Capitulo 40

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(Comenten o son fan de Ricardo Peralta)






















Emma Soreen

Era Navidad, pero la noche no había sido festiva para mí. Llevaba horas dando vueltas en la cama sin poder dormir. Ayer por la tarde, había tenido relaciones sexuales con Juliette. No me arrepentía de lo que había pasado, pero la culpa me estaba consumiendo.

Además de eso, estaba preocupada. Cuando me desperté, Juliette ya no estaba a mi lado. La cama estaba fría y vacía, y no tenía idea de dónde podía estar. Me invadió un miedo inquietante ¿se habría sentido incómoda? ¿Se arrepentiría de lo que hicimos? La posibilidad de que nuestra amistad se viera afectada me atormentaba. No quería que las cosas se volvieran incómodas entre nosotras. Tenía que hablar con ella, aclarar las cosas, pero no sabía cómo, ni siquiera tenía celular.

De repente, la puerta de mi habitación se abrió de golpe. Jeremy, con su pijama de carritos y su peluche de Mickey abrazado, irrumpió en la habitación sin el menor atisbo de timidez.

¿Por qué los niños menores de 5 nunca tocan la maldita puerta?

— Emma— se acercó a mi — Despierta, ya es navidad. Tenemos que abrir los regalos que trajo Santa— El se puso al lado mío, negué ligeramente.

— Jeremy, Santa no le trae regalos a los adolescentes, ábrelos tú.

— Pues eso crees tú— Escuché la voz de mi padre, miré hacia la puerta, el estaba recargado en el marco, nos veía con una pequeña sonrisa a ambos — Santa me dijo que este año haría excepciones, ¿No te interesa saber cuáles son?

Fruncí ligeramente el ceño.

— ¿Acaso me compraron..— miré a Jeremy, carraspee — ¿Acaso Santa me trajo algo?

El alzó los hombros, aún conversando su sonrisa.

— No lo sé, averígualo tú.

Fruncí el ceño y me levanté de la cama. Me puse un suéter encima de mi top, ni loca saldría al frío así.

Justo cuando iba a salir, noté algo diferente en mi set-up, mi consola estaba ahí. Miré a papá, y él lo notó.

— Tu madre y yo decidimos quitarte el castigo por Navidad. Aún no puedes salir, pero al menos tendrás con qué distraerte. Tu teléfono, pídeselo an ella es quien lo conserva.

Asentí lentamente y murmuré un "gracias" antes de pasar a su lado.

Bajé los escalones con Jeremy y papá detrás de mí. El pequeño, lleno de emoción, descendió rápidamente. Al llegar a la sala, vi a mi madre sentada en uno de los sillones, con su taza de chocolate caliente y su pijama de Navidad.

Cuando entramos, Jeremy se lanzó hacia el árbol, buscando su primer regalo.

— ¿Este es mío? — preguntó con los ojos brillando de emoción.

— Todos son tuyos — respondió mi madre, levantándose del sillón y tomando un paquete pequeño.— Menos este. Este es para tu hermana.

Ella me lo entregó, lo tome examinándolo, era una caja muy pequeña.

Wow... que emoción.

— ¿Qué es? ¿un collar?— Los miré a ambos.

— No lo sé... ábrelo.

Fruncí ligeramente el ceño, no esperaba mucho del regalo. Al desenvolverlo, me di cuenta de que era una caja de anillo, lo cual me sorprendió aún más. Levanté la mirada hacia mis padres, quienes tenían una sonrisa cómplice en sus rostros.

 Un romance del odio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora