Capitulo 60

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Emma Soreen

Habían pasado varias semanas desde que mi vida había dado un giro inesperado, pero para mi buena suerte, las cosas empezaban a acomodarse de nuevo. El mayor alivio, sin duda, fue cuando recibí los resultados médicos confirmando que no tenía VIH. La espera había sido agotadora, pero escuchar esas palabras me quitó un peso enorme de encima.

Y como si eso no fuera suficiente, había vuelto al boxeo. O mejor dicho, iba a regresar en dos semanas. Al parecer, el cupo en el equipo sería mío hasta entonces, pero el solo hecho de saber que ya estaba todo arreglado me llenaba de emoción. El padre de Zoey había cumplido su promesa, lo que me hacía sentir una mezcla de gratitud y sorpresa.

La idea de regresar al ring, de sentir el sudor correr por mi piel, el impacto de los guantes contra el saco, me hacía sonreír cada vez que lo pensaba. Me sentía viva de nuevo. Volver al boxeo era más que un deporte para mí; era mi refugio, mi escape, donde podía soltar todas mis emociones, donde cada golpe era una liberación de todo lo que llevaba dentro.

En dos semanas estaría oficialmente de vuelta, y aunque el tiempo parecía eterno, me sentía como una niña contando los días para su cumpleaños. Recordaba las madrugadas de entrenamiento, los gritos de motivación de mi entrenador, y ese sonido inconfundible de los guantes chocando con las cuerdas del ring. No había nada que me emocionara más.

Era como si, después de todo lo que había pasado, volver al boxeo me diera una oportunidad de recomenzar, de demostrarme que era más fuerte de lo que pensaba.

— Entonces... —dijo Gianna desde el asiento trasero del carro, capturando mi atención—, ¿quién va a escribir en la cartulina?

Juliette se giró hacia ella con calma.

— Yo.

— Ah... okay —murmuró Gianna, luego la miró de nuevo, esta vez con una ceja levantada—. ¿Y tú vas a exponer?

— Sí.

— Ah... bueno.

— Yo y Aliz —prosiguió Juliette sin añadir más. Tanto Gianna como yo la miramos, esperando que dijera algo adicional, pero nada.

Gianna frunció el ceño.

— ¿Por qué respondes con tan pocas palabras? —preguntó, mirándola con una mezcla de confusión y frustración—. Danos más contexto, por favor.

Juliette soltó un suspiro ligero, rodando los ojos.

— Yo y Aliz vamos a exponer. Yo escribiré, pero ustedes harán el resto.— contestó.

La miré de reojo, sintiendo que algo no cuadraba.

— ¿Y qué haremos nosotras entonces? Literalmente tú vas a hacer todo.

Juliette giró su rostro hacia mí, con el ceño fruncido.

— ¿Y te quejas?— Preguntó, negué rápidamente, esbozando una pequeña sonrisa.

— No, de hecho, te lo agradezco.

Gianna, aún desconcertada, decidió intervenir de nuevo.

— A ver, ¿va a venir Aliz a la casa de Emma? —preguntó, con una expresión casi sospechosa.

Juliette negó con la cabeza.

— No.

— ¿Por qué no?

— No puede.

Gianna exhaló, claramente queriendo más detalles.

— Juliette, dame el contexto.

 Un romance del odio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora