Llegaron a la sala de interrogatorios.
Manuel Lopez estaba tras el cristal, en la sala de vigilancia. John y Yamamoto se presentaron y empezaron el interrogatorio.
-Ya he confesado¿Qué más dudas tienen?-Preguntó altiva.
-Algo no encaja: creemos que hubieron dos asesinos, usted y alguien más.-Expuso John.
-¿Y qué les hace creer eso?-Se puso a la defensiva.
-Tenemos pruebas.-Mintió Yamamoto.- Y no dude que encontraremos a esa persona.-Amenazó.
John interrumpió a su compañero.
-Lo que quiere decir es que no tiene sentido proteger a quien sea que la ayudó, porque lo encontraremos. Usted puede salir ganando si colabora.
-¿Qué voy a ganar?¿Menos años en la cárcel? La pena mínima en este país por asesinato es treinta años. ¿Sabe usted cuantos años máximos se puede enfrentar un pedofilo como mi marido?-Preguntó con enfado.
-Veinte años.
-¿Y le parece justo?-No le dejó responder.-Este sistema está podrido, en menos de diez años, si tiene buen comportamiento, estaría en libertad de nuevo. Y volvería a abusar de otra niña. Por qué los hombres como él no cambian nunca. Me pone enferma pensar que uno de sus objetivos podría haber sido mi hija. Así que tuvimos que matarlo.
Ahí estaba el fallo, la brecha que les permitiría traspasar la barrera de su mente y averiguar la verdad.
-¿Tuvimos? ¿Así que confirma que tuvo un cómplice?-Presionó John.
-¿Puede que su hija?-Usó un farol su compañero.
-No.-Se sobresaltó.
-¿Entonces?
-No puedo decirlo.
-¿La tienen amenazada?
-No, pero no quiero imaginarme mi muerte si lo traiciono.
-Así que es un hombre.-Dijo Yamamoto.
-Señora, nosotros le protegeremos, no tiene que temer.
-No lo entiende. Él, él, es todopoderoso.
-¿Quien?
-El Ángel.
-¿El Ángel? ¿Es algún tipo de vengador o sicario especializado en delincuentes?-Preguntó Satoshi con verdadero interés.
-No, él, él…-Empezó a gritar como poseída por el miedo.
Manuel usó el interfono.
-Es demasiado por hoy. Seguid mañana.
Enseguida entraron dos agentes y se llevaron a la detenida, que lloraba histérica, a su celda.
John y Satoshi pasaron dos horas discutiendo sobre la posible identidad del ángel.
Llegaron a la conclusión de que las muertes de Samuel y Pablo, y probablemente su mafia, estaban relacionadas con el posible asesino en serie apodado “El Ángel”.
Según John era demasiada casualidad que murieran tres delincuentes sexuales en un solo mes en el mismo condado de formas misteriosas y dolorosas.
Estaba seguro de que “El Ángel” estaba detrás de la muerte de Samuel y Pablo, aunque no lo podía demostrar. Y posiblemente de la mafia de Pablo.
El edificio pasaba cada mes las inspecciones de seguridad, no había indicios de una explosión y ese día las placas tectónicas estaban tranquilas. Así que alguien provocó, no sabía como, el derrumbe del techo.
¿Pero que tenían en común? Aparte de ser delincuentes sexuales.
¿Quizás alguna víctima en común?
-Satoshi, encargarle al departamento de informática que analicen con Inteligencia Artificial los rostros de las víctimas del USB pertencientes a este último año, que se centren en víctimas que tengan al menos dos de los asesinados como perpetradores
-A la orden.
John se dispuso a marcharse.
-¿A dónde vas? Queda media hora para salir.
-Quiero ver si le sonsaco algo más a la esposa de aquel cerdo.
-Muy bien.
Un agente novato corrió hacía él.
-¿Qué quieres? Tengo prisa.
-La prisionera ha escapado.-Soltó.
-¿Qué?¿Cómo ha podido pasar?
-Lo siento señor, pero no lo sé.
Lo llevó al cuarto de cámaras.
Tecleó algo y se reprodujo la grabación.
La prisionera estaba tumbada en su cama de la celda
Pasaron cinco minutos iguales hasta que se levantó.
-¿Has venido a por mí?-Preguntó a algo que John no veía.
John se preguntó si había perdido la cabeza.
-Oh, vas a liberarme
Entonces Montse le dio un apretón de manos al ser invisible y desapareció.
“Ahora quién ha perdido la cabeza soy yo.”-Pensó.
-¿Es un truco?
-No creo. No hay forma de salir sin la llave y enfrentarse a los guardias del calabozo.
-¿Entonces que sugieres? ¿Alguien la ha ayudado?
“Quizás el Ángel estuviera entre ellos.”
-No lo sé.
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Dispara
Mystery / ThrillerUna misteriosa ola de asesinatos levanta las sospechas de dos policías. Pero ¿Qu'r pasaría si persiguieran, tanto los policías como el culpable, el mismo objetivo?: limpiar la ciudad de delincuentes sexuales.