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Satoshi Yamamoto, conocido como él hombre rojo en el submundo criminal de aquel país, recibió la llamada.

-Necesito cobrar Ese favor.-Dijo la voz de su compañero.

Sabía perfectamente a qué favor se refería, el de cubrirle cuando asesinó a aquel infraser, y sabía que si no fuera urgente John no le hablaría de ese favor y mucho menos por teléfono. Su moral lo impedía.

-Necesito ayuda, ven al parque del puerto.-No hizo falta decir más.

El parque del puerto era un lugar peligroso, incluso él lo reconocía. Supuso que su compañero por fin siguió su ejemplo e hizo verdadera justicia, el tipo de justicia que la ley no permite.

Por suerte ya habían acabado con la mayoría del papeleo del caso de trata de blancas, así que le cedió el mando a Manuel, que ya tenía un torniquete alrededor del hombro y había dejado de sangrar por el momento. Era el único policía que quedaba allí que vio lo sucedido.

"Ese hombre se merece un ascenso"-Pensó orgulloso de él.-"Y lo de Haruka, eso sí que es echarle ovarios."

Condujo hacia el puerto, sin sirena policial, ( no quería atraer chismosos) mientras llamaba al líder de la pandilla Los Mordida Venenosa , conocidos por llevar todos dientes de metal oxidado.

-¿Quien?-Preguntó el sirviente.

-Akai Otoko Desu.

El sirviente le pasó el teléfono directamente al jefe, no sabía japonés pero ese acento y voz dura solo podía ser una persona.

-Rojo, viejo amigo.-Dijo Zack PoisonBite temeroso de que él fuera el objetivo.

Yamamoto, conocido como el hombre rojo por su afición a la sangre, a veces hacía de sicario para criminales: tenía una norma, siempre el objetivo tenía que ser un delincuente., así podría acelerar su propósito. Asesinaba criminales, a cambio estos le debían favores y así daba con delincuentes más complicados de localizar.

-Zack, felicidades por el nuevo territorio.

-¿Qué nuevo territorio?-Preguntó confuso.

-¿Te acuerdas que dijiste que harías cualquier cosa por mí? Pues necesito que ataques el territorio de Los Ojos Negros, que tus hombres empiecen un tiroteo y cárgatelos a todos, que caigan algunos de los tuyos para disimular.

-Eso es una locura, no estamos preparados para una guerra de territorios, además no queremos a la poli encima.

-He dicho lo que he dicho ¿No estáis tus hombres y tú dispuestos a morir? Vaya pandilleros de pacotilla. Y la policía esta muy ocupada ahora mismo, así que no molestarán.

Colgó zanjado el asunto.

-Muy bien.-dijo al ver a John.

Junto a él habían dos cadáveres, su hija abrazada a él y una adolescente que no reconocía aunque su aspecto le sonaba de escuchar a su mujer hablar de las amigas de la hija de John.

Esa misteriosa joven, no sabía por qué, le recordaba a su hija fallecida: tenía la misma aura en la mirada que estaba en los ojos de su hija después del incidente y Ann en ese momento, solo que John por algún motivo no reconocía la mirada. Pero detrás de esos ojos, brillantes por las lágrimas, había algo más profundo que desesperanza; no era eso, ella tenía un motivo para vivir, ese motivo era la ira que tenía en su interior.

John se alegró de ver a su compañero.

Habló contándole todo.

Se acercó a Ann.

Esta creía que la iba a detener, pero este solo le acarició la cabeza con melancolía.

-Bien hecho, has sido muy valiente.-Se giró hacia Flora.-Y tú también señorita, ojalá mi hija hubiera tenido una amiga como tú.

-¿Cuál es el plan?-Preguntó John.

-Tenemos que estar fuera del puerto en cinco minutos, una pandilla que me debía favores hará pronto una masacre contra otra pandilla y estos dos no serán más que un fuego cruzado. Ni se molestarán en investigar.

-Muy bien marchando.

Ann subió la última al coche.

En el trayecto preguntó.

-¿Por qué nos ayudas?

-Mi hija pasó por lo mismo, pero ella no sobrevivió.-Se ahorró las explicaciones.- Así que me cargué al monstruo que le robó la infancia, la felicidad y la vida. Tu padre me cubrió las espaldas y le debía un gran favor.

-Gracias igualmente.-Contestó algo asustada y enfadada por no saberlo antes, pero sobre todo sintiendo cierta pena por él.

Flora evaluó su caso y tomó nota del potencial aliado.

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