Entre la espada y la pared

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Un año después de haber dejado todo atrás y trasladarme a Italia, mi vida se había convertido en un ciclo de rutina y añoranza. Estaba atrapado en un país extranjero, tratando de adaptarme a una nueva realidad mientras mi corazón se mantenía atado a lo que había dejado atrás.

Había sido forzado a casarme con Becky por un matrimonio arreglado, un compromiso que nunca fue basado en el amor, sino en conveniencia y obligación. Aunque habíamos compartido un hogar y teníamos un hijo, mi corazón siempre había pertenecido a Anya, la mujer que realmente amaba. Sin embargo, el destino había jugado una cruel broma, ya que Anya había encontrado el amor con mi hermano Damián y juntos tenían mellizos. La ironía y el dolor de esta situación eran casi insoportables.

La llamada anónima que recibí poco después de llegar a Italia cambió todo. La voz fría y amenazante me dejó claro que si regresaba, no volvería a ver a mi hijo. A pesar de la falta de amor en mi matrimonio con Becky, no podía permitir que nada pusiera en peligro a mi hijo. La amenaza me obligó a quedarme en Italia, lejos de todo lo que conocía y de la única persona que realmente había amado.

Una tarde, mientras caminaba por las calles de Florencia, me encontré con un viejo conocido de la universidad, Matteo. Nos sentamos en un café cercano y, después de los saludos de rigor, Matteo notó mi expresión preocupada.

"¿Qué te pasa, Demetrius? Pareces cargado de preocupaciones", preguntó, su voz llena de interés genuino.

Suspiré, sabiendo que necesitaba desahogarme con alguien. "Matteo, mi vida se ha convertido en una especie de prisión. Recibí una amenaza que me obliga a quedarme aquí, lejos de mi hijo. No sé qué hacer ni cómo salir de esta situación."

Matteo frunció el ceño, visiblemente preocupado. "Eso suena terrible. ¿Quién podría amenazarte así? ¿Tienes alguna idea de quién podría estar detrás de esto?"

Negué con la cabeza. "No estoy seguro. Solo sé que no puedo arriesgar la seguridad de mi hijo. Estoy atrapado, Matteo, y no sé cómo proceder."

Matteo se inclinó hacia adelante, su expresión seria. "Escucha, Demetrius. No puedes dejar que el miedo te controle. Necesitas encontrar una manera de enfrentar esta amenaza. ¿Tienes algún plan o contacto que pueda ayudarte?"

"Estoy buscando pistas y aliados", respondí. "Pero no puedo evitar sentirme perdido. Anya, la mujer que realmente amo, está en casa, y no puedo hacer nada para estar con ella. Para empeorar las cosas, ella está con mi hermano Damián, y tienen mellizos juntos."

Matteo asintió con comprensión, sus ojos llenos de sorpresa. "Eso es una situación muy complicada. Entiendo tu dolor, pero primero debes asegurar la seguridad de tu hijo. Luego, podrás pensar en cómo recuperar tu vida y lidiar con tus sentimientos por Anya. No te rindas, amigo. Estoy aquí para ayudarte en lo que necesites."

Sus palabras me dieron un poco de esperanza. Sabía que tenía que hacer algo para resolver la situación, para poder regresar y, tal vez, encontrar una manera de manejar mis sentimientos por Anya y la realidad de su relación con Damián.

Esa noche, mientras caminaba por las calles empedradas de Roma, recibí una llamada de Becky. Aunque nuestra relación era formal y distante, ella seguía siendo la madre de mi hijo, y quería asegurarme de que estuvieran bien.

"Demetrius, ¿cómo estás?", preguntó Becky, su voz sonaba lejana y cansada.

"Estoy bien, Becky. ¿Y tú? ¿Cómo está nuestro hijo?", respondí, tratando de mantener un tono neutral.

"Él está bien. Creciendo rápido. Me pregunta por ti todos los días", dijo Becky con un tono de tristeza. "¿Cuándo vas a volver?"

Sentí una punzada en el pecho. "No lo sé, Becky. Estoy trabajando en resolver algunos problemas aquí. Pero te prometo que estoy haciendo todo lo posible para regresar pronto."

Hubo un silencio antes de que Becky hablara de nuevo, su voz más suave. "Te extraño, Demetrius. No como marido, lo sabes, sino por nuestro hijo. Él necesita a su padre."

"Lo sé, Becky. Y me duele estar lejos. Pero debo asegurarme de que estemos a salvo. Por favor, cuida de él y dile que lo amo", dije, con la voz quebrada.

"Lo haré. Y ten cuidado, Demetrius. Espero que encuentres una manera de resolver esto", respondió Becky antes de colgar.

Después de la llamada, me quedé mirando la luna, preguntándome cuánto tiempo más tendría que vivir con esta incertidumbre. Anya estaba siempre en mis pensamientos, y el dolor de saber que no podía estar con ella me acompañaba a cada paso. Saber que estaba con Damián, mi propio hermano, y que tenían una familia juntos, hacía que la situación fuera aún más dolorosa.

Un día, mientras revisaba unos documentos en mi oficina, recibí un mensaje inesperado de un contacto en la embajada. Era una invitación a una reunión privada. Intrigado y con la esperanza de obtener alguna pista, acepté la invitación.

En la reunión, conocí a una mujer llamada Alessandra, quien trabajaba en la embajada. Su expresión era seria mientras me extendía la mano.

"Demetrius, he oído sobre tu situación. Creo que podemos ayudarte", dijo Alessandra, mirándome a los ojos con determinación.

"¿Cómo?", pregunté, lleno de esperanza. "Necesito resolver esta amenaza y regresar con mi hijo. Pero también tengo que enfrentar la realidad de que la mujer que amo está con mi hermano y que tienen una familia."

Alessandra asintió. "Entiendo que esto debe ser muy difícil para ti. Primero, enfoquémonos en resolver la amenaza que te mantiene aquí. Luego, podrás pensar en cómo manejar tus sentimientos y la situación con Anya y Damián."

"Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario", respondí, con firmeza. "No quiero vivir más con este miedo, y quiero estar con mi hijo y, de alguna manera, encontrar una forma de lidiar con mis sentimientos por Anya."

Mientras trabajaba con Alessandra para desentrañar la red de amenazas que me mantenía cautivo, mi mente seguía volviendo a Anya. A pesar de la distancia y las circunstancias, la esperanza de algún día tener una vida en la que pudiera enfrentar mis sentimientos por ella me daba la fuerza para seguir adelante. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba decidido a luchar por la vida y el amor que realmente quería, incluso si eso significaba aceptar la realidad de su relación con mi hermano y los mellizos que tenían juntos.

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