empresa donde trabajo, estamos buscando a alguien con tu perfil para un proyecto de consultoría. Sé que te apasiona la investigación y la ciberseguridad, y creo que podrías hacerlo desde casa. Sería una oportunidad para que uses tus habilidades y vuelvas a conectarte con ese mundo que siempre te ha fascinado."
La propuesta me tomó por sorpresa. Aunque la idea de involucrarme en investigación me emocionaba, también me asustaba un poco. "No sé, Émile... Es una gran responsabilidad y no estoy segura de estar lista para algo así."
Émile me tomó la mano, su gesto lleno de apoyo. "Becky, te he visto superar tantas cosas este último año. Eres mucho más fuerte de lo que crees y tienes mucho que ofrecer. Además, siempre puedes contar conmigo. No tienes que hacerlo sola."
Sus palabras resonaron en mi corazón, llenándome de esperanza. Después de un momento de reflexión, tomé una decisión. "Está bien, Émile. Acepto la propuesta. Pero quiero que sepas que si alguna vez siento que no puedo seguir, te lo diré sin dudarlo."
Émile sonrió ampliamente. "Eso es lo que siempre he admirado de ti, Becky. Tu honestidad y valentía. Sé que haremos un gran equipo."
Los días siguientes estuvieron llenos de preparación. Émile me presentó a su equipo en la empresa, quienes me recibieron con entusiasmo. Comencé a trabajar en casos de fraude digital y ciberseguridad, aplicando mis habilidades analíticas y mi pasión por la justicia. Cada día traía nuevos desafíos, pero también una sensación renovada de propósito y esperanza.
Una tarde, mientras trabajábamos en un caso particularmente complicado en la oficina, me di cuenta de cuánto disfrutaba de la compañía de Émile, no solo como colega, sino como amigo. Era reconfortante saber que tenía a alguien en quien podía confiar plenamente.
"Gracias por esta oportunidad, Émile. Significa mucho para mí", le dije con una sonrisa agradecida mientras revisábamos juntos algunos documentos.
Émile me miró con afecto. "No tienes que agradecerme, Becky. Me alegra verte florecer y reencontrar tu camino. Estoy seguro de que esta es solo una de las muchas aventuras que nos esperan juntos."
ESTÁS LEYENDO
Volverás a Amarme
أدب الهواةCualquier chica universitaria desea terminar la Universidad ¿Cierto?, yo también lo deseaba, pero mís planes cambiaron drásticamente cuando descubrí que algo se estába desarrollando en mís entrañas, algo que en unos meses me llamaría mamá, no puede...