XV

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Me había quedado completamente paralizada. Apenas podía respirar y el solo hecho de que mi garganta emitiese un solo grito desesperado, me hacia doler todo el cuerpo. Pero trataba de intentarlo, de subir la vista encontrándolo a él y a un montón de exclusivos que se quedaban viendo esa escena, sintiéndose completamente impactados. Es posible que algunos crean que es parte de un show, de algo inesperado orquestado por el carnaval para atraer al público italiano.

Mis ojos iban hacia el Arlequín, quien tan solo permanecía completamente inmóvil. Sabía que él lo había hecho, tal cual acabó con la vida de mi pequeño hermano. Dos muertes en su conciencia, nadie podría vivir con eso sobre su cabeza.

—¡Sáquenlo de aquí! —chilló el Maestro.

Unos hombres me tomaron por detrás, impidiéndome poder avanzar, poder al menos tener un solo vistazo del cuerpo de Lachlan. Pero recibí un fuerte golpe en la cabeza, el cual silenciaba todas aquellas voces.

Rápidamente, todo se volvía oscuro. Empezaba a creer que algo, una especie de magnética fuerza estaba detrás de todo esto, de todos y cada uno de los intentos de escapar del carnaval. 

¿Qué querían ellos de mí?

Cuando me desperté, todo era de color blanco. la luz del sol parecía entrar por una especie de ventanilla o al menos, eso deseaba creer. Intenté mover la cabeza, pero solo hacia que me siéntese completamente mareada.

—¿Todavía quieres vivir? —susurraron.

Pestañeo con sumo temor, en un solo movimiento de mis ojos veo de pie junto a mi al amo y señor del carnaval, el Maestro. Me temblaban las comisuras de los labios con solo verle allí, con esa mirada en la que perfectamente podía poner una de esas almohadas sobre mi rostro. Aquel gesto, solo provocó que me sonriera como si nada hubiese pasado.

—Tienes miedo—expuso con suma seriedad.

—No lo tengo, no de ti—expresé molesta.

—Pues deberías.

Se alejó, no sin antes darme una reverencia. Una táctica para solo hacerme temblar en cuanto dejó la habitación.

Me levanté de aquella cama, no sin antes sentir una especie de bulto sobre mis pies descalzos. Le di una mirada, una que me paralizó completamente.

Era una cabeza, la de Eamon.

Aparté la mirada, queriendo vomitar.

Oigo murmullos, una voz que trataba de decir mi nombre detrás de esa puerta. Horrorizada, traté de avanzar con suma lentitud a pesar de que toda esa sangre empezara a esparcirse por toda esa habitación.

—Sigues allí? —pregunta una voz.

—¿Hazel? —susurro—.¿Dónde estoy? 

—Estamos en el Coliseo, es donde se hará el carnaval este año.

Había oído del Coliseo Romano un par de veces. Los del mercado negro solían relatar las más increíbles historias de aquel lugar, de que en sus mejores días fue un lugar en donde los mejores gladiadores mostraban sus habilidades. Luego de las guerras, fue clausurada y ahora solía recibir al carnaval.

Entonces lo supe, nuevamente estaba cautiva.

—¿Sabes algo sobre Lachlan? —averigüé angustiada.

El Antiguo Arte de Matar a un Inocente y Otros EspectáculosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora