(Comenten o balazo mis hermosxs)
Emma Soreen
Hoy era Nochebuena. Había pasado una semana desde que me escapé de casa, desde que fui a esa fiesta y terminé haciendo el ridículo frente a Juliette. La vergüenza aún me quemaba.
Decidí que nunca más volvería a beber. Desde hoy soy anti-alcohol.
Me sentía tan arrepentida, tan avergonzada. Todo el mundo había visto mi desplome, si antes era la burla de la escuela, ahora lo seré de todo Nueva York.
De seguro ya me subieron a tik tok.
El mayor desastre fue lo que hice con Juliette, ¡le pedí un maldito beso y hasta le sugerí que fuéramos al baño! Soy una gran idiota.
Ahora, sin celular para disculparme y encerrada en casa sin poder salir ni siquiera a tirar la basura, la situación era aún más frustrante.
Esta última semana la pasé en una rutina monótona: dormir, comer y jugar con el carrito de control remoto de Jeremy. Aunque al principio me molestaba, admito que no estaba tan mal.
Lo que más me pesaba era la ausencia de mis amigos y el vacío que sentía por no poder comunicarme con ellos. Y, por supuesto, extrañaba a Juliette. Aunque dudaba que quisiera volver a hablarme.
La atracción sexual que sentía por ella seguía viva en mi mente, y estar encerrada en mi cuarto solo intensificaba esa curiosidad. Aun así, solo podía usar mi imaginación para lidiar con ello.
Me levanté de la cama, me puse unos cómodos crocs y bajé a la planta baja. Mi mamá ya estaba en la cocina, preparando el desayuno. Ella estaba tan inmersa en su tarea que no se dio cuenta de mi presencia.
— Mamá — hablé. Ella volteó rápidamente hacia mi, pareció verse asustado.
— ¿Por qué nunca haces ruido, Emma?— sonreí ligeramente.
— ¿puedo ir a la tienda? Quiero unas papitas.
— Por décima vez, no — contestó — Pregúntale a tu padre — Bufé.
— Mejor me quedo aquí — me senté en la silla — Ya ha pasado una semana. ¿Se dan cuenta de que soy una adolescente? Me están prohibiendo ser yo, vivir mi vida.
— ¿Ser tú? ¿Una borracha acaso?
— Feliz, están prohibiéndome ser feliz.
— No entiendo para qué quieres salir — ladeó la cabeza — ¿Quieres ver a tus amigos? Diles que vengan,¿Quieres ver a tu novia? Dile que venga — cruzó los brazos — Así de fácil, pero tú de esta casa ya no sales.
Entrecerré los ojos.
— ¿Y cómo les puedo decir que vengan si ya no tengo celular?
Alzó los hombros.
— Ese es tu problema — sonrió, antes de girarse a la estufa.
Bufé, tenía que encontrar una manera de salir.
— Mamá... Dunny cumple años y...— me miró por encima de su hombro.
— ¿Cumple años en Nochebuena? Según yo cumplía antes que tú.
Mierda.
— Marcus — mentí — Me confundí, era Marcus. Cumple años hoy y me invitó a su casa. Déjame ir.
Ella frunció ligeramente el ceño, cruzó los brazos.
— ¿te invito? ¿cómo te invito si no tienes celular?