Emma Soreen.Ya no estaba más en el hotel, ahora mismo. Estaba en dirección a la casa de Camila. Marcus se había quedado con Juliette, no nos sentíamos seguros en dejarla sola después de lo que ocurrió.
Estaba en un vecindario de ricos, gracias a Dios no era como el de Juliette. A este si podía entrar caminando sin tener 50 policías detrás mía.
Estaba fuera de la casa de Camila, era una muy grande con mucho patio adelantero, la casa era moderna y tenía muchos ventanales.
¿Porque todos son tan ricos?
Y yo con mi casa promedio, igual no me quejo.
Me encaminé hacia la puerta, mi único objetivó era que Camila fuera con Juliette y arreglaran las cosas. Sabía que ellas se necesitaban mutuamente.
Al estar frente a la puerta la toqué varias veces esperando respuesta, no pasaron ni 5 segundos cuando un hombre castaño ya estaba delante mía.
— Hola— me sonrío.
— Hola, buenas tardes— sonreí — buscó a Camila, ¿ella vive aquí verdad?
— Si aquí vive— Respondió — ¿Quién eres?
— Soy... una amiga— sonreí — ¿Podría hablarle? Es que necesito hablar con ella.
El asintió, con una sonrisa amigable.
— Por supuesto, pasa. Puedes esperarla en la sala.
Asentí, pase dentro su casa y ambos nos dirigimos a la sala.
Mientras caminaba detrás del señor, yo examine su casa. Era muy lujosa, había una gran sala con un gran televisor, habían ventanas de cristal que daban vista al patio, algo parecido como a la casa de Denisse sin embargo esta era un poco más chica.
Aunque sin duda el patio era mucho más enorme y la alberca era el doble de grande que la de Denisse.
— iré por ella, toma asiento. Siéntete como en tu casa.
— Gracias— le sonreí, me senté en uno de los sillones. Eran muy cómodos para ser sincera.
Había algo que no entendía, ¿si todos ellos eran tan ricos porque estaban en una escuela pública? Digo, la escuela no está nada mal, es muy ordenada y tiene excelentes maestros, sin contar el hecho de qué es enorme. Pero si tienen tanto dinero porque no están en una privada como la mayoría de los ricos.
Cosas de gente loca.
Pasaron 3 minutos en lo que escuché unos pasos bajar de las escaleras, me giré ligeramente. Camila y yo conectamos mirada al instante.
— Las dejo solas, chicas— dijo el papá de Camila, me sonrió por última vez antes de darse la vuelta y irse por un pasillo que parecía no tener fin.
Camila se acercó a mí con extrañeza, sin decirme absolutamente nada se sentó en el otro sillón, sin quitarme la mirada de encima.
— ¿Qué haces aquí?— Frunció el ceño.
— vine a hablar contigo.
Su cara lo dijo todo, estaba muy confundida.
— ¿conmigo? ¿Porque? ¿De qué se trata?
— Se trata de Juliette— al instante su expresión cambió de confusión a preocupación.
— ¿Porque? ¿qué pasó? ¿Está bien?— se levantó del asiento con rapidez y se sentó al lado mío, de repente me miró con desconfianza y molestia — ¿le hiciste algo? Pedazo de mierda, porque si es así juro por Dios que...