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-Me voy a trabajar. Te quiero.-Dijo John y besó en la frente a su hija.

Esta se volvió a dormir, estaba aprovechando esos días de descanso, porque al día siguiente volvería a clase.

Durmió veinte minutos más antes de que sonara el despertador que programó la noche anterior.

Eran las once y media de la mañana, se levantó y empezó a vestirse.

Se terminó de abrochar el sujetador y se miró al espejo.

Sintió ganas de vomitar, le desagradaba su cuerpo. No es que tuviera mal cuerpo, al contrario, más bien odiaba el hecho de que ese cuerpo atrajera a los indeseables hombres. Sentía que ser sexy era una desventaja en un mundo con eso cerdos sueltos por ahí. Se preguntó si Flora tendría esos pensamientos también.

Curiosamente sí los tenía solo que ella tenía una solución más, digamos, radical.

Rápidamente y sin mirar su cuerpo se vistió.

Volvió a verse al espejo.

"Mucho mejor"

Salió de la habitación y encontró a Flora viendo la televisión en la planta inferior.

-¿Qué ves?

-Liverleaf. Es una peli de culto japo sobre una venganza. El director tiene una visión muy oscura de la sociedad: retrata a los adultos como unos idiotas incompetentes que no se preocupan ni ven lo que son capaces sus hijos y a los adolescentes como sociópatas que no tienen más diversión que maltratar a compañeras de clase y quemar su casa.-Flora vio la cara con la que la observaba Ann.-Lo siento, me he pasado de friki, no quería ser tan intensa.

-No, no pasa nada. Suena interesante, si quieres la vemos juntas.-Eso ilusionó a Flora.-O podríamos ir a comprar tu regalo de cumpleaños.

-Lo que tú prefieras.-Contestó indiferente.

-Vamos al centro comercial, eliges un regalo y te invito a un batido.

-OK.-Puso pausa a la película y apagó la pantalla.

Esa mañana Flora llevaba una camisa naranja sin escote, unos pantalones vaqueros y unas botas militares negras.

Cogieron el autobús y charlaron animosamente durante el trayecto.

Llegaron al Coriolanus Shopping Center.

"Coriolanus" era la obra de teatro favorita del exalcalde, aunque a Ann le recordaba al cruel, pero sexy, Coriolanus Snow. ¿Cuánto hacía que no veía aquella película?¿Cinco años?

-¿Dónde quieres mirar primero?

Señaló una tienda de joyas y bisutería.

Miraron la bisutería.

-Bah, aquí solo hay baratijas que se nota que son falsas.-Se quejó Ann.

-Mira esta.-Llamó su atención Flora.

-Es preciosa.

Era un colgante del que colgaba una media luna hecha de plata.

-Pero mira el precio.

"380$"

-Miremos otra cosa y si no encuentras algo mejor te la compro.-Dijo Ann amablemente.

Se dirigieron a la tienda de ropa de segunda mano.

Ann se separó y fue a mirar los corséts y demás accesorios.

Entonces Flora lo vio.

Ann al girarse y verla fue corriendo.

-¿Qué te pasa? Tienes mala cara.

Flora vomitó sobre el vestido negro que había estado mirando.

-¿Estás bien, joven?-Preguntó la amable ancianita que llevaba la tienda.

-Sí, solo me he mareado.

-No pasa nada, ese vestido igual no se iba a vender, lo llevaba puesto una niña cuando desapareció hace años. Hoy en día estará muerta, la pobre era mi vecina . Yo siempre he tenido la sospecha de que alguien de los de arriba se la llevó.

-¿A que se refiere?-Preguntó Ann interesada.

-El padre tenía deudas, ya sabes los illuminati se cobran todas las deudas en sangre. Por eso hay tantos "suicidios" y muertes misteriosas últimamente. Operan en secreto.-Se llevó el dedo índice a la boca en señal de que le guardaran el secreto.

Dieron las gracias y salieron de la tienda.

-Te invitaría al batido, pero acabas de vomitar, En serio ¿Estás bien?

-Sí, sí.

-¿Qué pasó ahí dentro?

-Nada.-Ann la miró fijamente, dudaba de ella.-Yo llevaba un vestido parecido cuando me violaron. Fue un regalo de mi madre.

"El último."-Pensó.

-Lo siento muchísimo.-"Yo también me siento un poco así después de..."- Quédate aquí un momento, sé de algo que te alegrará.

Ann entró en la tienda de joyas y salió siete minutos después.

-Feliz cumpleaños.-Dijo con la mejor de sus sonrisas.

Le entregó una cajita.

Era el collar.

-No hacía falta.-Dijo riendo.

-Ya es tarde para devolverlo, así que quédatelo.

-¿Te importa si me lo pruebo?

-Adelante.

Así lo hizo.

-Me atas la cadena de atrás.

-Claro.

Se acercó y se colocó frente a ella.

Tan cerca que podía sentir su aliento y no podía ignorar sus jugosos labios y mucho menos controlar sus pensamientos.

La besó por segunda vez.

Enseguida, en cuanto recuperó el control, se apartó ante la sorprendida mirada y sonrojo de su amiga.

Se arrepintió de su acción, acababa de arruinar su amistad con la única persona que le hacía sentir que era una adolescente normal.

Iba a disculparse cuando Ann le devolvió el beso.

Fue un beso ávido y pasional, pero a la vez lleno de cariño y sin necesidad de lengua. Probablemente, pensó Ann, eso empeoraría el humor de Flora.

Se separaron, con la respiración agitada, y Ann habló confundida.

-¿Qué ha sido eso?-Preguntó.-Ha sido el mejor beso de mi vida.

-Lo siento, no era mi intención. No me pude contener, desde que te vi me gustaste.

-No tienes que disculparte. La verdad es que me estoy pillando por tí hace un mes. Te lo aseguro.

No quería que Flora pensara que estaba jugando con sus sentimientos, lo que ella sentía era genuino.

-¿Entonces? No creía que te lo pediría yo, pero ¿Quieres ser mi novia?

Ann dudó que responder.

No quería forzar la situación ni ir demasiado rápido, pero tampoco quería que Flora dudara de la sinceridad de su amor.

-Claro.-Dudó si decirlo.-Pero vayamos despacio.

DisparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora